María suspendió en mediocridad

Padre Tomás Rodríguez Carbajo  


A veces los hombres tergiversamos las cosas y queremos hacer creer a la gente lo contrario de lo que somos o pensamos. Llamamos prudencia a la mediocridad, a la falta de valentía la arropamos con que lo hacen la mayoría, y así nos vamos escudando en el parapeto de la vulgaridad.

El Evangelio no admite tapujos, quiere las cosas claras: El que no está conmigo, está contra mí (Mt. 12, 30), y que seamos coherentes con nuestros criterios: No todo el que dice: Señor Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre.
María no entendió de mediocridad, dejó a un lado sus planes y se entregó de lleno a la empresa que el Señor le proponía, el Sí de la Anunciación no es algo espontáneo, sino consecuencia de una reflexión en la que lo que predominó fue hacer la voluntad de Dios, aparcando sus planes, su comodidad y egoísmo.
El Sí comprometido es una consecuencia de una entrega a Dios, había renunciado a un justo disfrute de formar una familia para ser en exclusiva propiedad de Dios. Como ama mucho a Dios está libre de cualquier atadura que le impida u obstaculice el seguimiento de la voluntad de Aquel a quien se había consagrado desde pequeña, cuando hizo su presentación en el templo.
La coherencia en su vida le hace renunciar a sus planes y a su comodidad para enrolarse en el plan de Dios, que venía a salvarnos.
María fue valiente al fiarse del plan que Dios le presentaba por medio de su embajador sin ningún miedo, desterrando todas las lógicas humanas y confiando plenamente en la propuesta divina.

Su condición de llena de gracia es una proclamación divina de que en Ella no existe la mediocridad, pues, está a tope su capacidad de satisfacción, y en la medida en que pasa el tiempo Ella colabora de manera activa, para que no quede ningún vacío en su capacidad de amar.
Ella que era una persona normal y corriente, que no sobresalía entre las mujeres de Nazaret, era tenida como excepcional, única para Dios por su entrega incondicional a todo lo que era voluntad divina.
Todas sus opciones eran señal de su entrega total a Dios, lo mismo cuando libre y conscientemente optó por su virginidad como cuando optó por la maternidad.
María no entendió de regateos, de seguridades, de condiciones, de medias tintas, de componendas, de mediocridades; supo practicar sólo las consecuencias de un gran amor, que le lleva a fiarse plenamente de quien ama, y a quien se entrega sin reservas, sin que esto impida el que lleve una vida sin brillantez de ningún tipo, sin milagros, sin prodigios, sin títulos, sin honores. Sólo era conocedor de su valía quien se la reservó desde siempre para que fuera su Madre, salió de sus manos Inmaculada y volvió a El con una plenitud mayor, pues, siempre colaboró en su vida a las continuas gracias que Dios le proporcionaba.
Como nos dice Juan Pablo II: Ella siempre dócil a las inspiraciones ocultas y constantes del Espíritu Santo.