Un canto a la vida

 

 

Padre  Daniel Ange

 

 


"Toda la creación nació... porque la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo no podían contener más esa plenitud de amor"

"Quiero hablaros de la vida... Sabéis que cuando la Virgen María apareció en Fátima, en un momento dado salieron de sus manos rayos de luz. Son los rayos del Espíritu Santo, y los videntes se vieron en la luz de Dios. Se vieron como fuego, como Dios los ve y los observa. Eso es lo que contó Sor Lucía. Querría poner vuestra existencia a la luz del Espíritu Santo, porque María le está invitando a que venga a vivir dentro de nosotros. 
Sabéis que toda la creación nació de una explosión de alegría y de amor, porque la Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no podían contener más esa plenitud de amor. 
El amor necesita expandirse, darse, comunicarse. La primera creación es la de todos los ángeles; estos ángeles son nuestros hermanos mayores y que se convierten en nuestros pequeños servidores, son nuestros maestros en la alabanza y en la adoración. Luego, es la creación de todo el cosmos, la primera Palabra de Dios, el primer reflejo de la belleza de Dios. Por eso, los santos se han maravillado por el esplendor de la creación. Después creó al director de orquesta de toda la creación, para prestarle la voz a cada criatura: ¡el hombre!. Las montañas, las flores, toda la creación no puede hablar no tiene voz, en cambio nosotros podemos decir: "Abba Padre" en nombre de todas las criaturas que, al mismo tiempo liberamos. El ministerio de la alabanza es importantísimo porque hacemos estremecer de alegría a toda la creación...
La creación había abandonado a la fuente del amor, entonces la fuente del amor viene a penetrar el espacio y el tiempo y viene dentro de la historia, hasta una muchacha, María de Nazaret.
El misterio de la encarnación de Jesús hace claro el misterio de mi propia concepción. Dios quiere iluminar el misterio de mi existencia, quiere dar luz nueva al hecho de que yo existo.
Lo primero que diré es que tu concepción fue el primer Pentecostés. No tu bautismo sino tu concepción, cuando fuiste concebido. Ciertamente, yo no fui concebido por el Espíritu Santo como Jesús. Jesús recibió su humanidad exclusivamente de la Virgen María, sin la intervención de ningún hombre. En mi caso, en el tuyo, fue a través de los padres y Dios mismo nos dio su Espíritu Santo para que tuviésemos vida.
Ahora quiero haceros una pregunta: ¿Cómo pueden dos criaturas, un hombre y una mujer, hacer que exista una persona humana que es inmediatamente inmortal, que comienza a existir y no dejará nunca más de existir, inmortal como Dios?

