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Santa María del Espíritu
Padre Jaime Aceña Cuadrado cmf
Es una mañana tranquila y soleada. Sintonizo la radio para escuchar las
noticias. Faltan dos minutos Amenizan la espera con una canción del grupo
“Académica palanca”. Una voz desapasionada canta que éste no es el mejor de
los mundos, que sigue habiendo hambre y guerra, “pero podemos mover los
brazos, las piernas y animarnos”. Es ambientación correcta para las noticias
del día. No hay que perder la calma. Después me parece una osadía escribir
del Espíritu de Dios. Los datos muestran que Dios no reina, que su proyecto
no interesa.
Es frecuente hoy esconder la esperanza como hicieron entonces los amigos del
crucificado. Hoy, como entonces, muchos idealistas son vencidos por la
lógica de los poderes de este mundo. ¿Es sensato seguir hablando de
recreación, de redención, de liberación? ¿Cuáles son los caminos de Dios?.
María ofrece la condescendencia de Dios en el mundo real. Dios recrea la
Vida en Ella; su “hágase” creyente, nos resuena como él “hágase” primero del
Espíritu creador. María es la estrella que anuncia siempre alguna
manifestación de Dios. El proceso que hace brotar la humanidad redimida,
iniciado en ella, culmina en tres experiencias significativas que vive esta
“mujer nueva”:
María con Juan al pie de la cruz: Aquella tarde de viernes, la madre del
ajusticiado permanece de pie junto a la cruz. Contempla la agonía de Jesús,
ve brotar el agua y la sangre del costado; todo se ha consumado. Y desde
aquella hora el Espíritu del Ungido de Dios se derrama y se comunica porque
se ha roto el cuerpo que lo contiene.
Santa María del Cenáculo baja al escondite de los amigos: Sentimos la
invitación a entrar en el grupo: “Mujer, ahí tienes a tu hijo... ahí tienes
a tu madre. El discípulo la recibió en su casa” (Jn, 19,26-27). La madre de
Jesús comparte su experiencia; en la fe recibió María la fuerza sencilla de
su existencia humana femenina (R. Guardini). La historia no mejora por la
fuerza, los poderosos no humanizan. Sólo maduramos en la acogida confiada y
agradecida del Espíritu de Dios.
María, “ llena del Espíritu Santo” es modelo de humanidad nueva; acrisolada
su experiencia de fe en el dolor de la pasión, es madre de la Iglesia. María
educa el recuerdo y la memoria cordial, la oración y la esperanza en la
promesa de Jesús; educa la experiencia de paz resucitada que florece en
concordia y comunión; ella hace posible que todos perseveren con un solo
corazón a la espera del Espíritu (Hechos, 1,14). Mujer alegre en su
servicio, dócil a la voz interior; fuerte para la activa propagación de la
palabra de Dios, como fermento en la masa, como luz sobre el candelero;
siempre nos lleva a la luz; “de nuevo es colmada de gracia en el nacimiento
de tu nuevo pueblo”. (Prefacio). ¿Vivimos en el Espíritu, con María?
Fuente: ciudadredonda.org
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