No nos distanciemos de María
Padre Tomás Rodríguez Carbajo
1.-
No criterio de exclusión.
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Según el criterio que tengamos de las personas, así es el trato que les
damos
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No siempre se usan los mismos criterios a todos los niveles, así, por
ejemplo, el criterio, la manera de pensar y actuar que tenemos con los
“modelos del mundo”, con los que consideramos “importantes” suele
ser de separación, de aislamiento, de segregación, exclusión. No están
asequibles, hay una distancia motivada por
algo que se les ha venido dado o que han conseguido; el caso es que hay una
separación considerable entre los “importantes” y la gente de a pie,
sencilla.
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El motivo de este distanciamiento siempre es por algo accidental, accesorio,
que no tiene comparación con lo que nos hace radicalmente a todos los seres
humanos iguales: Tenemos el mismo origen y el mismo destino, sin olvidar la
misma dignidad, “imagen y semejanza de Dios”.
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Los criterios que rigen el mundo tienen todos iguales o parecidos baremos de
juicio: Privilegios, origen distinguido, categoría social, etc...
2.-
Sí criterio de asociación e inclusión.
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Los anteriores criterios “mundanos” no nos sirven en el mundo cristiano
para nuestra relación con Dios, con María y con los demás hombres.
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No podemos negar que María es un ser privilegiado,
adornada con atributos y gracias innumerables y excepcionales; pero esto no
es obstáculo para que nosotros la
veamos accesible, ya que toda su grandeza radica en que es Madre de Dios y
esto le hace a Ella ser humilde,
pues, en el Magníficat así lo reconoce:
“Porque
se fijó en la humildad de su esclava, me llamarán Bienaventurada todas las
generaciones”
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Si su humildad atrajo la mirada de Dios, salvando la distancia que existe
entre el Creador y la criatura, hizo que en su seno se uniesen sin mezclarse
las dos naturalezas, la divina y la humana en la persona de Jesucristo.
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¿ Cómo podemos verla nosotros a gran distancia?. Ella , la sencilla
y humilde joven de Nazaret, tiene la excepcional grandeza de ser Madre de
Dios, y este mismo título es el que la hace ser Madre nuestra. Ningún hijo
se considera distante de la
madre, aunque ésta ostente grandes privilegios, disfrute de suntuosos títulos
o reciba magníficos honores,
pues, ante todo es madre.
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María fue asociada a su Hijo, el Salvador,
y éste se asemeja tanto al hombre, que corta todas las distancias,
pues, se le acerca tanto, que toma su misma naturaleza.
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“Cuando el Magníficat nos pone delante lo que Dios hizo en María... nos
está invitando a mirarla no como a alguien sublime, celestial y
maravilloso, sino, sobre todo, como aquella que nos revela nuestra propia
identidad cristiana, como la hermana mayor que nos da la mano para
arrastrarnos en su mismo camino” (Dolores Alexandre).
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Si la contemplamos cercana, sencilla, humilde, asequible, porque es sobre
todo para nosotros nuestra Madre, nos la ponemos como modelo a imitar y
persona en quien plenamente podemos confiar.
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