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He aquí la esclava del Señor...
Padre Felipe Santos Campaña SDB
Texto:
"He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra"(Lucas 1,38)
“Comentario:
Me imagino que estarías contenta y feliz en tu
habitación Sencilla, pobre pero limpia. Notas que de pronto se ilumina con
un resplandor que nunca habías visto en tu vida de adolescente,
edad tan dada a sentir las maravillas que se presentan en lo
físico y en tu caso, en tus anhelos espirituales de consagrar a
Dios tu virginidad.
Y ante estos instantes de ensueño, percibes con tus finos oídos
que alguien te habla y te dice:
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo"
¿Cuál fue tu reacción ante este extraño saludo?
Me sentí turbada en todo mi ser entero. No sabía nada de
cuanto me hablaba. Una joven como yo, no muy culta, siente
algo extraño que recorrió por todo mi cuerpo, ágil como el de
una gacela.
Tan rara debí ponerme, que el mensajero me vio postrada y
al mismo tiempo tan llena de emoción que bien pronto me
dirigió de nuevo la palabra para consolarme
"No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios".
¿Cuál fue tu actitud ante estas palabras?
Tuve una sensación tan viva en mi ser que no puedo
describirla. Por una parte, me sentía alegre, viva, emocionada
y pletórica de algo divino que se apoderaba de mí misma. Es
la experiencia sublime que sufren todos los consagrados a
Dios en su vida.
Sí, es cierto, pero tu caso fue especial.
Lo fue. No lo puedo negar. No todo el mundo tiene la suerte que tuve yo. Y
sin merecerlo. Nadie merece nada ante los ojos de
Dios. Yo era una chica adolescente como otra cualquiera,
tan sólo que, en contra de la corriente de mis amigas y
compañeras que deseaban ser madres por si de ellas nacía el
Mesías, yo iba a contracorriente de ellas en cuanto que ya
había hecho voto de virginidad.
¿Te gustaba ir a contracorriente de la moda de tus amigas?
No exactamente. Desde pequeña y sobre todo cuando recibí la educación
religiosa de mis padres- buena gente de verdad-
comprendí que mi futuro estilo de vida se inclinaba más bien
por la entrega total a Dios.
¿Cómo vieron tus padres esta entrega tan joven a Dios?
Pienso que muy bien. Ellos vivían muy a fondo la fe en
Dios y esperaban como todos los paisanos del pueblo de Nazaret que
la promesa de la llegada del futuro Rey de Israel nacería de
una chica de aquel pueblo. No se opusieron en nada a mis deseos.
¿Sabes que hoy se ve la virginidad entre las chicas como una tontería sin
sentido?
Me imagino . Los tiempos han cambiado. En mi tiempo
pasaba lo mismo. La chica quiere ser madre y el chico ser
padre. Pero siempre había un respeto grande por el don de la
pureza o virginidad en todos los tiempos. Es algo especial que
Dios concede a quienes quiere: en mí y en tantas chicas y
chicos como existen hoy en el mundo.
¿Cómo notaste que el Señor estaba contigo?
Una luz intensa brilló en mi alma. Mi rostro se iluminó con
toda la belleza propia de esta edad. Mi cuerpo y
mi alma se
convirtieron en un sagrario habitado por Dios. Pero, en
el
fondo, me surgían dudas como cuando la luz del sol se ve
oculta por densos nubarrones.
Y ante este problema, de nuevo el mensajero me habló con
voz dulce pero tan clara y tan fluida que sentí
su
comunicación como un rayo que me inundó completamente.
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