Sin Pecado

Padre Felipe Santos Campaña SDB

Texto: “María es una tierra en la que no se ha introducido la espina del pecado. Al contrario, ha producido el retoño por el que el pecado ha sido arrancado de raíz. Es una tierra que no ha sido maldita como la primera, fecunda en espinas y cardos, sino que es una tierra sobre la que ha descendido la bendición del Señor, y su fruto es bendito, como dice el oráculo de Dios” (San Teodoro, siglo IX).

Comentario: María, me causas admiración por el hecho de que, al menos tú que ibas a ser la madre de Jesús, no tuvieses la espina del pecado. No sabes la gracia inestimable que te concedió Dios. Ya me ves aquí, junto a ti, percibiendo el aroma de tu virtud, el cálido amor que me profesas y al que intento corresponder lo mejor que puedo.

Pero, como me conoces bien, ya ves las dificultades con que me encuentro cada día. La espina del pecado me pincha en mis carnes doloridas. Incluso manteniendo el don de tu gracia en mi existencia y vigilando lo mejor que puedo en todo cuanto pienso, digo y hago, no me veo libre- por mi fragilidad- del pinchazo del pecado que me acecha en cualquier momento del día.

Pero te confieso, María, que me siento contento y feliz contigo. Eres el modelo al que imito dentro de mis debilidades. No quiero que mi tierra sea fecunda en cardos y espinas sino en flores que den sentido a mi bella existencia, la única que tengo. Quiero hacer de ella un prado en el que todo el mundo que me trata se sienta a gusto con el frescor de mis cualidades o virtudes, puestas a disposición de todos.

Esta tierra es bendita porque, gracias a ti, descendió sobre ella la gracia en lugar del pecado que tenía al hombre apartado de Dios. Eres, María, genial.

Oración: María, en mi corazón hay siempre sitio para ti. Mi barca es frágil y puede naufragar ante las olas impetuosas de este mundo. Mas sé que, estando siempre a tu lado, me ayudas a evitar los peligros. Tú vas siempre en mi barca, eres la capitana, me guías a buenos puertos en los que luce el faro de la esperanza, la luz de tu Hijo amado, al que me dirijo en todas mis acciones. Perdona si alguna vez quiero ir a mi aire y se me olvida contar contigo.