La Epifanía de María

 


Vicente Taroncher, capuchino

 

 

La fiesta de la Epifanía o manifestación de Jesús a los pueblos gentiles como salvador de todos los hombres, tiene su origen en los primeros siglos del cristianismo en la liturgia de oriente; era la fiesta paralela a la Navidad, que se inicia en occidente 

Este plan de Dios de la salvación universal, fue revelado por Dios en el Antiguo testamento, principalmente a través del profeta Isaías:“Caminarán las naciones a tu luz... mira: todos se reúnen y vienen a ti”, Is. 60, 3, se manifiesta en tiempos mesiánicos con la adoración de los magos, llegados de Oriente y que vieron en Jesús, nacido de María Virgen al redentor de todos los hombres. La Epifanía de Jesús es también la epifanía de María que se manifiesta a los magos como madre del Salvado y corredentora universal. 

Los magos, sabios en astrología, no daban explicación científica al fenómeno astrológico de una estrella aparecida en el firmamento y le dieron una interpretación bien mágica bien espiritual del anuncio del nacimiento de un súper-hombre (¿un profeta?, ¿un rey?, ¿un guerrero?, ¿un magnifico gobernante que traería la paz universal?...) y que era esperado en Israel. 

Y, movidos por una sana curiosidad, siguiendo el movimiento de la estrella, se pusieron en camino, arriesgando toda clase de peligros y fatigas, con tal de encontrar a ese hombre recién nacido que traería la salvación, no sólo a Israel, sino también a todos los hombre. 

Llegados a Jerusalén, esperaban encontrar allí respuesta a los muchos interrogantes que les había sugerido la aparición de la estrella. Pero ¡qué sorpresa! Encontraron allí una ciudad dividida por las distintas tendencias sociales y religiosas y profundamente preocupada por la dominación romana. Y, tras entrevistarse con Herodes, continuaron viaje a Belén donde les informaron que encontrarían al recién nacido que buscaban. 

En Belén encontraron el testimonio de los pastores que habían recibido el anuncio del. ángel y escuchado el canto de paz a los hombres de buena voluntad. Un pastor, como estrella rutilante, les condujo a la nueva morada de María. 

Los magos entraron en la casa y “ENCONTRARON AL NIÑO CON MARIA SU MADRE”. La escena les impactó: ¿Cómo aquel niño de escasos meses pobre y desvalido, podía ser el rey de los judíos? Los evangelios no nos hablan del diálogo de María con los magos, pero lo hubo, al igual que con Isabel, con los pastores, con Ana la profetisa y con el anciano Simeón y que nosotros podemos recomponer analizando el contexto histórico del plan salvífico de Dios de aquellos días. 

Los magos, en su incipiente y vacilante fe, preguntaron a María por el origen y destino del niño. Y María les manifiesta: “Todo es obra del Señor y yo, como esclava, me sometí a su voluntad y acepté ser la madre del salvador de los hombres”. ¿Pero es éste – añadieron los magos - el rey que espera el pueblo de Israel?.”Si ,contestó María, en este niño se cumplen las promesas que Dios hizo a Abraham a favor de su pueblo y que anunciaron los profetas como salvador de todas las gentes; El es la luz del mundo que ilumina a todo hombre, redimiéndole de sus pecados”. 

Pero los magos que todavía esperaban ver en el niño un poder temporal, insisten: ¿Y cuando comenzará a reinar? Y María les responde abiertamente: “El Hijo de Dios, este niño que contemplan vuestros ojos, es el siervo de Yahvé que tiene que padecer mucho para redimir a su pueblo, pero yo estaré a su lado, y, según me anunció el anciano Simeón, mi alma será traspasada por una espada de dolor. Y vosotros sois entre los gentiles la primicia de la salvación. 

Los magos, hechizados por las palabras de María, reconocieron la divinidad de Jesús y, postrándose ante el niño, le adoraron ofreciéndole oro, incienso y mirra. 

La Epifanía del Señor esta íntimamente ligada a la Epifanía de su Madre, que, por voluntad divina, es necesaria en el misterio de la salvación de los hombres. 


Fuente: El Propagador, Capuchinos, Valencia, España