Madre del Buen Consejo

Gustavo Daniel D´Apice

 

El organismo de la vida sobrenatural es distinto del de la vida corporal y psíquica. 
 
La vida corporal se compone de sentidos y pasiones. 
 
La vida psíquica tiene la inteligencia, voluntad, memoria. 
 
La vida espiritual consta de la gracia y su desarrollo. 
 
La vida espiritual o sobrenatural aparece en el hombre, varón y mujer, desde su conversión o bautismo. Crece con las virtudes, los dones, los frutos y las bienaventuranzas del Espíritu Santo. 
 
Entre las virtudes hay tres teologales (fe, esperanza y caridad) que nos unen directamente con Dios. 
 
Luego hay 4 cardinales: Prudencia, justicia, fortaleza y templanza. 
 
La prudencia nos dice qué debemos hacer en el aquí y ahora. 
La justicia es dar a cada uno lo que le corresponde. 
La fortaleza nos permite superar los obstáculos que se interponen en nuestro camino del bien, y la templanza regula los apetitos sensibles y las pasiones. 
 
Luego hay, sin querer agotarlas a todas, unas 54 virtudes más, enumeradas por la tradición espiritual de la Iglesia. 
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Los dones del Espíritu Santo son 7: Sabiduría, inteligencia, ciencia, consejo, piedad, fortaleza y temor de Dios. Están en Isaías 10, 11. 
 
Los frutos, que son 12, están en Gálatas 5, 22-23, y son virtudes actuadas por los dones del Espíritu Santo y, por lo tanto, superiores a éstas. 
 
 Y mayores aún, como cumbre del desarrollo de la vida espiritual cristiana, están las Bienaventuranzas, citadas por Mateo 5, 1-11. 
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Pero hablemos de los Dones. 
 
El don de sabiduría nos hace gustar las cosas de Dios. El de inteligencia comprenderlas. El don de ciencia nos permite ver a Dios a través de la naturaleza, de sus obras. El de consejo nos da una palabra cierta para actuar aquí y ahora. 
 
El don de piedad nos hace experimentar que somos hijos de Dios. Nos da también un amor especial por la Patria, la familia, los padres. 
 
El don de fortaleza perfecciona aún más esa virtud, y el don de temor, es en realidad un don de amor: se teme ofender a Dios porque se lo ama, no por miedo al castigo ni por amor al premio que pueda darnos. Se lo ama porque sí. 
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Decimos que María es la Madre del Buen Consejo. 
 
María siempre estuvo movida, inspirada, por el Espíritu Santo, desde el momento en que éste la llenó de gracia en su Concepción Inmaculada. 
 
¿Cómo actuaba el Don de Consejo en María?: Haciéndole saber lo que tenía que hacer aquí y ahora en los casos concretos que le tocaban vivir., de acuerdo a la Voluntad de Dios. 
 
El Don de Consejo perfecciona la virtud de la prudencia: 
 
En lugar de considerar racionalmente las cosas, el alma en gracia recibe como una moción directa de Dios sobre lo que debe hacer o decir, aquí y ahora, y esa moción puede ser para ella misma o para los demás. 
 
Es una iluminación del Espíritu Santo sobre lo que se debe hacer o decir en cada caso concreto que se nos presenta (“No serán ustedes los que hablen: El Espíritu Santo lo hará por ustedes”, dice Jesús). ................................... 
 
El Don de Consejo tiene como efectos: 
 
Nos preserva de actuar equivocadamente. 
 
Nos resuelve con facilidad y acierto muchísimas situaciones difíciles e imprevistas. 
 
Nos inspira qué decir y cómo conducirnos ante los demás, sean estos iguales, superiores o inferiores a nosotros en los roles que nos tocan cumplir en la vida. 
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Pertenece a la bienaventuranza de los misericordiosos, porque precisamente nos inspira cómo tratar y qué decir también a los demás. 
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El Don de Consejo se opone a la precipitación en el obrar, a la obstinación en hacer lo que uno piensa por sí solo, y a la lentitud, ya que el Espíritu Santo requiere agilidad en el obrar cuando Él inspira. 
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¿Cómo fomentamos éste Don? 
 
Con humildad para reconocer nuestros límites y colocarnos en los brazos de Dios para que nos diga qué debemos decir y hacer. 
 
Lo fomentamos también reflexionando y no apresurándonos, esperando escuchar la Voz de Dios que nos manifiesta su Voluntad. 
 
También haciendo silencio, interior y exterior, para escuchar su Voz. 
 
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María, al pie de la cruz, se constituye en Madre espiritual de los cristianos. Como habíamos dicho, siempre ella estuvo inspirada por el Espíritu Santo, hasta el punto de ser su Esposa. 
 
Ella también es un camino seguro para fomentar el Don de Consejo en nosotros, ya que en ella actuaba en un nivel muy alto. 
 
María es un camino corto, seguro y fácil para seguir las inspiraciones del Espíritu, y principalmente lo que nos dice el Don de Consejo sobre qué tenemos que hacer o decir en la vida. 
 
María fue instrumento dócil y fiel del Espíritu Santo. 
 
El Rosario, el Ángelus, los primeros sábados, las fiestas marianas, son ocasiones para ponernos en contacto con ella y, a través de ella, con el Espíritu del Padre y del Hijo, que, con el Don de Consejo, nos dará la posibilidad de decidir a la luz de Dios lo que debemos hacer y decir en el aquí y ahora de nuestra vida, para nosotros y para los demás, dando a Dios la mayor gloria posible.