La presentación del Señor en el templo

 

 

Padre Javier Leoz

 

 

¡LUZ PARA LA OSCURIDAD!

Como María también nosotros presentamos esa luz, que es Jesús, en el candelero de nuestras manos

María lo hizo, no solamente porque la tradición mandaba, 

también desde el convencimiento que, aquel Niño, estaba llamado a horas más grandes y que, posiblemente, traspasarían su corazón con la espada más afilada del sufrimiento.

Como María, también nosotros, nos adentramos en el gran templo que es el mundo.

Sosteniendo, con luchas y fatigas, el peso de la fe que nos exige verdad y justicia, amor y alegría, entrega y compromiso, claridad, caridad y esperanza

Como María, también nosotros, necesitamos ser purificados:

- bucear desde la mediocridad a la perfección más alta

- saltar de la verdad a medias a la transparencia y veracidad de nuestras palabras

- alejarnos del relativismo que lo invade todo

- enterrar odios y divisiones que guerrean en nuestro corazón

- dinamitar las dudas que quieren cabalgar sobre las certezas o sobre la fe misma



¡LUZ PARA LAS NACIONES!

Nunca el mundo y sus negocios, el hombre y sus pretensiones han estado tan maquillados de color como vacíos de sentido 

ni presentados con tanto fuego de artificio

Necesitamos a un JESUS que es LUZ y que haga resplandecer los rincones más inaccesibles y más difíciles del ser humano

Necesitamos de este JESUS que va sembrando ilusión y paz en las calles por donde pasan los que son auténticos testigos y candiles de su reino

Necesitamos a un JESUS que sustituya aquellas lámparas que han sido apedreadas por las dificultades y las incomprensiones, por las vergüenzas o por los intereses que denunciaban.

Necesitamos de este JESUS que limpie las lámparas
que un día brillaron en todo su esplendor pero que, el paso del tiempo, las ha ido debilitando con el polvo de la apatía o de la indiferencia.

Necesitamos a un JESUS que dé urgentemente ese “fluído evangélico” que nos resulta imprescindible para aquellos/as que seguimos pensando

que es una respuesta para el momento que vivimos

Necesitamos de este JESUS que nos amarre fuertemente 

a ese gran portalámparas que es el Evangelio

Necesitamos a un JESUS que nos conecte directamente a esa gran central de amor y de ternura, de gratuidad y de misterios que es el cielo

Necesitamos de este JESUS que nos invada con esa energía (que no es nuclear, eólica ni hidráulica) que viene y nace del corazón que está unido a Dios por el Espíritu

Necesitamos a un JESUS para que, cuando nuestra vida haga cortocircuito, nos ayude a separar lo negativo de lo positivo, la verdad de la mentira, la tacañería del altruismo, la esperanza del abismo, la oscuridad de la luz.

Ante esta fiesta de la Presentación del Señor me gusta pensar que también la Iglesia, como Madre nuestra que es, nos presenta en sus brazos a cada uno de nosotros los cristianos de a pie para que allá donde nos encontremos seamos luz y no apagón, alegría y no caras largas, ilusión y nunca pesimismo, fe antes que incredulidad, etc., en medio de esa gran templo que es el mundo pero que parece querer sostenerse en sí y por sí mismo lejos de ese cimiento fundamental y sólido que es DIOS

Fuente: autorescatolicos.org