Maria, modelo en la evangelización 

Padre Cándido Pozo, S.J

 

En el último número de su Exhortación apostólica Catechesi tradendae, Juan Pablo II propone a María como modelo de acción evangelizadora. El Papa nos recuerda que en el Sínodo de octubre de 1977 se oyeron en el aula expresiones que proclamaban a María "catecismo viviente" o "Madre y modelo de los catequistas"_. Y así es con toda justeza. A nivel de ciencia humana adquirida, Jesús aprendió de Ella su propia religiosidad de judío piadoso. "En su regazo y luego escuchándola, a lo largo de su vida oculta en Nazaret, este Hijo, que era el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, ha sido formado por Ella en el conocimiento humano de las Escrituras y de la historia del designio de Dios sobre su Pueblo, en la adoración al Padre"_. 
Pero María, como dijo San Agustín profundamente, es "Madre" y, a la vez, "discípula"_. De Jesús adolescente recibe María "unas lecciones que conservó en el corazón" (cf. Lc. 2, 51)_
En toda acción evangelizadora habrá que aprender de María, amorosa donación enseñante como la que Ella dedicó a Jesús, y apertura discente, aunque nuestros evangelizados no sean nunca tan buenos maestros como el suyo (entre ellos y El hay una distancia infinita). En todo caso, íqué mal maestro es el que no aprende nada de sus discípulos!_. La imitación de María en la Evangelización es tanto más urgente cuanto que la Evangelización tiene algo de función maternal. Así la describió San Pablo dirigiéndose a los Gálatas: "Hijitos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo se forma en vosotros" (Gal. 4, 19).