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La fe de María
Pedro Sergio Donoso Brant
En todos los relatos evangélicos se deduce la
fe de la Santísima Virgen Maria , sin embargo deseo detenerme en tres
importantes capítulos en los cuales se destaca la fe de la Madre de Dios.
MARIA VA A VISITAR A SU PRIMA ISABEL
Cuando María fue a visitar a su prima Isabel, esta le dijo: ¡Feliz la que ha
creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!"
(Lc 1,45), En efecto, Isabel, elogia a María, que creyó, por lo que se
realizarán en ella los misterios anunciados de parte de Dios. Con ello se
exalta la fe de María.
Porque María creyó, ésta fue su grandeza, este es el fundamento de toda su
alegría y felicidad, su fe, es decir María, es la Maestra de la fe. María ,
sin poder explicarse el modo como se iba a realizar el Plan de Dios, lo
acepta cuando se le anuncia. María con su fe, hizo que la obra de Dios fuera
una realidad.
María es La que ha creído y el acto de fe en el ángel, la constituye en
María, Madre de todos los creyentes en Jesús, nuestro Salvador. Esto no fue
oculto a Isabel, por eso llama a María, Quién soy yo, para que la madre de
mi Señor venga a visitarme? En otras palabras, reconoce a María como la
Madre Dios.
Bella enseñanza la de María , ella es feliz, es dichosa, porque ha creído,
porque ha aceptado la Palabra de Dios que llegó a su corazón.
EN LAS BODAS DE CANA
Jesús, aún no era conocido por milagro alguno, tampoco el se había
presentado como el Mesías, El primer grupo de sus pocos discípulos de ese
minuto, fueron invitados a la boda, como compañía de Jesús, algo que la
hospitalidad oriental permitía ciertamente.
En las bodas de los pueblos, los menesteres de la cocina y del banquete son
atendidos por las hermanas y mujeres familiares o amigas. Es lo que aparece
aquí en el caso de María. A ellas incumbe atender a todo esto. El vino es
tan esencial en un banquete de bodas en Oriente, que dice el Talmud: “Donde
no hay vino, no hay alegría.” Según los escritos de esa época, la duración
de las bodas era de siete días si la desposada era virgen, y tres si era
viuda. Durando las bodas varios días, los invitados se renuevan. Por que no
suponer además, la posibilidad de la llegada de huéspedes inesperados.
Es en este marco en el que se va a desenvolver la escena del milagro de
Jesús. La boda debe de llevar ya algunos días de fiesta y banquete. Nuevos
comensales han ido llegando en afluencia, tanto que las provisiones
calculadas del vino van a faltar. Jesús, como invitado esta ya con ellos en
la fiesta. Estando El presente, el vino llegó a faltar, algo esencial para
la fiesta y la vergüenza iba a caer sobre aquella familia. Probablemente se
debía de estar al fin de las fiestas de boda, cuando en algún aumento
imprevisto hizo crítica la situación. Y éste es el momento de la
intervención de María, que como amiga invitada de la familia, solidaria y
talvez ayudando en los enseres de la cocina, pudo estar informada a tiempo
de la situación crítica y antes de que trascendiese a los invitados,
discretamente se lo comunica a su Hijo, "No tienen vino".
Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha
llegado todavía". El decir “Mujer”, a su madre, esta palabra en labios de
Jesús no indicaría desamor o despego, sino solemnidad. Así dice a la
cananea: “¡Oh mujer!, grande es tu fe” (Mt 15:28), este término tiene un
matiz de ternura. Sin embargo, la respuesta de Jesús es una negativa a la
petición de María, por no haber llegado la hora de los milagros. Pero la
actitud de María ante su Hijo, por conocer como madre privilegiadamente el
corazón de Jesús, llena de confianza, sabe que será escuchada, da la orden a
los sirvientes de que hagan cuanto su Hijo les diga.
María, podría haber pensado en una solución mas humana, sin embargo ella se
dirige a su Hijo, Jesús aun no ha realizado ningún milagro en público, sin
embargo la fe en su hijo es absoluta. Juan Pablo II, en su catequesis
“María, modelo y guía en la fe”, escribe: “El milagro responde a la
perseverancia de su fe”.
MARIA AL PIE DE LA CRUZ
Relata el Evangelio de san Juan, 19:25-27 “estaban junto a la cruz de Jesús
su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena.
Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaban allí,
dijo a la Madre: mujer, he ahí a tu hijo, luego dijo al discípulo: he ahí a
tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Este relato, es exclusivo del evangelista Juan, entendemos, que se
encuentran allí presentes y de pie junto a la cruz de Cristo, su madre y la
hermana de la madre, llamada Maria de Cleofás, además de María Magdalena.
Esta escena debe de tener lugar poco antes de morir Cristo. Los soldados
tenían que custodiar de cerca a los crucificados, para evitar que los
desclavasen. Por eso estaban sentados allí (Mt 27:36). Al principio de la
crucifixión, un grupo de piadosas mujeres, entre las que está Magdalena,
estaban mirando de lejos (Mc 14:40). Posteriormente, María, con este grupo
de mujeres, entre las que está María Magdalena, está de pie junto a la cruz
(Jn 19:25). Esto hace suponer que ya debe de llevar mucho tiempo en la cruz
y que la muerte se acerca. Fue esto, seguramente, lo que hizo que el
centurión (Mc 15:44.45) les permitiese acercarse a la cruz. Ni el pequeño
grupo podía hacer nada en favor del moribundo, ante la guardia del
centurión, máxime cuando, posiblemente, los primeros síntomas de la agonía
comenzaban a acusarse.
Jesucristo mismo, desde lo alto de su cruz, quiso ratificar, por un don
simbólico y eficaz, la maternidad espiritual de María con relación a los
hombres, cuando pronunció aquellas memorables palabras: mujer, he ahí a tu
hijo. En la persona del discípulo predilecto confiaba también toda la
cristiandad a la Santísima Virgen.
En el dolor del Calvario, la fe de María permanece intacta, los sucesos
dramáticos del momento, son extraordinarios. Maria, al pie de la Cruz, María
mantiene una gran valentía, talvez sean los momentos mas duros, sin embargo
ella se mantiene de pie, ante esta dura prueba y mantiene absolutamente su
fe. Esto es, hasta el fin, ella no dudo que Jesús era Hijo de Dios.
Toda esta demostración de fe, se confirma luego a María con la resurrección
de Cristo.
Que la Santísima Virgen María , viva en sus corazones
Fuente:
autorescatolicos.org
La Cruz del 6 de abril de 1954
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