La Sagrada Familia

Fray José María Prada Dietes, O.P.

 

Homilía

Hoy terminamos felizmente el año. Felizmente, porque estamos con vida. Miles y millones de seres humanos murieron, muchos a manos de los hombres y en condiciones lamentables. Y solamente Dios sabe si estaban preparados espiritualmente para morir. La vida que tenemos hasta este instante, es una gracia especial de la misericordia de Dios. En el momento en que él corte el hilo de la existencia, el cuerpo va a la tumba y el alma al lugar que ha merecido. Ni siquiera la hoja de un árbol cae al suelo sin que Dios lo quiera o lo permita. El nos ha mantenido en la vida hasta este instante para que vivamos en su gracia y merezcamos la vida eterna. Y además de la vida, nos ha dado el pan de cada día, la salud, la inteligencia y y toda suerte de bienes sobrenaturales que son infinitamente más valiosos de los bienes terrenos.Por esto, debemos darle gracias a Dios.

Ahora pasemos a lo que nos dice el prólogo de san Juan. Habla del Logos, o de la Palabra o del Verbo de Dios, la segunda persona de la Sma trinidad. Dice que existe antes de la creación del mundo, de su influencia en la creación, de su acción entre las criaturas y exalta de manera especial su encarnación, fuente de toda gracia. El prólogo de san Juan, que acabamos de leer, era un himno que cantaban los cristianos de los primeros tiempos en sus oficios litúrgicos.

San Mateo y san Lucas empiezan sus evangelios con la historia del nacimiento terreno de Jesús. San Juan, enseña que el Verbo de Dios se remonta aún más allá del tiempo, hasta confundirse con la existencia eterna de Dios. Nos da a entender que el Verbo es Dios, es una persona divina distinta del Padre. Aquí se empieza a diseñar ya el misterio de la Sma Trinidad. Dirá más tarde san Pablo: “Hay un solo Dios, el Padre, del cual todo procede y un solo Señor, Jesucristo, por medio del cual todo fue hecho ( Col 1, 16 ).

Luego añade san Juan: “Cuanto existe, en el Verbo tuvo la vida”. Esto significa que cuanto en el mundo posee vida, tiene su fuente y su origen en el Verbo. Es decir, la vida que el Verbo posee es la misma que trae en sí, una vez encarnado y que transmite a los hombres, y sin esta vida la humanidad queda sumida en la muerte. La misión principal del Verbo en el mundo, es comunicar la vida divina y la vida material a todos los seres que existen en el cosmos. Por lo tanto, cuando el Verbo encarnado se retira de un ser vivo, este es un ser muerto,desaparece.

Este regalo de la vida del Verbo a la humanidad, lo describe san Juan con la figura de la luz: “El Verbo era la luz verdadera que ilumina a todo hombre...La vida era la luz de los hombres y la luz resplandece en las tinieblas”. Con esto enseña san Juan la obra creadora y reveladora del Verbo en carne humana, durante su existencia en la tierra, pero también como Señor glorificado después de su resurrección, cuya presencia se continúa en la Iglesia a través del ES enviado por él.

Esta acción del Verbo encarnado, se compara a la luz que ilumina a los hombres que andaban en tinieblas y en sombras de muerte. Por tinieblas se entiende, la lamentable situación religiosa y moral de los hombres a la que fueron a parar por haberse apartado del Creador. Pero los hombres prefirieron seguir viviendo en las tinieblas, bajo los poderes hostiles a Dios, encabezados por satán

A los que lo recibieron, les dio el poder de ser hijos de Dios. Por la gracia del bautismo, nosotros somos engendrados, hechos hijos de Dios y hermanos de Jesucristo. Este es el primogénito entre muchos hermanos. No llegamos a ser hijos de Dios, de una manera simbólica sino real. Podemos decir con toda propiedad, que por nuestras venas corre la misma sangre de Dios, su Espíritu, porque en el bautismo recibimos su gracia que es su misma vida divina. De ahí la dignidad de los bautizados y el respeto que debemos tenernos a nosotros mismos y a los demás, porque todos somos hermanos e hijos de Dios y animados por un mismo Espíritu..
El Verbo se hizo carne. Carne significa el hombre débil y mortal. Esto indica el realismo de la venida del Hijo en la humanidad. En el AT la presencia de Dios en su resplandor poderoso, ningún hombre podía contemplar; entonces se ocultaba en la nube y ahora en su humanidad que se transparenta algunas veces en la transfiguración o en los milagros que son “señales” de que Dios mora y actúa en Cristo. actualmente está en las especies consagradas y en el alma del hombre justo.

