Todo cristiano tiene que ser Mariano

Padre Tomás Rodríguez Carbajo  


Hay cosas incomprensibles en la vida, que, si nos faltan, hay un vacío muy llamativo, además de dejarnos incompletos e imperfectos.

Es conocida la frase de Pablo Vl: En la homilía del 24 de abril de 1970 en el santuario de Ntra. Señora del Bonaria, con motivo de su viaje a Cerdeña: "Todo cristiano tiene que ser mariano". Por poco que recapacitemos, hemos de hacerla nuestra, ya que si un cristiano es el que cree en Cristo como verdadero Dios y verdadero Hombre, no puede prescindir de quien Dios se ha servido para llegar a nosotros, haciéndola en realidad su Madre, María.

Es verdad que no todos los cristianos tienen a María en la misma consideración, pero hay grupos que no tienen nada que envidiar a otros en el amor a la Madre común, fijémonos, por ejemplo, en los ortodoxos y los católicos.

Limitándonos a los católicos, podemos en realidad decir que ningún católico puede dejar de ser mariano, ya que para mantenernos dentro de la sana doctrina, tenemos que admitir los cuatro dogmas marianos, por los que creemos verdades fundamentales de nuestra fe, como María Madre de Dios, este es un pilar de nuestro credo, el creer que Jesús es Dios y Hombre.

Esta realidad de que los católicos rezumamos amor a María, la podemos constatar externamente por toda la geografía mariana señalada por los santuarios, capillas, ermitas, catedrales, iglesias, etc..., que encontramos en todos los rincones habitados por creyentes católicos.

Qué decir de las imágenes colocadas en calles, plazas, monumentos, casas, etc... En cualquier museo al que tengamos acceso encontramos esculturas y pinturas representativas de las advocaciones o misterios marianos.

A nivel personal, cualquier católico, que se tenga como tal no tiene en su vida un rosario, una medalla o estampa de la Virgen?.

Nuestra condición de hijos de María es por voluntad expresa de Jesús quien quiso que la obra, que había de continuar su misión en el tiempo, la Iglesia, no se encontrase huérfana, sino que tuviera una Madre a quien amar, invocar e imitar, esto nos hace ser marianos.

Nuestro amor a la Virgen no puede enturbiar ni menguar nuestro amor a Jesús, pues, El es siempre el término de nuestra predilección, nos hará ser:
Piadosos, pero no fanáticos,
hijos, no aprovechados,
imitadores, no mercaderes, 
devotos, no supersticiosos,
santos, no pecadores,
agradecidos para con Dios,
fervientes creyentes,
seguros esperanzadores,
caritativos universales,

No es un título honorífico el ser mariano, es una exigencia de nuestra fe, por lo tanto un compromiso, que nos lleva a un comportamiento digno de nuestra Madre y con un campo de amor universal, ya que todos somos hijos de María, aunque algunos no lo sepan o no quieran reconocerlo.

Nuestra condición de ser marianos tiene la correlativa y agradable correspondencia de que María es nuestra Madre. Esto no sólo debe de llenarnos de gozo, sino de una vivencia de la ayuda maternal, que María siempre nos presta. La experiencia nos confirma que las súplicas y peticiones de quienes acuden a María son siempre atendidas.