La Pasión de María

 

 

Cardenal Francisco Javier Nguyen Van Thuan

 

 

Meditamos muy poco la Pasión de María. Raras veces pensamos en la espada que le atravesó el corazón, o en su dolorosa soledad en el Calvario cuando Jesús la entregó a otro. Quizás porque María se las ha ingeniado para escondernos sus sufrimientos y la agonía de su corazón con el silencio, la dulzura y la paciencia. Para nosotros, María es ante todo la Inmaculada, la Toda Hermosa, la Madre de Jesús. ¡ Y eso es verdad ¡ Pero con demasiada frecuencia olvidamos que también ella fue crucificada y que nunca ha habido dolor como su dolor.
  
Si algún día nos toca sufrir hasta sentir cómo se nos estremecen todos los huesos, hasta el delirio, quizás ese día podamos llegar a entender los sufrimientos de nuestra Madre... 
  
Entonces gracias a esos sufrimientos, seremos semejantes a ella, y su imagen de Madre dolorosa se imprimirá profundamente en nuestra alma. Como Madre toda hermosa, como Madre de todos los hombres por bondad de Dios, María sufre tanto por vivir separada de sus hijos, que nos ama todavía más y está más cerca de nosotros.