María, Reina de la Paz y del Santísimo Rosario

 

Antonio Ceballos Atienza, Obispo de Cádiz y Ceuta, España

 

 

Mis queridos diocesanos:

La paz es un don de lo alto que hay que pedir con insistencia. El Santo Rosario es un medio apto para pedir el don de la paz. Os invito a rezarlo con el espíritu que aparece en la hermosa Carta Apostólica que nos ha regalado el Papa Juan Pablo II.

1. Mayo, mes de María, en el Año del Rosario

La llegada del mes de mayo, mes de María, en la mitad del camino de este año que el Papa Juan Pablo II ha querido proclamar Año del Rosario (cf. RVM 3) es una buena ocasión para recordaros el valor de esta oración a la Virgen María, llamada, en palabras del Papa, a "favorecer en los fieles la exigencia de contemplación del misterio cristiano" y "que forma parte de la mejor y más reconocida tradición de la contemplación cristiana" (cf. RVM 5), además de ser un instrumento válido para "implorar de Dios el don de la paz" y para pedir por la familia "célula de la sociedad, amenazada cada vez más por fuerzas disgregadoras" (cf. RVM 6), como dos de las urgencias más claras en este momento de la historia humana.

2. Tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús

Efectivamente el Rosario es, antes que nada, una escuela de oración. Ligado desde sus orígenes a los monasterios y a la predicación de los dominicos, fue siempre uno de los caminos para poner ante los creyentes el Misterio Pascual de Cristo y avivar en ellos el deseo de vivirlo. Con esa finalidad nació y ese es su sentido en todos los momentos de la historia "contemplar con María el misterio de Cristo" (cf. RVM 3). Ella es "modelo insuperable de contemplación" (cf. RVM 10) que "guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón" (cf. Lc 2,19; 2,51). Ella es "maestra incomparable en la peregrinación de la fe" (cf. RVM 14), y Aquella que mejor ha vivido lo que San Pablo escribió a los cristianos de Filipos, como maravilloso resumen del Misterio de Cristo y de la vida de los creyentes en Él, y en donde encuentra su cimentación bíblica esta práctica de oración vocal y mental (cf. Flp 2, 5-11):

- Tened entre vosotros sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús. El Rosario como camino para contemplarle con los ojos de su Primera Discípula y para configurarnos con Él (cf. RVM 15).

- El cual, a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos. Es el gozo que produce la Encarnación del Hijo de Dios, el sentido de la vida oculta, y vivida en el silencio y en la entrega, y el fundamento de los Misterios gozosos (cf. RVM 20).

- Y así, actuando como un hombre cualquiera. Pero siendo en su actuar durante los años de su vida pública, "luz del mundo" (cf. Jn 9,5) y manifestación del amor del Padre a todos los hombres, es también contemplado en los misterios luminosos, que el Papa Juan Pablo II ha incluido en la ordenación del Santo Rosario, como Aquel que hace presente en el mundo el Reino de Dios anunciado por los profetas y esperado por todos (cf. RVM 12).

- Se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Finalidad de los Misterios dolorosos y de la contemplación de Cristo en el "culmen de la revelación del amor y de la fuente de nuestra salvación" (cf. RVM 22).

- Por eso, Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo- nombre, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble... y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor. Razón y sentido de los Misterios gloriosos, que alimentan en nosotros la esperanza de alcanzar la plenitud del Reino de Dios (cf. RVM 23).

3. El Rosario, compañero en el camino de la fe y devoción que armoniza con todos los miembros de la familia

La contemplación del misterio de Cristo en los misterios del Rosario es, además, un modo eficaz para "abrirse más fácilmente a un conocimiento profundo y comprometido de Cristo" (cf. RVM 24).

