María, "La Llena de Gracia"

Thalia Ehrlich Garduño

 

(Catequesis del Papa Juan Pablo II, 8 mayo, 1996)  

    En el relato de la Anunciación, la primera palabra que dice el Ángel cuando saluda a la Bella María: ‘Alegrate’ invita a la alegría que remite a los oráculos del Antiguo Testamento dirigidos a la hija de Sión.

    Se puede explicar también los motivos en los que se funda esta invitación:

v     La presencia de Dios en medio de su pueblo

v     La venida del Rey Mesías

v     Y la fecundidad Materna

 

    Estos motivos encuentran en María su pleno cumplimiento. El ángel Gabriel dirigiéndose a la Doncella de Nazaret, después del saludo (Xaire, Alégrate) la llama (Kexaritomene) “La Llena de Gracia.”

    Estas palabras del texto griego Xaire y Kexaritomene tienen una profunda conexión entre sí: la Hermosa María es invitada a alegrarse sobre todo porque Dios la ama y la ha colmado de Gracia con vistas a la Maternidad Divina.  

    La Fe de la Iglesia y la experiencia de los santos enseñan que la Gracia es la fuente de alegría y que la verdadera alegría viene de Dios.

    En María, como en cada cristiano, el Don Divino es causa de profundo Gozo.  

    Kexaritomene: Esta palabra dirigida a la Bella María como una calificación propia de la Mujer destinada a convertirse en la Madre de Dios.

    La constitución Lumen Gentium lo recuerda cuando afirma: “La Virgen de Nazaret es saludada por el Ángel de la Anunciación por encargo de Dios, como “Llena de Gracia” (56).

    El hecho de que el Mensajero Celestial la llame así concede al saludo del Ángel un valor más alto: es la manifestación del Misterioso Plan Salvífico de Dios con relación a la Doncella de Nazaret.

    La Encíclica Redemptoris Mater escrita por S.S. Juan Pablo II, dice: “La Plenitud de Gracia indica la dadiva sobrenatural de la que se beneficia María porque ha sido elegida y destinada a ser Madre de Cristo” (9).  

    “Llena de Gracia” es el nombre que la Hermosa María tiene a los ojos de Dios. Al leer la narración de Lucas, el Ángel lo usa incluso antes de pronunciar el nombre de María, poniendo en relieve el aspecto principal que el Señor ve en la personalidad de la Bella Doncella de Nazaret.  

    La expresión “Llena de Gracia” traduce la palabra Kexaritomene,  la cual es participio pasivo. Así pues, para expresar con más exactitud el matiz griego, no se debería decir simplemente “Llena de Gracia”, sino “Hecha de Gracia” o “Colmada de Gracia”, lo cual indicaría claramente que se trata de un Don hecho por Dios a la Virgen María. 

    El término en la en la forma de participio perfecto, expresa la imagen de una Gracia perfecta y duradera que implica Plenitud.

    El mismo verbo, en el significado de “Colmar de Gracia”, es usado en la carta a los Efesios para indicar abundancia de Gracia que concede el Padre en su Hijo amado (Efe. 1,6). María la recibe como primicia de la Redención (Redemptoris Mater, 10).  

    La acción de Dios es una sorpresa en el caso de la Virgen María.

v     La Bella María no tiene ningún título humano para recibir el anuncio de la venida del Mesías.

v     Ella no es el Sumo sacerdote, representante oficial de la religión judía, la Virgen de Nazaret no es un hombre, sino una Joven sin influencia en la sociedad de su época.

v     Además, Ella es de Nazaret, pueblo del que no se habla en el Antiguo Testamento y en el tiempo de Jesús y María no tenía buena fama, como lo leemos en el Evangelio donde Natanael dice: “¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn. 1,46).

    El carácter extraordinario y gratuito de la intervención de Dios, resulta más claro si se compara con el texto que escribió Lucas. Que se refiere a Zacarías.

    Este pasaje hace notar la condición sacerdotal de Zacarías y el ejemplo de vida de él y de Isabel, modelos de justos del Antiguo Testamento. “Vivían de acuerdo a todos los Mandamientos y las Leyes del Señor” (Lc. 1,6).  

    En cambio, el Evangelio no menciona el origen de María.

    Con esta acción literaria, Lucas recalca que en Ella todo deriva de una Gracia soberana. Cuanto le ha sido concedido no proviene de un título de mérito, sino únicamente de la libre y gratuita predilección de Dios.  

    Al actuar así, Lucas evidentemente no desea poner en duda el excelso valor personal de la Madre de Dios. Más bien, quiere presentar a la Bella María como fruto puro de la bondad de Dios, quien tomó de tal manera posesión de Ella, que la hizo como dice el Ángel, “Llena de Gracia.”

    La abundancia de Gracia funda la riqueza espiritual que atesora la Bella Doncella de Nazaret.  

    En el Antiguo Testamento, Yahvéh revela la sobreabundancia de su Amor en muchas maneras.

    En el principio del Nuevo Testamento, en la Hermosa María, la gratitud de la Misericordia Divina alcanza su grado más alto.

    En Ella, la predilección de Dios, que se ha manifestado en el pueblo escogido, en particular a los humildes y pobres, llega a su culmen.  

    La Iglesia, alimentada por la Palabra Divina y por la experiencia de los santos, exhorta a cada cristiano a mirar a Theotokos* para sentirse con Ella amados por Dios.

    Los invita a imitarla siguiendo su ejemplo y por su intercesión puedan perseverar en la Gracia de Dios que santifica y cambia los corazones y las mentes.  

*Madre de Dios