La verdadera dicha de María

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La verdadera dicha de María está en la fidelidad a la palabra oída y escuchada en el corazón. La experiencia de la santidad consiste en escuchar y practicar lo que Jesús le pide. 

María aprendió a seguir a Jesús, haciendo el camino con él, paso a paso. Se vinculó incondicionalmente a la persona de Jesús, a su estilo de vida. No se concibió nunca al margen de él. 

María aprendió a seguir a Jesús junto con otros seguidores. Ella “avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz” (LG 58), por eso puede alentar ahora a todos los peregrinos. 

Palabra de la Iglesia:

“Pero a la bendición proclamada por aquella mujer respecto a su madre según la carne, Jesús responde de manera significativa... Quiere quitar la atención de la maternidad entendida sólo como un vínculo de carne, para orientarla hacia aquel misterioso vínculo del espíritu, que se forma en la escucha y en la observancia de la palabra de Dios” (RM, 20). “María era dichosa, porque antes de llevarle en su seno llevaba ya en su espíritu al Maestro...” (San Agustín). 

Fuente: cipecar.org