Un camino fácil y un método de oración sencillo para todos. Ya el Papa Pío XII en su Discurso a los recién casados, el 9 de octubre de 1941, hablaba del Rosario de los niños, que repiten lentamente con aplicación y esfuerzo, pero ya con tanto amor, el Padrenuestro y las Avemarías que la madre pacientemente les ha enseñado... Rosario de la joven, ya mayor, alegre y serena, pero al mismo tiempo seria y pensativa acerca de su porvenir que confía a María... Rosario del joven, ya aprendiz, estudiante, agricultor que se prepara trabajando valerosamente, para ganar un día el pan para sí y para los suyos... Rosario de la madre de familia, de la obrera, de la campesina: sencillo, sólido, usado ya desde mucho tiempo que acaso no puede tomar en la mano sino a la noche, cuando bien cansada de su trabajo, encontrará todavía en su fe y en su amor fuerza para rezarlo... Rosario del padre de familia, del hombre trabajador y enérgico que nunca olvida llevar consigo su rosario, juntamente con su pluma estilográfica y el cuaderno de los negocios, y no se avergüenza de rezarlo con devota sencillez en aquellos momentos arrancados a la tiranía del trabajo profesional... Rosario de los ancianos, aproximándose al término de una vida empleada en buenas obras, alterna con inagotable abnegación los pequeños servicios que todavía puede prestar con sus numerosas decenas de Avemarías, que repite sin cansarse con su rosario... Rosario del moribundo, apretado como último apoyo entre sus manos temblorosas, mientras en torno a él los seres queridos lo rezan en voz baja... Rosario de la familia entera, rezado en común, entre todos, pequeños y grandes, que reúne por la noche a los pies de la Virgen a los que el trabajo del día haya separado; que los reúne con los ausentes y con los desaparecidos, cuyo recuerdo se aviva en una oración fervorosa que consagra de esta manera, el lazo que los une a todos, bajo la protección de la Virgen Inmaculada y Reina del Santo Rosario (cf. L´Osservatore romano, 9 de octubre de 1941).

4.El Rosario, fuente de plegaria y de súplica

Pero además, el Rosario de la Virgen ha sido siempre el camino utilizado en la Iglesia para pedir a Dios ayuda en las necesidades del mundo y de su Pueblo Santo. El Papa León XIII, a quien siempre se consideró el "Papa del Rosario" junto a San Pío V, el 24 de diciembre de 1883, mandó añadir en la Letanía la invocación "Reina del Santísimo Rosario" como "perpetuo recuerdo de la ayuda impetrada de su purísimo corazón en todas partes... y para perenne testimonio de la esperanza sin límites que en la amantísima Madre ponemos" (cf. Acta Leonis, III n.299) y él mismo decretó al año siguiente, en agosto de 1884, que "desde el 1 de octubre hasta el 2 de noviembre, en todos los templos parroquiales y santuarios dedicados a la Madre de Dios... se recen diariamente al menos cinco decenas del Rosario y las letanías" (cf. Ibid, IV, 123) porque "nuestras más vivas y firmes esperanzas están depositadas en la gloriosísima Reina del Rosario, la cual, tan pronto como comenzó a ser invocada con este título, se mostró prontamente dispuesta a remediar las necesidades de la Iglesia y del pueblo cristiano" (cf. Ibid,VII,191 en ASS XX 209).

La historia de nuestra ciudad de Cádiz y de nuestra Diócesis habla elocuentemente del poder intercesor del Rosario de la Virgen, y de las veces que por su medio hemos recibido ayuda y gracia de Dios todos los que en esta tierra peregrinamos hacia el Reino de Dios.

Con razón lo llama el Papa "cadena dulce que nos unes con Dios". Y con el mismo sentido de confianza en el poder de esta oración y el poder intercesor de María, a esta manera de pedir confía "la causa de la paz en el mundo y la de la familia" (cf. RVM 39-41) enseñando a todos que es una oración orientada por su naturaleza hacia la paz, porque en ella se contempla a Cristo "nuestra paz" (Ef 2,14), y porque con su recitación se promueve la caridad para con todos los que injustamente sufren en el mundo las consecuencias de la guerra y la violencia, alentando en todos el deseo de ser constructores de paz y de justicia.

