La vida con María

P. M. Sulamitis

 

¿No habéis leído en el Apocalipsis que el discípulo amado, San Juan, vio a la Virgen Madre coronada con doce estrellas? (1) Este simbolismo, aparte de otros sentidos, significa su dignidad de Reina de cielos y tierra.

De muchas maneras podéis considerar estas doce estrellas, ya viendo en ellas las perfecciones de María, o las gracias de que con tanta profusión fue colmada, o los títulos que ostenta para que la veneréis y améis filialmente; ya a modo de corona, dirigiéndole alabanzas y peticiones, puesto que como mediadora vuestra que es, se alegra y gloría en ejercer tan dulce oficio para con vosotros. He aquí la razón por qué la santa Iglesia pone en vuestros labios la salutación angélica. Si profundizáis en el sentido de estas palabras, veréis que realmente son otras tantas estrellas que circundan las sienes de vuestra augusta Reina.

Estas estrellas brillarán con nuevas claridades a medida que vayáis considerándolas con gran recogimiento y con mayor fuerza de intención. Y eso acontecerá también en los cielos donde repetiréis sin fin el Ave María, en unión con los bienaventurados en una eternidad siempre presente. Habrá entonces palabras que, encerrando un sentido futuro, hayan tenido ya su realización, transformándose así en eterna gratitud por los bienes recibidos.

Para que os sea más fácil, leed estas páginas, y sobre todo recogeos y veréis qué fuente de gracias puede ser para vosotros esta oración. Atended a lo que Jesús os dice: "Rogad no solamente por cuenta propia, sino también para que todas las almas se sientan movidas a unirse a cuanto Yo quiero enseñaros a decir en honor y alabanza de María y para glorificarme a Mí en Ella, a cuantas peticiones quiero que le dirijáis a fin de que se unan todas a esta oración de la Iglesia, todas en María para mayor gloria mía, realizando lo que en el Evangelio dije: "Si varios se unen para orar en mi nombre .... y están acordes y en armonía, Yo estaré en medio de ellos..." (2).

Cuando digáis el Ave María, formad la intención de decirla en mi nombre y en unión de todas las criaturas; deseando y queriendo cuanto Yo quiero que digáis con ellas y por ellas, y en unión de María Santísima, la que recogerá vuestras alabanzas y subirá con ellas hasta Mí.

Acordaos que cada Ave María que de la tierra llega a la Virgen, acrecienta su gloria accidental, aumenta en cierto modo las irradiaciones de amor de nuestra Reina y la mueven a derramar sobre la tierra nuevas gracias que toma del Corazón de su Dios.


* * *

1a estrella. -Dios te salve, María.

2a estrella. -Llena eres de gracia.

3a estrella. -El Señor es contigo.

4a estrella. -Bendita tú eres entre todas las mujeres.

5a estrella. -Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

6a estrella. -Santa María.

7a estrella. -Madre de Dios.

8a estrella. -Ruega por nosotros.

9a estrella. -Pecadores.

10a estrella. -Ahora.

11a estrella. -Y en la hora de nuestra muerte.

12a estrella. -Amén: Así sea. ¡Aleluya!


La vida con María, encerrada en la voluntad de Dios y unida a la vida de Jesús

Por María he venido a vosotros y por María quiero engendraros por mi gracia para haceros vivir de mi vida.

María está asociada a todos mis misterios porque Yo quise que cooperara a ellos del modo más excelente. La voluntad de María ha dependido siempre y por completo de la mía, con toda la plenitud y perfección convenientes.

La perfección de mi criatura consiste en adherirse a Mí con toda su voluntad, con todo su espíritu, con todo su corazón y con todas sus fuerzas. María sobrepujó a todos los que con más perfección así lo hicieron.

La vida de María se desarrolló encerrada totalmente en mi voluntad... Esa palabra: esclava, dice sin comparación mucho más de lo que podéis imaginaros. Es la gran palabra de la criatura prosternada ante Mí; palabra de adoración, de sumisión, de acción de gracias; don completo de sí misma; aquiescencia a todo lo que Yo soy, a cuanto Yo quiero; práctica de mi Evangelio, docilidad a mi Espíritu Santo y, como consecuencia de ello, el constante cumplimiento de la voluntad del Padre. Esa palabra es el resumen de mi reinado perfecto en el alma y constituye el contrapeso más diametralmente opuesto al pecado.

