El Akathistos

 

Padre Jesús Martí Ballester

 

 

El sueño constante de Juan Pablo II, es reunir a todos los creyentes en Cristo, como la gallina cobija a sus hijuelos bajo sus alas. Sus iniciativas han sido muy variadas: Encargar la redacción del Vía Crucis del Coliseo, a una religiosa luterana, y a un Patriarca Ortodoxo. Recitar el Evangelio en rito romano y en rito oriental y en lengua griega, con sus coros en San Pedro. También intenta unir las dos Europas del Este y del Oeste, primero con la designación de Patrones de Europa, junto con San Benito, a los eslavos Cirilo y Metodio. Y este mismo año, uniendo a los tres a una mujer judía, Edith Stein, también como Patrona. Y para el Gran Jubileo del 2000, la inclusión del Akáthistos, de la liturgia bizantina. Y en el orden universal, la oración de Asís con todas las religiones del Orbe. "Que sean uno, para que el mundo crea". Ante la deserción de lo trascendente, la presencia visible de la fe. Y por el mismo camino andan las innumerables canonizaciones y beatificaciones de su Pontificado, que superan las declaradas por todos los pontífices de todo el siglo que se acaba. Es el reclamo del Ausente, haciéndolo de mil formas Presente. 

LA NOVEDAD DE LA RECITACIÓN DEL HIMNO AKATHISTOS 

Supongo que serán no pocos los fieles que se preguntarán ¿qué es eso del AKATHISTOS? Es lo que voy a tratar de explicar en este reportaje, a petición de varios lectores. En la Iglesia de Oriente es muy majestuosa la consideración general que se tiene a María, la Panagia, la Toda Santa, la personificación de la Sabiduría, la Madre de Dios. En la primera oración de Santa María Egipcíaca, se da un rasgo muy notable con la inspiración de ofrecer la Virgen María a Dios, en garantía, considerada, como el goel hebreo. Y la idea de que la Virgen María es nuestra abogada tiene un significado mucho más fuerte que el de nuestro socorro y nuestro consuelo, que es el sentido de intercesión, y todavía más: el de que María rescata a los pecadores sustituyéndose por ellos. Aparte de que María tiene la misión de dirigir a las almas que recurren a Ella. 

EL AKATHISTOS, HIMNO DE LA LITURGIA DE SAN BASILIO 

San Basilio, Basileos en griego, es Padre de la Iglesia, y fue Obispo de Cesarea en Capadocia, y hermano de San Gregorio de Nisa. Trabó una entrañable amistad con San Gregorio Nacianceno en Atenas y fue el iniciador de la vida cenobítica en Oriente. Los católicos orientales, gozan una liturgia especial, que todavía sobrevive, con mucho colorido, con iconos, luces, cantos e incienso. Apunto esta atmósfera, porque todo este ambiente es el cuadro en que se origina la composición del Himno del siglo VI, que comento. La idea repetida de gozo y alegría que refleja tiene su origen en el saludo de Gabriel, "Jaire", verbo griego, que significa que se le desea alegría y júbilo a quien se le dirige. En la liturgia y la piedad latinas el Ave es sólo un saludo, pero los orientales perciben en la palabra del ángel nuestro Gaude, es decir, Alégrate. 

El AKATHISTOS, se celebra en la Iglesia Bizantina y en la de todos los tiempos, como una especie de Auto Sacramental, que tiene algunos puntos de contacto con nuestro Rosario, aunque es más imaginativo y brillante. Es una obra maestra de literatura y de poesía, y una altísima expresión contemplativa de alabanza a la Virgen Madre, a la THEOTOKOS, que nació más en el corazón de la Iglesia, que en la racionalidad. Es más Anima, que Animus, en la parábola de Paul Clodel. El Himno no tiene nombre propio, ni título, y su nombre AKATHISTOS, significa la actitud de "estar en pie". Es decir, que hay que escucharlo de pie, signo exterior de atención reverente, como se escucha en la liturgia el Evangelio. Su autor es desconocido. Todo el Himno, representa un comentario litúrgico del dogma de la Maternidad divina de María, proclamado en Efeso en el año 431, y en Calcedonia en el 451. Consta de dos partes, con doce estrofas cada una. En la Iglesia Bizantina se canta en el día de la Anunciación, o de la Encarnación del Hijo de Dios, y en todos los sábados de Cuaresma, especialmente en el de la 5ª semana, día de la celebración de la fiesta del AKATHISTOS. 