Y del mismo modo se confía al Rosario de la Virgen a las familias. Esta práctica fue siempre una "oración de la familia y por la familia", y lo es porque las reúne en torno a Cristo, ayuda a los padres a rezar con sus hijos y por sus hijos, enseñándoles a todos a perseverar en su práctica y a descubrir la riqueza de este modo de rogar.

5. La oración más evangélica y la que mejor renueva en nosotros la "presencia de María"

La actualidad de esta oración se encuentra en su carácter evangélico. El Rosario es una oración evangélica. El Padrenuestro y el Avemaría están tomados del Evangelio. La alabanza al Padre, al Hijo y al Espíritu ayudan a profesar la fe. Todos los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos aparecen en la narración de los Evangelios, exceptuados la Asunción de la Virgen y su Coronación como Reina, que también son verdades de nuestra fe nacidas del Evangelio. Con razón Pío XII lo llamó "un compendio de todo el Evangelio", frase feliz recogida por Pablo VI y Juan Pablo II.

La disminución de su práctica es también consecuencia de la disminución del conocimiento del Evangelio y del poder de la oración, así como de la reducción de la fe a las prácticas menos comprometidas. Pero también esta crisis ha tenido una función renovadora y purificadora, y hoy esta escuela de vida cristiana se ha visto revalorizada por el Papa Pablo VI quien en la "Marialis Cultus" señaló su índole evangélica, su carácter contemplativo, su vinculación a la Liturgia de la Iglesia y su valor como medio para acrecentar el sentido de las familias. Y el testimonio personal del Papa Juan Pablo II que ha llamado al Rosario "mi oración predilecta", ha querido que sea el eje de sus encuentros con los jóvenes y el modo más explícito de orar con ellos y por ellos, como lo ha hecho en su última visita a nuestra nación en este mes de mayo, y que en la "Redemptoris Mater" nos enseñó que "la recitación diaria del Rosario nos hace estar un rato con María, nos hace pensar en Ella, la hace presente en nuestra vida. Porque el Rosario es una oración a María y una oración con María. Es la oración de María con nosotros, que nos hace meditar en los misterios que Ella rumiaba en su corazón durante su vida terrena (cf. Lc 2,19), y que continúa contemplando en el cielo porque son misterios de vida eterna. Si abandonamos la práctica del Rosario, la Santísima Virgen está menos presente en nuestra vida, se nos hace más lejana. Es verdad que pueden existir otras devociones marianas, pero el Rosario es un medio sencillo y avalado por la recomendación de los Papas, para encontrarnos cada día con María. Lo necesitamos".

6. Un tesoro que recuperar con la alegría del que lo encuentra

Hago, por último, mías las palabras del Papa en su Carta Apostólica sobre el Rosario de la Virgen, llamando a todos, sacerdotes, religiosas y religiosos, agentes de la pastoral en nuestra Diócesis, profesores y maestros en nuestras escuelas, personas consagradas y creyentes de toda condición, para que todos tomemos con confianza el rosario entre nuestras manos y descubramos su valor evangélico y su acompasarse con las necesidades de nuestro tiempo y de nuestras familias.

7. Devoción abierta

Como ha dicho el Papa Juan Pablo II, el Rosario es una devoción abierta hacia la tierra, hacia las necesidades de cada persona, hacia todos los problemas humanos, de la familia, de la comunidad nacional e internacional.

En estos momentos de amenaza para la paz del mundo, os recuerdo que el Rosario es la "gran plegaria dirigida a María, la Reina de la Paz", a fin de que interceda para que reine entre nosotros y en el mundo entero la paz. Nuestro Rosario del presente mes de mayo y de octubre, y de todos los meses del año, tiene que estar abierto a esas sombras que amenazan actualmente la convivencia pacífica en la humanidad.

Que la Madre bendita del Rosario sea ahora la que nos ayude a reencontrarnos con Cristo y con Ella gracias al Rosario, don de Dios a su Iglesia.

Reza por vosotros, os quiere y bendice,

+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

Cádiz, 13 de mayo de 2003.