La Sagrada Familia

José María de Miguel OSST

Celebramos hoy, en este domingo dentro de la octava de la Navidad, la fiesta de la Sagrada Familia, y está muy bien puesta aquí esta fiesta, porque ¿quiénes son los protagonistas de la Navidad? En el centro está el recién nacido, Jesús, el Hijo de Dios, que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajo del cielo y se hizo hombre. Junto a él está su madre, María: en su seno virginal se encarnó por obra del Espíritu Santo para nacer y morir por nosotros. Y está también san José en el misterio de la Navidad: él es el hombre justo escogido por Dios para proteger y cuidar de su Hijo y de la Madre de su Hijo, María de Nazaret. Esta es la Sagrada Familia que hoy celebramos: Jesús, María y José. Es la Familia que Dios nos propone como ejemplo, como modelo, como punto de referencia de lo que es o debe ser una familia cristiana. En la oración que hemos rezado al comienzo de la Misa el ejemplo de la Sagrada Familia se concreta en dos aspectos principales: en las “virtudes domésticas” y en la “unión en el amor”.

¿Cuáles son esas “virtudes domésticas” de la Sagrada Familia que se nos proponen como ejemplo a imitar? La primera y más importante se refiere a la ‘dimensión religiosa’ de la vida familiar. En el centro de un hogar cristiano debe estar siempre Dios; el hogar cristiano debe ser como una ‘iglesia familiar’ donde se reza a Dios, donde se enseña a amar y respetar a Dios. En el hogar de la Sagrada Familia de Nazaret estaba Dios ciertamente, el Hijo de Dios hacia quien dirigían sus pensamientos, sus miradas y todo su amor María y José. Si Dios estuviera en el centro de las familias, ¡de qué otra forma se entendería y viviría la vida familiar! ¿De dónde proceden tantas rupturas, tantos fracasos matrimoniales, dónde está la raíz de los malos tratos y la violencia en muchos hogares? En la ausencia de Dios, en la falta de amor y respeto a Dios y a sus mandamientos que se nos han dado para proteger y defender la dignidad humana. Son cada vez más los hogares en los que los niños crecen sin que sus padres les enseñen a rezar, a amar a Dios, a respetar su santo Nombre; en algunos casos, incluso en la misma casa aprenden los niños a blasfemar de Dios. Dios que ha creado al hombre y a la mujer para que sean uno, Dios es el fundamento de la familia, por eso cuando este fundamento se rechaza o no se tiene en cuenta, no hay que extrañarse que se derrumbe el edificio familiar con facilidad.

La Sagrada Familia es también para nosotros modelo, ejemplo, por su “unión en el amor”. Una familia permanece unida cuando el amor preside las relaciones familiares, cuando cada uno de los miembros actúa teniendo en cuenta el bien de los demás, cuando cada uno procura la felicidad del otro, cuando cada miembro sabe comprender y disculpar las debilidades o fallos de los demás. Claro que esto sólo es posible si manda el amor en el corazón del esposo, de la esposa y de los hijos. Los problemas empiezan cuando se avinagra el vino bueno del amor y se torna amargo como el egoísmo. El egoísmo en el padre, o en la madre, o en los hijos, es el camino, la puerta por donde entran las desavenencias, los choques y enfrentamientos, y en última instancia, la ruptura y quiebra de la vida familiar. La Familia de Nazaret vive estrechamente unida porque las relaciones entre sus miembros están fundadas en el amor, la confianza y el respeto mutuo. Pues así es modelo y ejemplo para nuestras familias: porque en la Sagrada Familia Dios está presente, realmente presente, vitalmente presente, porque en aquel hogar se invocaba a Dios, se meditaba su Palabra, se amaba y respetaba la voluntad de Dios que siempre quiere nuestro bien y felicidad más que nosotros mismos. La Familia de Nazaret es ejemplo y modelo para todas las familias porque en este hogar nunca penetró el egoísmo; al contrario, siempre reinó el amor: el amor es fuente de felicidad, el egoísmo cultiva el rencor y el rechazo del otro.

Señor Jesús, tú que amaste a tus padres y fuiste amado por ellos, afianza a todas las familias en el amor y la concordia, y haz que Dios sea honrado, amado y respetado en todas nuestras familias.

Fuente: Trinitarios.org