EN LA IGLESIA DE OCCIDENTE ERA CONOCIDO 

Desde muy antiguo era conocido en la Iglesia de Occidente y ha conseguido hacerse popular en las traducciones de las lenguas modernas. En Roma se cantó el AKATHISTOS por primera vez, el 7 de junio de 1981, fecha del 1550 aniversario del Concilio de Efeso, en la Basílica Patriarcal de Santa María la Mayor, y el dos de febrero de 1982, en la Basílica de San Pedro, ante la presencia del Sumo Pontífice. En la actualidad se canta en el Seminario de Valencia y alguna vez en la Catedral 

INTRODUCCION AL HIMNO Y SU "LEIMOTIV". 

Se le dice a María: "Tú eres un motivo de alegría para toda criatura, para el coro de los ángeles y del género humano. ¡Oh llena de alegría! Templo Santo. Paraíso espiritual. Gloria virginal, Pues de ti es de quien Dios ha tomado carne, y de quien se hizo niño pequeño, Aquel que, desde antes de los siglos, es nuestro Dios. Así, pues, de tus entrañas El ha hecho un trono, y ha vuelto tu seno más amplio que los cielos. 

La belleza de esta obra magnifica, se mantiene a lo largo de las doce partes de que está compuesto, y que contienen trece invocaciones. Aquí se manifiesta ya el desarrollo de la liturgia oriental, aunque sin haber alcanzado todavía un esplendor demasiado sublime en el que nuestras miradas no pueden ya soportar tanta luz. Hoy es atribuído a San Germán, patriarca de Constantinopla desde el año 715 al 729, y significa un fragmento litúrgico que se canta sin sentarse, estando de pie. El sistema adoptado: es la contemplación de los misterios de María, evocados cada uno por una antífona tras la cual, estalla en alabanzas. Es algo parecido a nuestro Rosario, pero más poético y escenificable. La variedad de las aclamaciones, viene a ser como una serie de letanías. Pero aunque esta gran devoción tan creativa, es viril y recia, y exenta de afectación vulgar en la expresión de sus sentimientos. Y ya conocidos los prenotandos, podemos leer con fruición y fruto seguro, el Himno. 

AKATHISTOS 

Antífona I 
Oh Guía victoriosa, nosotros, tus servidores, liberados de nuestros enemigos, te cantamos nuestras acciones de gracias. Tú, que posees el poder invencible, líbranos de todos los males, a nosotros que te decimos: Ave, Esposa inmaculada. 

Eikos - Estrofa I 
El ángel fue enviado del cielo para decir a la Madre de Dios: Ave. Y, asombrado al ver que ante esta palabra inmaterial el Señor se encarnaba, permaneció ante ella clamando así: 

Ave, resplandor de alegría. 
Ave, destructora de la maldición, 
Ave, relevo de Adán caído, 
Ave, Tú has enjugado las lágrimas de Eva, 
Ave, cumbre inaccesible al pensamiento humano, 
Ave, abismo impenetrable incluso a los ojos de los ángeles, 
Ave, trono del Rey celestial, 
Ave, portadora del que lo lleva todo, 
Ave, estrella que anuncia el Sol, 
Ave, seno de la encarnación divina, 
Ave, renovadora de toda creatura. 
Ave, Tú en quien adoramos al Creador, 
Ave, Esposa inmaculada. 

Antífona II 
La Santísima, conociendo su pureza, osaba decir a Gabriel: ‘Tu palabra tan gloriosa es difícil de admitir por mi alma, pues ¿cómo hablas de un nacimiento sin concepción ordinaria, clamando Aleluya?" 

Eikos - Estrofa II 
La Virgen, procurando comprender lo que es inaccesible a la razón, dice al ángel: "¿Cómo de un seno inmaculado podrá nacer un Hijo, dímelo?’ Y él, con la mayor veneración, la llamaba así: 

Ave, misterio de la indecible Sabiduría, 
Ave, fe de los que solicitan el silencio, 
Ave, principio de los milagros de Cristo, 
Ave, dueña de sus mandamientos, 
Ave, escala celeste por la que Dios ha descendido, 
Ave, puente que conduce hacia el cielo a aquellos que están sobre la tierra, 
Ave, milagro proclamado por los ángeles, 
Ave, herida gimiente de los demonios, 
Ave, Tú que has generado la Luz indecible, 
Ave, maestra que rebasa toda enseñanza, 
Ave, cima que sobrepasa la razón de los más sabios, 
Ave, Tú que iluminas el espíritu de los creyentes, 
Ave, Esposa inmaculada. 