¡Esclava por amor libre y voluntario! Yo quisiera que eso fuera vuestra vida en la tierra, con María; que os dejáseis formar en vuestra Madre; que viviéseis en Ella y Ella en vosotros por vuestros pensamientos, vuestra voluntad, vuestro amor; que no hiciéseis ya nada sino en Ella y con Ella, y que siempre os encontrara Yo inseparables de Ella. Eso constituiría su alegría y su gloria: Ella os llevaría siempre consigo y consigo os ofrecería a Mí.

Porque, bien lo sabéis, María está tan perfectamente unida a Mí que ya más no es posible: lo estuvo toda su vida y desde entonces está asentada y consumada en la más perfecta e íntima unión que conmigo pueda tener una pura criatura. Cuando encontráis a María o vais a María, no podéis dejar de encontrarme a Mí... ¿No habéis observado lo que suele acontecer a todos los que me aman?, ¿qué temor tienen de arrebatarme algo o de que puedan detenerse en sí mismos, por poco que sea, desviándose de Mí? Si admiten o reciben alguna cosa, es sólo para servirme de medio, o para ayudarme a penetrar en las almas, o para conducirlas a Mí. Todo cuanto se les da, en seguida me lo dan a Mí, así como también me atribuyen todo cuanto hacen. Por eso inspiro tanto a los fieles que den culto a mis santos, a fin de que tanto durante su vida como después de su muerte me sirvan todavía de auxiliares. A veces también glorifico a aquellos que en vida no pudieron hacer lo que desearon, permitiéndoles luego llevar a cabo los deseos de hacerme conocer y amar que Yo mismo había puesto en su corazón... Y si esto hago con mis elegidos, ¿con cuánta mayor razón no he de hacerlo con mi santísima Madre, que me fue siempre tan extremadamente fiel, que permaneció siempre tan humilde y que no vivió jamás sino de mi voluntad? No hay nada que Yo quiera que no lo quiera también Ella y en la misma medida y modo que Yo lo quiera; pero no por su propia voluntad, sino porque se adhiere a Mí plenamente.


Ventajas de la formación del alma en María

Hay entre Mí y María tal unión y afinidad, que no puedo expresárosla, porque no acertaríais a comprenderla. María es la obra maestra de mi gracia en mi criatura. No temáis venir a Mí por María; en la eternidad podréis apreciar los bienes tan grandes que de esa práctica os han venido.

Si venía a informaros de mi vida en María, me glorificaréis a Mí mismo por la fe en mis divinos misterios según la parte que en ellos he dado a María; y eso constituirá para vosotros un acto de humildad, de obediencia y de caridad, un reconocimiento de los privilegios con que la he recompensado, llenándola, colmándola de incomparables gracias. No hay ninguna formación espiritual más completa, más fácil, más plena, más sencilla, ni que mayor gozo y mayor gloria me procure y más aproveche el alma.

Os he dado por madre a María. Considerad lo que fue Ella para Mí, y hasta qué extremo he llegado a amaros, para daros por Madre a la que Yo escogí y tomé para propia Madre mía. ¡Qué privilegio tan incomparable! Yo quisiera que pensáseis siempre en él.

Quisiera que viviéseis con Ella como verdaderos parvulitos... En Ella os formará mi Espíritu Santo; en Ella viviréis de mi vida y pensaréis, obraréis, querréis, amaréis conforme a mis enseñanzas... María ha grabado en su Corazón mi vida, mi imagen, mi Evangelio. Todo ello lo encontraréis en su Corazón; él será vuestro refugio, y en este Corazón inmaculado, abismo de pureza, podréis sumergiros con todas vuestras miserias, para extraer de él una nueva vida de santidad y de amor.


Manera de llegar a esta formación en María

Tal vez esa formación os parezca un tanto difícil al principio; mas perseverad confiadamente, que pronto seréis resarcidos de cuanto hayáis tenido que esforzaros, al sentiros invadidos de una íntima paz, y de tal y tan abundante fuerza sobrenatural, que experimentaréis la necesidad de comunicar a los demás el secreto de la devoción a María.

Esto es lo que descubrí a mi gran siervo San Luis María Grignon de Montfort, que tanto se distinguió en esta devoción. Mas no es sólo a él a quien se la he pedido y prometido por ella abundantes auxilios; sino a todos los que esto leéis. ¡Dichosos seréis si podéis comprender esto, y un toque interior de la divina gracia os impulsa a emprender esta devota práctica que tanto provecho os ha de reportar!

