María, una flor que no se marchita

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

“Maria, necesito hablarte”, y se acerco junto a ella José inmediatamente llegada la mañana, <<Buenas noticias, regresamos a Nazaret>>.

Después de la muerte de Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: 20«Levántate, toma contigo al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño». 21José se levantó, tomó al niño y a su madre, y volvieron a la tierra de Israel. 22Pero al enterarse de que Arquelao gobernaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Conforme a un aviso que recibió en sueños, se dirigió a la provincia de Galilea 23 y se fue a vivir a un pueblo llamado Nazaret. Así había de cumplirse lo que dijeron los profetas: Lo llamarán ''Nazareno''.

Así fue como la Sagrada Familia, hizo sus preparativos para el feliz regreso a casa, talvez no era fácil regresar inmediatamente, especialmente cuando se es refugiado y la solidaridad crea amistades profundas, había transcurrido un buen tiempo, había una huerta que producía frutos de la tierra, una carpintería, herramientas, el horno de barro para hacer el pan, un molinillo para el trigo, el jardín, la casa en si y los amigos y esa atmósfera tan especial que cubría el hogar, cuidando del hogar los ángeles dejaban una sensación de gratificante paz, pero la obediencia de José, y el deseo de cumplir siempre la voluntad de Dios de María, le hacia preparar entusiastamente su cosas y compartir con los amigos lo que no es necesario llevar.

<<Vamos hijo, llego la hora de regresar>>, le dijo a su niño, y le preparó para el viaje por el desierto, hubo que preparar alimentos agua y abrigo, <<llevamos el burrito >>, pregunto el hijo, mientras los niños vecinos, los amigos y amigas de la familia se acercaba a despedirse.

Es así, como de pronto al lento paso del animal, caminaba ya José, había que unirse a las caravanas de los viajeros que viajaban a Jerusalén y otros lugares de Judea, María abrazaba a su Hijo, ya montada sobre el asno y pensaba con ilusión el volver a ver su familia, a la familia de José su esposo, así como Jose dabas gracias a Dios, por el retorno.

Animando el viaje, se oye cantar dulcemente a Maria, El Señor es mi pastor; nada me Faltará, en prados de tiernos pastos me hace descansar. Junto a aguas tranquilas me conduce. Confortará mi alma y me Guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú Estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me Infundirán aliento. Preparas mesa delante de Mí en presencia de mis adversarios. Unges mi cabeza con aceite; mi copa Está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me Seguirán todos los Días de mi vida, y en la casa del Señor, moraré por Días sin fin.

La vida en Galilea es tranquila y las fiestas importantes se realizan en Jerusalén, y en las Fiestas de Pascua, y otras importantes actividades, el país se moviliza por largas distancias, los hombres se preparan para sus caminatas junto al noble asno, que transporta a sus esposa o madres, los niños caminan junto a su padre.

Es así, como María ya ha hecho todos lo preparativos para partir, Jesús ya ha cumplido los 12 años, y esta deseoso, ir a la ciudad siempre es muy interesante, recorrer las calles con sus mercados, ver gente nueva, ver personas que llegan de tantos lugares, y las alegres situaciones que van sucediendo en el camino, especialmente los momentos de descanso y comida dentro de la ruta, generalmente compartidos con otros peregrinos.

Falta poco por llegar, las últimas estrellas están por desaparecer y se ven a lo lejos las altas techumbres de la ciudad, María le cuenta a su Hijo como se vive allí con tanto gentío, especialmente los días de fiesta, y le agrega las últimas recomendaciones, Jose escucha atentamente y asienta con la cabeza, mira, sonríe y aporta con sus sencillos consejos.

María, presiente al igual que toda madre, que es importante advertir las situaciones que generalmente ocurren hasta hoy día con los hijos cuando se esta de visita en la gran ciudad, que llevados por su interés, y por la natural distracción de los padres, a los que también les llama la atención las cosas novedosas, de repente no están juntos.

Además, Jesús ya tiene personalidad y conciencia de su misión, es así como el se va sólo a la casa del Padre, significado de una entrega completa a Dios, que ya había caracterizado su presentación en el templo.