Antífona III 
La Fuerza del Altísimo cubrió con su sombra a la Esposa no desposada para hacerla fecunda; y señaló en su fértil seno su dulce morada, fuente de salvación para todos los que cantan: Aleluya. 

Eikos - Estrofa III 
La Virgen, llevando a Dios en su seno, fue a casa de Isabel. cuyo hijo se regocijó al reconocer a Aquella que saludaba a su madre, y tanto por sus saltos como por su alegría, clamó a la Madre de Dios: 

Ave, rama de la Vid incorruptible, 
Ave, cosecha del Fruto inmortal, 
Ave, autora del Bienhechor de los hombres, 
Ave, Tú que has engendrado al Sembrador de nuestra vida, 
Ave, campo que produce la abundancia de beneficios. 
Ave, festín que ofrece la plenitud de pureza, 
Ave, florecimiento del paraíso que nos alimenta. 
Ave, Tú que has ordenado el refugio de nuestras almas, 
Ave, incensario agradable de oraciones, 
Ave, purificación del universo, 
Ave, benevolencia de Dios para con los mortales, 
Ave, audacia de los mortales ante Dios, 
Ave, Esposa inmaculada. 

Antífona IV 
El casto José, interiormente turbado por una tempestad de dudas. sabiéndote sin esposo y no comprendiendo, oh Purísima, se enteró de que Tu habías concebido por el Espíritu Santo y gritó: Aleluya. 

Eikos - Estrofa IV 
Los pastores, al oir cantar a los ángeles la venida del Señor encarnado, corrieron hacia El como hacia su Pastor, y viéndole como un puro Cordero alimentado por María, le cantaron a Ella, diciendo: 

Ave, Madre del Cordero y del Pastor, 
Ave, majada de las ovejas espirituales, 
Ave, tormenta de los enemigos invisibles, 
Ave, acceso a las puertas del paraíso. 
Ave, Tú, por quien los cielos se regocijan con la tierra. 
Ave, Tú, por quien la tierra se alegra con los cielos, 
Ave, boca nunca silenciosa de los Apóstoles, 
Ave, firmeza invencible de los Confesores, 
Ave, afirmación inquebrantable de la Fe, 
Ave, ciencia radiante de gracia, 
Ave, Tú, por quien se despoja el infierno, 
Ave, Tú, por quien nos revestimos de gloria, 
Ave, Esposa inmaculada. 

Antífona V 
Los Magos, al observar la estrella dirigida por Dios, siguieron la vida de luz y, teniéndola ante ellos como una antorcha, por ella conocieron al Rey poderoso y alcanzaron al Inaccesible, y llenos de dicha le cantaron: Aleluya. 

Eikos. Estrofa V 
Los niños de Caldea, viendo en los brazos de la Virgen a Aquel cuyo poder ha creado al hombre, y reconociendo en El al Señor, aunque oculto bajo el aspecto humano, se apresuraron a servirle con una ofrenda de presentes clamando a la Bienaventurada: 

Ave, Madre de la Estrella sin crepúsculo. 
Ave, aurora del día misterioso, 
Ave. Tú que apagas la hoguera de seducción, 
Ave. Tú que iluminas el misterio de la Trinidad, 
Ave, Tú, que destruyes el dominio del inhumano atormentador, 
Ave, custodia de Cristo Señor, amigo de los hombres 
Ave, Tú que nos libras de la servidumbre de los bárbaros, 
Ave, Tú, que nos liberas de las obras de las tinieblas. 
Ave, Tú, que extingues la adoración del fuego de las pasiones, 
Ave, Tú, que calmas el fuego de las pasiones, 
Ave, maestra de castidad para los fieles, 
Ave, alegría de todas las generaciones humanas, 
Ave, Esposa inmaculada. 

