Mi tierna Madre María

Padre Gabriel Medina Magallanes

 

Al hablar de la Santísima Virgen María, no basta con describir de lejos el misterio como un objeto científico, es necesario vivirlo desde dentro y presentarlo a quien quiera gustarlo, uniendo el sólido fundamento teológico y escriturístico con la unción religiosa y la vibración de una piedad auténtica y cordial.
Ante el Misterio de Mi Tierna Madre María no podemos quedarnos en la pura erudición, erudición que nos deje fuera del Misterio, donde domine la hojarasca verbal y la piedad poco ilustrada que se reviste de una adjetivación dulzona y vana. necesitamos un modelo cercano que nos haga familiares, íntimas y accesibles las virtudes. Por encima de sus preferencias morales, Mi Tierna Madre María vivió su existencia en la tripe dimensión de la Fe, la Esperanza y la Caridad. Y lo hizo con la silenciosa naturalidad que es el secreto de la grandeza de los grandes santos. Pasó por las mayores pruebas y los dolores más punzantes irradiando la fortaleza de una creencia inquebrantable, de una esperanza invencible y de un amor incandescente.
Mi tierna Madre María aceptaba de buen grado el Misterio de Dios presente en su vida. El primer dolor y gozo se presenta cuando Ella ha vuelto a Nazaret después de la visita a su prima Santa Isabel. José, el humilde carpintero queda maravillado cuando advierte que su esposa va a ser madre y empieza a sufrir una duda angustiosa. El no acata a entender que se trata de una bendición del Espíritu Santo: ¡Su esposa ha concebido un hijo! El sabe que su esposa es santa... ¡Su esposa es santa, su esposa es humilde, y no le dice que aquel hijo es el Hijo de Dios! María calla dejándolo todo en las manos del Señor! José comprende que allí se realiza un Misterio elevado, y quiere dejar en libertad a su joven esposa, quiere separarse de ella. Pero el Padre del cielo vela por su siervo fiel y le convierte su pena en consuelo, en admiración y gozo. El, el carpintero del pueblo, es elegido para esposo de la madre de Dios y padre legal del Salvador del mundo.
Así entendemos que la devoción a Mi Tierna Madre María “no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio, ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, probada, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia Nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes”. (L. G. no. 67)