Juan Pablo II escribió en Evangelium Vitae, que es el documento de la Evangelización de estos años y que es una gran sinfonía a la belleza de la vida, que el hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de su existencia terrenal, y que consiste en la participación de la misma vida de Dios. Yo soy, tú eres, una manifestación de Dios. Mi vida una manifestación, es signo de su presencia, de su gloria. El hombre que vive es gloria de Dios, tú eres la gloria de Dios ¡esto es extraordinario!.
Es también Juan Pablo II quien dice que en el hombre resplandece el reflejo de la realidad misma de Dios. Desde siempre la vida está en Él, la luz de los hombres consiste en ser generados por Dios y en particular de la plenitud de su amor. Dios no creó la muerte, no goza con las desgracias de los vivientes, sino que lo ha creado todo para la existencia. Sí, Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, lo hizo a imagen y semejanza de su propia naturaleza bellísima, maravillosa, extraordinaria naturaleza. Yo no puedo morir para siempre. Un día mi cuerpo también será glorioso en el cielo como el cuerpo de María... Estamos hechos para la gloria. ¿Cómo hacen, entonces, un hombre y una mujer para lograr esto? La gloria eterna es un don personal porque soy único en el mundo; el rostro es el reflejo del alma, y así entre miles de millones de seres humanos en el mundo no hay dos que tengan el mismo rostro, la misma mirada, porque no hay dos que tengan la misma alma. Cada uno es totalmente único. Entre miles de espermatozoides uno sólo fecunda el óvulo uno, uno... y entonces, desde aquel instante primero que yo existo soy único e inmortal. Ello quiere decir que Dios intervino y el momento de mi concepción fue una efusión del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es Dios que da la vida, es vivificador, y donde esté el Espíritu Santo, hay vida.
Hay una palabra de Juan Pablo II que se dirige a aquellas que vivieron una profunda herida en la femineidad, en la maternidad: "... no os dejéis prendar por el desánimo, no abandonéis la esperanza, el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros el perdón y su paz. En el sacramento de la reconciliación veréis que nada está perdido, podréis pedir perdón a vuestro niño que ahora vive verdaderamente en la gloria del Señor..." Tú puedes tener una relación con él, que humanamente vivió sólo algunas horas en nuestra tierra. Esta pequeña frase es para mí la más revolucionaria de Juan Pablo II, una de las frases más fulgurantes de todo lo que Pedro dijo en dos mil años, es una glorificación y una canonización de todas estas pequeñas víctimas inocentes de nuestros tiempos.
Este año, según cifras de la ONU, a mil millones de niños les ha sido rechazada la vida, seis veces el número de todas las muertes por las guerras y los genocidios de este siglo. ¡Mil millones de niños! Juan Pablo II nos dice que todos estos niñitos están en la gloria del Cielo, son aquellos que nos obtienen la vida de Dios, aquellos que suplican al Señor para que nos abramos a la plenitud de la vida de Dios; y serán ellos los que recibirán a sus padres en el Cielo, diciéndoles: "Papá, mamá, no me quisisteis en la tierra, pero yo os quiero en el Cielo. Estáis ante Dios, en mi casa, en vuestra casa y os he preparado un puesto en la gloria". 
Desde el momento de su concepción un niño es inmortal. Es Dios quien me ha dado la vida, que me ha amado, porque para Él amar es dar vida. Si me dio la vida es porque me deseó... "quiero que tú existas", aunque mis padres no me hayan deseado. Dios me ha deseado, de otro modo no existiría. Aunque la vida me hubiese sido transmitida fuera de la plenitud de amor, humanamente hablando, aunque si la transmisión de esta vida lo fue en un acto de violencia y el corazón de Dios está revuelto, aún en ese caso Dios me da la vida: Para hacer un parangón, es como si un sacerdote celebrase la Misa en estado de pecado y no pudo confesarse. Jesús tiene el corazón trastornado por esto, pero sin embargo, el pan se vuelve Jesús, a pesar del pecado del sacerdote. Quizás pudo haber sido concebido en un pecado, pero aún así Dios me dio el Espíritu Santo. Y muchos de vosotros, jóvenes de esta generación, estáis heridos profundamente porque tal vez no fuisteis deseados ni rodeados de amor. Un joven llorando me decía: "mi mamá el otro día me dijo que yo nací por error", y yo le respondí en el nombre de Dios: jamás, jamás, jamás. Tú has sido fruto de un error. Aún cuando, según tus padres, eres el fruto de un accidente, tú, eres el fruto del corazón de Dios.
Dios da la vida incesantemente, cada segundo continúa dándome la vida porque me ama.
Ciertamente, Dios sabía que llegaría yo a un mundo signado por el mal y el pecado, sabía perfectamente que quizás habría de abandonarle, que por años iba a renegar de Él, que lo traicionaría, que quizás transcurriría toda mi vida fuera de su luz, y, pese a todo, me dio la vida porque sabía que su luz vencería mis tinieblas, que su perdón sería más fuerte que mi pecado, que su misericordia más grande que mi miseria y que la última palabra espera a la luz, a la misericordia, a la vida, a Él..."