Antífona VI 
Los Magos. portadores del mensaje divino, volvieron a Babilonia después de haber realizado la profecía y haber proclamado ante todos a Cristo. Abandonaron al falso Herodes, que no habla querido aprender de ellos a cantar: Aleluya 

Eikos - Estrofa VI 
Tú, Señor, Luz de Verdad, al brillar en Egipto has expulsado las tinieblas de la mentira. pues sus ídolos, oh Salvador, no han podido resistir a Tu fuerza, y han caído. Librados de ellos, cantamos a la Madre de Dios: 

Ave, Tú que has reparado la humanidad, 
Ave, Tú que has destruido a los demonios, 
Ave, Tú que quebrantas el poder seductor. 
Ave, Tú que has roto el engaño de los ídolos. 
Ave, mar que devora al Faraón del espíritu, 
Ave, piedra que ha calmado la sed de los sedientos de la vida. 
Ave, columna de fuego que guía en las tinieblas, 
Ave, protección del mundo más grande que el firmamento, 
Ave, alimento y reserva de maná celestial, 
Ave, ofrenda de alegría santa, 
Ave, tierra prometida. 
Ave, Tú de quien fluyen la miel y la leche, 
Ave. Esposa inmaculada. 

Antífona VII 
Cuando Simeón deseaba abandonar este mundo seductor, Tú, Señor, apareciste allí, ante sus ojos, bajo el aspecto de un Niño y él reconoció en Ti al Dios de perfección. Venerando tu sabiduría indecible, clamó: Aleluya. 

Eikos-Estrofa VII 
A nosotros creados por El, el Creador nos ha mostrado una obra nueva de creación, desarrollándose en un seno íntegro, y conservándolo inmaculado, a. fin de que al contemplar este milagro cantemos a la Virgen. diciendo: 

Ave. flor de la incorrupción, 
Ave, corona de la castidad, 
Ave, resplandor de la resurrección, 
Ave, imagen de la vida de los ángeles, 
Ave, árbol de frutos de luz que alimentan a los fieles, 
Ave, árbol de follaje bondadoso en donde muchos se abrigan, 
Ave, Tú, cuyas entrañas han llevado al liberador de los cautivos, 
Ave, Tú, que has engendrado al Guía de los extraviados, 
Ave, Tú que obtienes misericordia del Juez de equidad, 
Ave, remisión de muchos pecados, 
Ave, vestidura de fortaleza para aquellos que estaban desnudos, 
Ave, Amor vencedor de todos los deseos, 
Ave, Esposa Inmaculada. 

Antífona VIII 
Al contemplar el nacimiento milagroso, desatemos nuestros pensamientos del mundo, elevémoslos hacia el cielo, pues para esto el Dios Supremo ha aparecido sobre la tierra, como un humilde hombre. Ha sido para atraer hacía las alturas a los que le cantan: Aleluya. 

Eikos-Estrofa VIII 
El Verbo indescriptible estuvo en las regiones inferiores sin abandonar los cielos, pues su descenso fue divino, su paso (en la carne) se efectuó sin ruptura (de la carne) por la Virgen divinamente elegida que le dio a luz, y que nos oye clamar: 

Ave, tabernáculo del Dios inconmensurable, 
Ave, puerta del misterio sagrado. 
Ave, confusión de los infieles, 
Ave, gloria reconocida por los fieles, 
Ave, trono sagrado del que se asienta sobre los querubines, 
Ave, casa gloriosa del que se asienta sobre los Serafines, 
Ave, Tú ve unes lo que estaba opuesto, 
Ave, Tú que unes la virginidad y la maternidad, 
Ave, Tú que desatas las ligaduras de la falta 
Ave, Tú que abres el paraíso, 
Ave, llave del reino de Cristo, 
Ave, esperanza de los bienes eternos, 
Ave, Esposa Inmaculada. 

Antífona IX 
Todos los ángeles admiraban el gran misterio de la Encarnación, al ver al Dios inaccesible convertido en hombre accesible a todos y residiendo entre nosotros, y oyéndonos a todos cantar: Aleluya. 

Eikos - Estrofa IX 
Los oradores más ilustres son mudos como los peces para hablar de Ti, oh Madre de Dios, pues no pueden explicar cómo, conservando tu virginidad, has podido dar a luz. Y nosotros admirando con asombro este misterio, te cantamos con fe: 

Ave, tabernáculo de la Sabiduría de Dios, 
Ave, tesoro de su providencia, 
Ave, Tú que haces aparecer insensatos a los sabios, 
Ave, Tú que convences de la falta de sentido que tiene la astucia de las palabras, 
Ave, porque los que buscan el mal son confundidos, 
Ave, porque los idólatras han muerto, 
Ave, Tú que has desgarrado las redes atenienses, 
Ave, Tú que has llenado las redes de los pescadores, 
Ave, Tú que nos apartas de los abismos de la ignorancia, 
Ave, Tú que iluminas tantas inteligencias, 
Ave, navío de los que quieren salvarse, 
Ave, ensenada en las navegaciones de la vida, 
Ave, esposa inmaculada. 

