Los sentimientos de María

 

Padre Javier Leoz

 

Todos tenemos un plan marcado por Dios, para llevarlo a feliz cumplimiento.

En cierta ocasión, un aprendiz de arquitectura, fue convocado por un responsable de la profesión. Cuando llegó hasta el despacho, su jefe le dijo: "aquí tienes; este proyecto, lo tendrás que llevar a cabo en los próximos años" ¿En los próximos años -suspiró el alumno-? Sí, le contestó el profesor; este proyecto que te entrego es ambicioso y te llevará toda una vida. Si lo consigues, no te faltará ni felicidad interna ni bien material externo.

María, también pensaría para sus adentros que Dios, estaba loco. Que aquello era irrealizable. Pero, Ella, se fió.

A simple vista no estaba preparada, pero por delante, le quedaba toda una vida para llevar a cabo dos proyectos pensados para Ella: ser Madre de Dios y Madre de Cristo.

María no se dejó llevar por sus sentimientos. Se fió de Dios. Se puso a su disposición y, sobre todo, creyó en su Palabra.

María quiso, libremente por la fe, engancharse al tren de Dios y, con sus sentimientos de gratitud, de emoción y de alegría, encarriló con más entusiasmo todavía lo que Dios le anunció por el Angel.

¿Qué puede en nosotros? ¿La fe o los simples sentimientos?
¿Nos dejamos llevar, como María, por el tren de la gracia de Dios?
¿Qué es más fuerte? ¿Dios o los interrogantes que nos asedian?
Una flor, muy singular, podemos ofrecer en estas horas a María: que prevalezca Dios sobre nuestros sentimientos de decepción o deserción.

Fuente:  autorescatolicos.org