Santa María, fuente, riqueza y camino a Jesús

Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

 

¡María, la Madre de Dios y Madre nuestra, tuvo una fe increíble y grande! Ella no sabía cómo la Palabra se haría carne en ella, pero creyó en Dios, depositó en Él toda su confianza, obedeció y se sometió a Su voluntad. Por eso, María es la persona de más fe en la tierra.
A través del ángel Gabriel, la Palabra dice que María está llena de la gracia de Dios. Por eso es santa, santísima, es la persona que ha alcanzado el mayor grado de santidad en la historia. Tanto así que la Iglesia la proclamó "inmaculada", lo cual significa que jamás tuvo mancha original ni pecado alguno, ni aún cuando fue concebida en el seno de su madre. María fue conservada pura y limpia de pecado, porque Dios tenía derecho a escoger a una mujer santa para que fuera su madre. Jesús nació y creció en el hogar de María en Nazaret. La Palabra hecha carne, hecha hombre, se desarrolló, se hizo un hombre y se lanzó a predicar. Jesús convirtió a mucha gente predicando la verdad, hizo milagros y curaciones, y lo más importante, murió por amor a nosotros, nos salvó y nos redimió, rescatándonos de la muerte eterna muriendo Él en la cruz y resucitando. Si este hombre, Jesucristo, Hijo de Dios, fue así de maravilloso, tenemos que repetir aquella frase vieja y profunda-detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. ¡Y esa gran mujer es María! Jesús, siendo Hijo de Dios, humanamente recibió el amor maternal, los consejos, el apoyo, la fortaleza, la compañía y el amor de una mujer admirable, que se volcó en atenderlo, ayudarlo y formarlo. Si Jesús fue capaz de llorar ante las puertas de Jerusalén, de abrazar un niño, de vibrar ante el sufrimiento, fue porque era todo amor e Hijo de Dios. Pero también fue formado por una mujer tierna, cariñosa, amorosa, maravillosa, una madre ejemplar que formó un corazón tierno y maravilloso en Jesucristo. Aquel viejo concepto en psicología -uno es, en parte, lo que nuestros padres hacen de uno-se comprueba en Jesús.
Si una persona se dice cristiana y lee la Palabra de Dios, ¿cómo es posible que no llame a María bienaventurada por encima de cualquier otra criatura, que no diga que María está llena de gracia, cosa que dice la Palabra? Dios eligió a la más santa e inmaculada, a María. Por lo tanto, Él se siente contento y orgulloso de su madre, porque ella es santa, santísima. Pero Jesús se entristece mucho cuando rechazan y desprecian a Su Madre. Eso no le gusta a Jesús. ¿Acaso a alguno de ustedes le gusta que le digan que su mamá es una cualquiera? Si usted escucha a alguien decir eso, su reacción normal es ofenderse. Pero hay gente que, por desgracia, dice que María es una mujer cualquiera. ¿Por qué se duda de la santidad, la integridad y la virginidad de María? ¡Una mujer cualquiera, la madre de Dios! ¿Qué es esa infamia, esa ofensa, ese desprecio? El que ofende a una madre, ofende al hijo.
¡Para Dios, nada es imposible! Él creó este mundo de la nada y al hombre a Su imagen y semejanza. Si el universo entero vino de Dios, ¿por qué ponerle límites a Su poder? ¿Por qué no aceptar que siendo Dios tan bueno y amoroso hiciera que su Hijo, la Palabra, se hiciera carne en el seno de una mujer virgen, naciera y viviera 33 años predicando, haciendo el bien, muriendo en la cruz y resucitando por la salvación del mundo? ¿Qué es eso? ¡Si de Él proviene todo! ¿Cómo es posible que se acepte la encarnación, pero no se acepta que María fuera virgen sino que era una mujer normal, común y corriente y hasta cualquiera? ¿Acaso le van a quitar a Dios el derecho a escoger a su madre? ¿Por qué ser tan necios y empeñarnos en decir que para unas cosas Dios tiene poder y para otras no lo tiene? O creemos en la Palabra, tal como está escrita en la Biblia, o estamos manipulando la Palabra de Dios para hacer un dios a la medida. Quien se atreva a ponerle límites al poder de Dios, no entiende realmente quién es Él.
Con mucho orgullo, María es nuestra Madre, la queremos y con ella rezamos el santo rosario para recibir gracia y bendiciones de Dios. Tenemos en ella una Madre maravillosa que intercede por nosotros. No es ninguna diosa y no la adoramos como dios. Pero la queremos como Madre, la persona que tuvo mayor influencia sobre Jesús mientras vivió en la tierra. Ahora, en el cielo junto a Dios, nuestra Madre María es la persona que tiene la mayor influencia para interceder por nosotros. ¡María Santísima es el puente por medio del cual Dios nos bendice! Cristo Jesús nos dice que lo busquemos a Él, y la mejor manera de hacerlo es imitar a María que es nuestra Madre. La fe auténtica, como la de María, es la que dice, "creo en ti, Señor; espero en ti, Señor; confío en ti, Señor". Tú, Señor, tienes todo el poder. Contigo puedo vencer lo que sea porque contigo soy . . .. ¡INVENCIBLE!