31 de diciembre por la noche

Terminamos el año viejo y empezamos el año nuevo. A “año nuevo vida nueva”, dice la cancíón.En este deseo coïncidimos todos: creyentes y no creyentes, buenos y malos, justos y pecadores, no así en su contenido. El hombre carnal, que vive sin fe, difiere mucho del creyente fervoroso.. El mundano, sin Dios, quiere pasarlo bien en la tierra, quiere “sacarle jugo a la vida”, sin pensar en el más allá. El justo, también quiere pasarlo bien en este mundo, sin que le falten los bienes materiales y esta es una sana aspiración y Dios así lo quiere, pero hay una gran diferencia porque este piensa que lo fundamental está en lo eterno, en el cielo y actúa de acuerdo a esa filosofía. Unos y otros difieren pues, en el sentido profundo de sus vidas.

Las diferencias en las actuaciones entre buenos y malos, las alcanzamos a palpar en las celebraciones sagradas de navidad, fin de año y principios de la cuaresma, que está ya a las puertas. Para los mundanos son dias de carnaval, de bacanales, de escándalos, borracheras, vicios y pecados. Ellos tienen toda la razón de “sacarle el jugo a la vida” y son consecuentes con la manera de pensar de los mundanos de todos los tiempos: “comamos y bebamos que mañana moriremos” Para ellos no tiene ningún sentido el abstenerse de estos placeres carnales.

Los hombres de fe también se alegran por estos misterios pero son otros sus motivos y sus celebraciones. Se alegran porque Dios se hizo presente entre los hombres, de un modo nuevo; porque el Dios invisible se hizo visible al tomar nuestra naturaleza humana, porque así compartió nuestra misma vida, asumió en todo nuestra humanidad y recostruyó lo que estaba caído y para llamar al reino de los cielos al hombre sumergido en el pecado ( 2° presfacio de Navidad ). Y celebra estos misterios en los actos litúrgicos, con la eucaristía, en que lo pasado se hace presente con todas las fuerzas salvadoras.

Nuestro interés no tiene como fin criticar a los malos y ensalzar a los buenos. Nuestro deseo es que tomemos conciencia de lo que Dios ha hecho por nosotros y de las riquezas que ha puesto en nuestras manos hasta este momento para que iniciemos una vida verdaderamene nueva. No nos sentemos a lamentar lo que no hicimos este año que termina. Ya se esfumó y “lo que fue, fue” Del futuro, tampoco disponemos y está en las manos de Dios. De lo único que disponemos, ahora y durante toda nuestra vida, es del instante presente. Este sí lo ha despositado Dios en nuestras manos. El momento presente es muy valioso, vale oro,y del empleo que hagamos de él, dependerá nuestra suerte eterna, feliz o desgraciada. Atesorad, pues tesoros en el cielo, dice el Señor, donde no los roban los ladrones y los roe la polilla.

Muchos de nosotros, dice san Agustín, nos parecemos a los cuervos del Africa cuando grasnan diciendo: cras, cras..y en latín significa: mañana, mañana. Siempre decimos mañana haré esto o aquello; todo lo dejamos para mañana y nunca empezamos “No dejemos para mañana lo que podamos hacer hoy” .El Señor siempre nos llama y nos apremia y solicita nuestra amistad. Un himno muy antiguo de cuaresma traduce bellamente este llamamiento que Dios nos hace y la negativa nuestra: “Qué tengo yo que mi amistad procuras? Qué interés se te sigue, Jesús mïo, que a mi puerta; cubierno de rocío, pasas las noches del invierno oscuras? Cuántas veces el ángel me decía: alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía. Y cuántas, hermosura soberana: mañana te abriremos, respondía, para lo mismo responder mañana”.

Es tan importante el hacer este propósito de empezar ya una vida nueva, de convertirse así sin condiciones, que cuando uno lo hace con todas las fuerzas de su alma, dice santa Teresa, la gran maestra de la oración, uno ya tiene recorrido la mitad del camino. Esto es lo que Dios quiere, en este momento para tomarnos en sus manos y conducirnos por el camino de la santidad. No le tengamos miedo a Dios. El se ha comprometido con nostros y este es el sentido de la encarnación del Verbo en nuestra naturaleza humana y del nacimiento de la Virgen un día en Belén, para llevarnos consigo al cielo.

Fuente: Opcolombia.org