Empezad por una determinación íntima de hacerlo todo por María; reconoced vuestra impotencia para glorificarme por vosotros mismos como conviene, y la excelencia de esta santísima Virgen que está por encima de todos los ángeles y santos.

Procurad luego, a menudo, renovar esa determinación en su presencia, aun con manifestaciones exteriores, como mirar su santa imagen, besarla, expresándole, ya con fórmulas breves, ya con afectos interiores, el impulso de vuestro corazón, que cada vez os llevará a una unión más íntima con Ella, os hará más suyos y os atraerá nuevas gracias, con acrecentamiento de su amor.

¿No véis cómo llegan a formarse las amistades más íntimas en la tierra? Pues del mismo modo os acontecerá con vuestra Madre de los cielos: cuanto más os acerquéis a Ella, más dulce os será su trato, mejor apreciaréis los tesoros que en Ella he puesto, y más filial afecto sentiréis por Ella.

El trato con almas buenas nos hace buenos; cosa probada es ésta y frecuentemente lo habréis experimentado. Poco a poco se adoptan los modales, el tono, el aire, y sobre todos los gustos, juicios, apreciaciones y cualidades atractivas de aquél a quien se ama y con quien se vive en gran intimidad. Lo mismo os acontecerá con María: si vivís en continua unión con Ella, no encontrando en Ella nada que no sea según Jesús, os sentiréis impulsados a conduciros como Ella. Probadlo, que Yo os prometo que os haré vivir una nueva vida por ese medio.


Obstáculos que se presentan

Lo que muchas veces nos falta es la perseverancia. Bien lo sabe el enemigo; y así, uno de los ardides que emplea es ver la manera de desparramaros en la práctica del bien. Muchas veces se hace el instigador de cosas buenas que vengan a impedirse unas a otras, para agotar vuestras fuerzas y disiparos al mismo tiempo. Mas si venís a María, en Ella encontraréis ampliamente todo lo que vuestra alma necesita y la realización de todo aquello porque sentís atractivo, con la mayor sencillez. Viviréis la vida de infancia espiritual, a la que Yo he prometido con tanto ahínco la humildad, la obediencia y la caridad. En el Corazón de María encontraréis, ya desde este mundo, un anticipo del Paraíso.

Sed firmes, con mi gracia; haced valer esta luz que recibís, aunque al principio, os lo repito, podáis encontrar desgano o hastío. Nada disgusta tanto a Satanás; y hasta que estéis bien afianzados en María, él hará cuanto pueda para apartaros, levantando dificultades y urdiendo mil embustes, inspirándoos muchas veces tedio y hastío. No os dejéis detener, perseverad con confianza; hacedlo así para mi gloria. Bien lo podéis hacer, porque es de fe que Yo amo a María con un amor más grande que el que tengo a cualquiera otra criatura: la amo, porque es más santa y más pura; la amo, porque ha sido objeto de mi divina elección y predestinada para este fin; la amo, porque es mi Madre... ¡Oh, si supieseis lo que mi Corazón encierra para mi Madre!

Vosotros que, aunque malos e imperfectos, amáis tanto a vuestras madres, bien lo podéis adivinar.

Aun cuando no sintieseis el menor gusto o devoción, aunque os creyeseis objeto de horror y repulsión para Mí, siempre podéis venir a esconderos en mi Madre. ¿No la llama mi Iglesia "Refugio de pecadores"? Bien seguros podéis estar de que María no os ha de rechazar. Es su misión recibir a los que no pueden venir a Mí: cubriéndolos con su manto virginal, les hace ver sus manchas y fealdades, y les inspira un grande horror al pecado.

Venid, pues, a María, en cualquier estado que os encontréis: Ella os comunicará la gracia que para vosotros le he dado; porque María está "llena de gracia", recibida de mi plenitud, no solamente para sí, sino también para vosotros.

Es María un arsenal donde encontraréis cuanto os sea preciso para descubrir y desbaratar los ataques de vuestros enemigos, hasta tal punto que, si Satanás os encuentra firmes en recurrir a María, huirá de vosotros, porque sabe que esta Virgen bendita hace que se vuelvan contra él sus asechanzas.


NOTAS

(*) La Vida Sobrenatural, Nº 113, 1 de mayo de 1930.

(1) Apoc. XII, 1.

(2) Mat. XVIII, 19-20.

Fuente: Movimiento Misionero del Milagro