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El pastor, el posadero, la Virgen y el Niño
Padre José Luis Martín Descalzo
Si todos los pintores y literatos han encontrado siempre en los misterios de
la fe cristiana motivo de inspiración, está fuera de toda duda que la
hondura y el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios ha constituido
desde los primeros siglos del cristianismo una fuente inagotable para
pintores, poetas y escritores de todas las escuelas y de toda condición y
meridiano geográfico. Vienen hoy a estas páginas algunas de las más
sugestivas representaciones pictóricas de la Navidad, acompañadas de algunos
de los más sugestivos textos navideños tanto clásicos como de nuestro
tiempo.
Todo fue tan sencillo! El vino, simplemente. Me lo encontré llorando entre
las pajas, como si el sol hubiera entrado por la puerta de la gruta, sin
dolor. Y entonces... no podía creerlo.
Le esperaba distinto, un Dios enorme y resplandeciente, algo que señalase la
presencia divina.
Y era un niño. Era un niño. Sólo un niño.
Un niño que lloraba, que tendía inerme su boquita hacia mi pecho, que no
hubiera podido vivir sin mi ternura.
Y yo... no me atrevía casi ni a tocarle porque sabía que al otro lado de la
piel y la sangre estaba Dios latiendo, el mismo Dios que creó el universo.
Un discípulo: Y entonces vinieron los pastores.
María: Vinieron. Estaban medio locos de alegría. Contaron que mientras sus
ovejas pastaban en el campo, llegaron unos ángeles con luces y con cantos,
anunciando la gloria del niño que ha nacido.
Traían en los ojos el brillo del milagro y yo volví a entender que Dios era
sencillo y, nacido entre pobres, quería estar entre pobres y vivir
pobremente como ellos.
¡Y me gustó este Dios mucho más que el Señor de los ejércitos!
Y bendije a los cielos por el hermoso oficio de amamantar a Dios!
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