Antífona X 
El Bienhechor que adorna todo, queriendo salvar el mundo, vino a él según su promesa. Dios, nuestro Pastor, vino a nosotros como un hombre, llamándonos a EL por esta semejanza. El nos escucha cantarle como nuestro Dios: Aleluya. 

Eikos - Estrofa X 
¡Oh Madre de Dios y Virgen!, Tú eres el muro de protección de las vírgenes y de todos los que han recurrido a Ti, pues el Creador del cielo y de la tierra lo ha hecho así, ¡oh Purísima!, al entrar en tu seno y al enseñarnos a todos a invocarte: 

Ave, columna de virginidad, 
Ave, puerta de la salvación, 
Ave, maestra del adelanto espiritual, 
Ave, dispensadora de la gracia divina, 
Ave, Tú has renovado a los que estaban concebidos en la vergüenza, 
Ave, porque Tú has instruido a aquellos cuyo espíritu se había perdido, 
Ave, Tú que alejas al corruptor de los pensamientos, 
Ave, Tú que has dado a luz al Sembrador de pureza, 
Ave, palacio de esponsales inmaculados, 
Ave, unión de los fieles al Señor, 
Ave, delicioso alimento de las vírgenes, 
Ave, Tú que atavías a las almas santas con su vestido nupcial, 
Ave. Esposa inmaculada. 

Antífona XI 
Es vano que nuestros cantos se esfuercen en extenderse a la multitud de tus numerosos beneficios, ¡oh Rey Santísimo!: aunque Te los hiciésemos tan numerosos como los granos de arena, no alcanzarían nunca de una manera digna lo que Tú nos has dado a nosotros que Te cantamos: Aleluya. 

Eikos - Estrofa XI 
Como la antorcha encendida que ilumina a les que están en tinieblas, así vemos a la Virgen Santa. Ella enciende la llama inmaterial. Ella enseña el conocimiento de lo divino. Ella ilumina el espíritu como una aurora y es a Ella a quien veneramos en esta llamada: Ave, rayo de sol espiritual, 

Ave, astro de luz que no se pone. 
Ave, relámpago que ilumina a las almas, 
Ave, centella que aterroriza a los enemigos, 
Ave, Tú que haces brillar a las luces radiantes, 
Ave, Tú que haces correr a los ríos abundantes, 
Ave, Imagen viva del agua del bautismo, 
Ave, Tú que lavas las manchas del pecado., 
Ave, Tu que limpias nuestras conciencias, 
Ave, vaso que extrae la alegría, 
Ave, olor de los perfumes de Cristo, 
Ave, vida de alegría misteriosa, 
Ave, Esposa inmaculada. 

Antífona XII 
El que borra los pecados de los hombres, habiendo querido cubrir con su gracia todas las deudas antiguas, vino El mismo a los que se habían apartado de su gracia y, desgarrando las ataduras de nuestros pecados, oye elevarse hacia El este canto nuestro: Aleluya. 

Eikos - Estrofa XII 
¡Oh Madre de Dios!, cantaremos tu maternidad, te glorificamos como un templo vivo. En efecto, en tu seno mora El que contiene todo en su mano. Santifícanos, ilumínanos, enséñanos a clamar hacía Ti: 

Ave, morada del Dios Verbo, 
Ave, Santa más santa que los santos, 
Ave, arca dorada por el Espíritu, 
Ave, tesoro de vida inagotable, 
Ave, corona gloriosa de los reyes piadosos, 
Ave, alabanza gloriosa de los sacerdotes devotos, 
Ave, columna inquebrantable de la Iglesia. 
Ave, muro indescriptible del imperio, 
Ave, Tú que das las victorias, 
Ave, Tú que dispersas a los enemigos, 
Ave, curación de mí cuerpo, 
Ave, salvación de mi alma, 
Ave. Esposa Inmaculada. 

Antífona XIII 
Oh Madre tan cantada, que has dado a luz al Verbo santo por encima de toda santidad, acepta la ofrenda presente, libra de todo mal y de los tormentos futuros a todos los que claman hacia Tí: Aleluya.

Fuente: autorescatolicos.org