Subes María hasta el mismo Dios

 

Padre Javier Leoz

 

En cierta ocasión un deportista, después de haber dado más que suficientes muestras de su gran juego en el deporte, fue llamado por el Presidente del Comité Internacional Olímpico y le dijo: “sube a este estrado para que todo el mundo reconozca tus méritos y tu buena deportividad”. El deportista sonrojado contestó: “¿yo?...no merezco tales honores....he sido uno más en el equipo.” El máximo responsable deportivo le apostilló: “has sido uno más...pero tu humildad y tu saber jugar en equipo, tu honestidad y tu nobleza, tu valentía y tu dar cabida a los otros....han hecho algo nunca visto en el terreno de juego”. El deportista, en medio de una fuerte ovación general, fue obligado a subir escaleras arriba a un gran estrado preparado para los triunfadores.
En el corazón del verano María atraviesa las nubes y las estrellas, el sol y la mismísima luna para ser coronada por el mismo Dios: ES EL DIA DE SU ASUNCIÓN 
Es elevada hacia la presencia del Padre porque supo estar con el corazón del hombre. 

Asciende hacia una realidad que nos trasciende porque, poco le importó, vivir y convivir en medio de la condición humana.

Hoy, María, es puesta sobre el podium celeste. Es ceñida con aquella corona que lejos de brillar en oro y plata resplandece en sus sienes adornada por las estrellas que le hicieron grande en la tierra:
-LA ESTRELLA DE LA OBEDIENCIA. Nadie como ella se abrió a los planes de Dios. Dijo un “sí” sin condiciones ni tregua. Se decidió aún sin entender ni comprender. Su Asunción es un motivo para replantear nuestro orgullo y nuestra soberanía. Nos cuesta mucho menos decir que hacer, mandar que obedecer.
-LA ESTRELLA DE LA SENCILLEZ. Brilló en la oscuridad de la gruta de Belén y...brilló por la meditación de los misterios de Dios. Acogió sin reservas ni segundas intenciones la voz de Dios. La Asunción de nuestra Madre es interpelación a ser menos complicados...a buscar el camino de la sencillez como un ascensor que nos presenta en la antesala del mismo Dios.
-LA ESTRELLA DE LA FIDELIDAD. Su vida fue un punto y seguido. Su “sí” no fue luego un “no”. Su coherencia y su confianza en Dios fue como un trampolín que ilumina el sentido de su Asunción. Santa María pone al descubierto nuestro excesivo apego por la tierra...y nuestra inconstancia o devaluación por aquello que viene del cielo.
-LA ESTRELLA DE LA FE. Creyó sin condiciones y brindó sus entrañas, como si fuese una playa virgen, para que DIOS se hiciera dentro de su seno rostro de hermano. Ella sigue siendo brújula y Patrona de la Fe de tantos pueblos y ciudades que hoy la elevan en el pavés de sus hombros.
-LA ESTRELLA DE LA PERSEVERANCIA. Caminó hasta el final. Quiso ponerse al servicio de una causa (la Encarnación) y ni los malos ratos ni las incomprensiones la derrumbaron . No solamente vencen los primeros atletas sino también aquellos otros que , por encima de todo, saben llegar hasta el final. ¿María no fue acaso de estos?
-LA ESTRELLA DE SU DOLOR. No todo fue en su vida camino de rosas ni campo con abundancia de trigo sin cizaña. Saboreó la soledad y las pruebas. Pero...en aquella que tanto amó nunca se impuso como dueño el dolor sobre la esperanza. María es aquella enfermera a la que muchos hombres y mujeres acudimos cuando la fortaleza se viene abajo, cuando la enfermedad nos debilita.
-LA ESTRELLA DE SU MATERNIDAD. Hizo posible la luz de Dios, en la noche más estrellada de toda la historia en Navidad. En Belén y al pie de la cruz Jesús nos la dejó eternamente Madre. ¿Por qué llorar cuando sabemos que siempre hay un hombro donde recostar nuestra cabeza y un oído donde contar nuestras penas?
-LA ESTRELLA DEL ESPIRITU SANTO. Madre de la Iglesia...Madre de aquellos Apóstoles que mirando al cielo, y teniendo en medio a Santa María, recibieron el soplo como fuerza de lo alto. Ella, en este 15 de agosto, es razón de vida en miles de nombres, de cientos de parroquias que se conmueven bajo su advocación, de millones de cohetes que suben y hacen estallido en lo más alto del universo. No es para menos...María sube a los cielos empujada por la brisa del Espíritu Santo del que tantas veces se fió y aupada por Salves y romerías, procesiones y novenas, cánticos y auroras madrugadoras.
-LA ESTRELLA DE SU ALEGRIA. ¡Desde ahora dichosa me dirán todas las generaciones!. Teniendo tan poco (Dios era su mayor riqueza) era inmensamente feliz. Su dicha fue sentir los latidos de Dios en su interior. En su Asunción nos dice que la alegría no siempre está en lo que se ve sino en lo que se intuye y se vive en lo más profundo del corazón. Hoy, campanas enloquecidas, voltearán gozosas por aquella que con los brazos abiertos entra en la ciudad de la alegría y nos reserva un lugar para cuando, el día de mañana, detrás de Ella intentemos entrar nosotros.
-LA ESTRELLA DE SU TESTIMONIO. Se puso en camino...no podía parar quieta. ¡Era tan grande su vida en Dios!. En su Asunción contemplamos sus servicios prestados a la causa de Jesús y vemos su carné de identidad: SOY TODA PARA DIOS. Ella nos enseña que los brazos cruzados no son herramientas para realizar un agujero como entrada en el cielo. 
-LA ESTRELLA DE SU BELLEZA INTERIOR. Aquella que a Dios enamoró...aquella que volvió a Dios loco. María fue el hechizo del Creador y en Ella se fijó. También lo sigue siendo en la vida de la Iglesia, de las parroquias, de congregaciones religiosas, de fiestas patronales. Hoy, 15 de Agosto, todo brilla en su honor pero...¿podemos afirmar que todo lo que decimos, hacemos y festejamos es de verdad en su honor? ¿le gustará? ¿es belleza mariana costumbres y actos, programas y actitudes que decimos realizar en su honor?
-LA ESTRELLA DE SU COMPAÑÍA. Siempre estuvo al lado de quien más le necesitaba. Su esposo..su hijo...sus parientes...su pueblo y ¡cómo no!: SU IGLESIA. Hoy nos sigue, desde el cielo, acompañando. Es aquel faro en el que la comunidad eclesial se fija para no perder el rumbo. Desde hace muchos siglos el pueblo sencillo, y siglos después oficialmente, gritamos a los cuatro vientos que Santa María fue tan grande que hasta la tierra se resistió a acogerle para su corrupción.

¡Miremos hacia el cielo!. Tal vez, si lo hacemos con los ojos de la Fe, veremos que Santa María marca un sendero entre el cielo y la tierra por el que todos estamos llamados a subir y contemplar lo que Ella misma hoy nos descubre: LA GLORIA DEL MISMO DIOS.

Feliz día de la Asunción de Ntra Sra


Fuente: autorescatolicos.org