Maria, será preparada como madre para el misterio de la Redención. 

María esta angustiada, donde esta mi hijo se pregunta, al igual que José, sufre los primeros tres minutos de dramatismo, luego las tres primeras horas. Según el relato de Lucas, en el viaje de regreso a Nazaret, María y José, después de unas horas de viaje, preocupados y angustiados por el niño Jesús, lo buscan inútilmente entre sus parientes y conocidos.

¡OH!, Dios Padre, donde estará mi Hijo, se angustia María, mientras la consuela su esposo José, y así pasan tres días dramáticos. “Jesús, al dejar partir a su madre y a José hacia Galilea, sin avisarles de su intención de permanecer en Jerusalén, Jesús los introduce en el misterio del sufrimiento que lleva a la alegría, anticipando lo que realizaría más tarde con los discípulos mediante el anuncio de su Pascua (JP II)”.

De regreso en Jerusalén y después de buscarlo por todas partes, María y José ingresan al templo, y quedan asombrados, ahí esta su Hijo, «sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles» (Lc 2, 46). María esta algo extrañada por su conducta, José lo observa y se sienta, esta algo cansado, han transcurridos tres días intensos, pero esta feliz, porque tiene frente a sus ojos a Jesús, «Todos los que lo oían estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas» (Lc 2, 47). Jesús, manifestando una sabiduría que asombra a todos los oyentes, comienza a dar a conocer ese diálogo, que será una característica de su misión salvífica.

Sin embargo para María, como su madre, es necesario preguntarle, «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando» (Lc 2, 48). Ella reacciona como la verdadera madre que es, muestra el sufrimiento que le causa no saber de su Hijo. «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía ocuparme de las cosas de mi Padre?» (Lc 2, 49)., «Mi Padre», refiriéndose al Padre celestial, ambos miran con cariño a José, quien entiende, a su hijo, y le hace saber su preocupación, en efecto, el esposo de María, reconoce la ascendencia divina de su hijo, pero no deja de lado su responsabilidad como padre que ha criado al niño, que le ha enseñado el arte de la carpintería, que ha jugado con él tantas veces, han cantado junto, ha vigilado su sueño, se ha preocupado de la calidez de hogar.

Pero, Jesús, le pide a sus padres, le permitan cumplir su misión donde lo lleve la voluntad del Padre celestial. «Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio» (Lc 2, 50).

María vivió profundamente este episodio,«conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón» (Lc 2, 51), así ella vincula los acontecimientos al misterio de su Hijo, tal como se le reveló en la Anunciación, y ahonda en ellos en el silencio de la contemplación, ofreciendo su colaboración con el espíritu de un renovado «hágase»

Así comienza una nueva etapa en el caminar de Maria, una madre que se pone al servicio de la Misión de su Hijo divino. 

<<Vamos amada mía, dice José>>, mostrando nuevamente lo justo que es, el no encuentra obstáculo en las cosa y obras de Dios, así han de estar dispuestos los hombres de Dios, colaborar, trabajar, vivir, convivir, por Dios y para Dios, de manera generosa.

Así los esposos, solo piensan lo importante es el plan de Dios, entonces siguen viviendo en Nazaret, con el día a día natural, el de madre que cuida de su Hijo según va creciendo, y atiende a su esposo hasta el día que la antecede y es llamado por el Padre.

Maria, hace sol sus labores rutinarias, esta la oración, la conversación con su Hijo, conserva en su corazón las cosas anunciadas, y con mucho amor sabe que esta haciendo el trabajo para Dios, por Dios y por la obra de Dios. 

El señor plantó en este bello jardín terrenal, una bella flor, fue la mas bella que se ha conocido, El sabia para que y porque, hoy nuestros ojos se rinden ante su pureza, su corazón, su ternura, sencillez y nobleza, así eres, flor de belleza, brindas felicidad al verte, produces paz el mirarte, eres pétalos de ternura, eres poema de hermosura, el aire se congratula de tenerte, el agua, se emociona al rociarte, la luz se emotiva al alumbrarte, eres flor que no se marchita, pétalos que no se caen, raíces que jamás se secan, en el jardín te veneran.