María, mujer cotidiana


Mª Jesús Fernández , OCD, Revista Miriam

 

 

El Papa Juan Pablo II ha sido siempre un enamorado de la Virgen, desde su infancia. La Virgen María ha desempeñado providencialmente un papel decisivo en su vida. Ha sido un entusiasta propagandista, un apóstol dinámico y un devoto ferviente de todo lo que se refiere a la Madre de Dios. En las diversas etapas de su vida: en su infancia y juventud, durante los años de su ministerio sacerdotal apenas estrenado, más tarde siendo Arzobispo de Cracovia y Cardenal de la Iglesia, y durante el largo periodo de su Pontificado la Virgen María ha ocupado siempre un puesto especial y prioritario en su apostolado y en su magisterio.
Los emblemas de su escudo pontificio: una + con una M mayúscula, y el lema Totus tuus indican que tiene consagradas toda su actividad y su misma vida al servicio de la Virgen María. Un largo rosario de datos y de anécdotas marianas nos confirma en esto. La Virgen María ha estado presente siempre en su vida y en los momentos más importantes de su actividad apostólica. Lo ha reconocido y testimoniado él mismo en más de una ocasión.
Su devoción a la Virgen del Carmen y a su Escapulario se inscribe dentro de su espíritu y de su talante enteramente mariano, y dentro del marco de su devoción a la Virgen, en toda su univer-salidad, en lo que Ella es y significa en la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia, sin excepciones ni reducciones, ni discriminaciones diferenciales: Totus tuus.
¿Tiene el Papa preferencias por algunas advocaciones marianas, por algunas imágenes de la Virgen, por algunos misterios de su vida?... Tal vez. Sin hacer de menos a las demás, él ha manifestado en ocasiones preferencias por algunas formas de devoción. Por ejemplo: por el Rosario. "El Rosasario -confesó él mismo- es mi oración predilecta.¡Maravillosa devoción!" (Mi Decálogo para el tercer Milenio", Madrid, PPC., l994, p. 79). Algo parecido podemos decir de su devoción a la Virgen del Carmen, la Madre y Reina, la "Flos Carmeli" que le acompaña desde su niñez.



El Papa, devoto de la Virgen del Carmen desde que era niño.

Se han publicado ya numerosas semblanzas biográficas del Papa Juan Pablo II. 
Algunos autores han querido escribir verdaderas biografías. Otros recorren las secuencias de su vida en un estilo de crónicas de carácter periodístico. Y sorprende que muchos pasan por alto, o tocan de una forma meramente superficial este aspecto de su devoción mariana, que fue determinante en su vida.
Hay que llenar esos silencios. Como es sabido, el Papa nació el l8 de mayo de l920 en Wadowice, una población no muy populosa, asentada al sur de Polonia, cerca de Cracovia, mirando hacia Occidente. Por esos años era una villa próspera. Albergaba un "Destacamento del
Regimiento de Infantería, y gozaba de un alto nivel cultural. Tenía tres conventos, el más notable el de los Carmelitas Descalzos, que se levantaba en una colina.
Aquí nació la devoción a la Virgen del Carmen y a su Santo Escapulario en el corazón del joven -niño aún- Carol Wojtyla, como herencia de su familia, y como fruto del contacto espìritual que él mantenía con los religiosos carmelitas. Este contacto era frecuente y profundo, tanto que en dos ocasiones pretendió ingresar en la Orden. No se llevaron a efecto sus deseos, por causas más altas y providenciales, y por obediencia a su Arzobispo. El mismo dirá más adelante: "Durante cierto tiempo consideré la posibilidad de entrar en el Carmelo. Las dudas fueron resueltas por el Arzobispo Cardenal Sapieha". Pero, hacía "ejercicios espirituales" con los Carmelitas, en una ocasión bajo la dirección del P. Leonardo de la Dolorosa.
El mismo Papa nos ha dejado escrita una página interesantísima -que algunos biógrafos parecen desconocer- en la que da a conocer la fuerte influencia que los carmelitas ejercieron en su devoción mariana, determinante para su vida. Dice así "..al referirme a los orígenes de mi vocación sacerdotal, no puedo olvidar la trayectoria mariana, La veneración a la Madre de Dios en su forma tradicional me viene de la familia, y de la parroquia de Wadowice...
Además, en Wadowice, había sobre la colina un monasterio carmelita, cuya fundación se remontaba a los tiempos de San Rafael Kalinowski. Muchos habitantes de Wadowice acudían allí, y esto tenía un reflejo en la difundida devoción al Escapulario de la Virgen del Carmen. También yo lo recibí, creo que cuando tenía diez años; y aún lo llevo. Se iba a los carmelitas también para las confesiones. De ese modo, tanto en la iglesia parroquial, como en la del Carmen se formó mi devoción mariana durante los años de la infancia y de la adolescencia...."
Esos hechos quedaron grabados en el espíritu del joven Wojtila y marcaron la dirección de su vida. Su devoción mariana fue desarrollándose, y adquiriendo madurez y nuevos rasgos, hasta culminar con su consagración a María: el Totus tuus, según el espíritu de San Luis María Grignion de Montfort.
El escapulario del Carmen lo ha llevado siempre y lo lleva sobre su pecho. Lo ha testimoniado el mismo Papa en varias ocasiones; la última en este mismo año 200l, en la Carta que dirigió a los Padres Generales de la Orden Carmelita, con motivo de la celebración del 750 aniversario de la entrega del Escapulario a San Simón Stock (l251-2001), en la que dice: "¡ También yo llevo sobre mi corazón desde hace tanto tiempo el escapulario del Carmen!, por el amor que nutro hacia la celeste Madre común, cuya protección experimento continuamente..."
La relación de Carol Wojtyla con los carmelitas, y su devoción a la Virgen del carmen se fueron afianzando día a día en los años de su juventud, fértiles y fecundos para su formación humana, teológica y espiritual. Visitaba sus iglesias, celebraba con solemnidad la fiesta del Carmen el l6 de julio. En los días festivos estudiaba en la biblioteca del convento, hasta concluir su carrera.
En este tiempo conoció en Cracovia a una persona providencial en su vida: Ian Tyranowski, que le puso en contacto con los libros y la doctrina de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz y acentuó en él el amor a la mística, y a la mística mariana. Esto le ayudó a vivir más en profundidad la espiritualidad del Carmelo, y su vida mariana.
En todo este tiempo la Virgen María y la Virgen del Escapulario ejerció una influencia decisiva en su vocación sacerdotal. En l942, el último domingo de mayo, hizo una visita al santuario de Czestochowa, en el que se venera a la Virgen Patrona de Polonia.. Ante su imagen ratificó sus deseos de ser sacerdote de Jesucristo. Le acompañaba el amor y la confianza en la Virgen del Carmen, cuyo escapulario llevaba con devoción sobre su pecho y en su corazón.



La Virgen del Carmen; prácticas devocionales.

La Virgen del Carmen es ciertamente la Virgen del Escapulario. Pero, por la historia, y en el marco de la piedad y la devoción, son dos cosas distintas. La Virgen del Carmen es la Reina del Carmelo, la Madre y Patrona de los carmelitas; es la Virgen Inmaculada, simbolizada en la "nubecilla" del profeta Elías; es la que inspiró a los primeros ermitaños su forma de vida en el Monte Carmelo, que la rindieron culto en la capilla que levantaron en su honor. A través de esta imagen de María, con estos rasgos caractarísticos, el Papa ha conocido el simbolismo del Carmelo y la vida mariana de sus moradores.
Juan Pablo II es igualmente devoto de la Virgen del Carmen, como del Escapulario carmelitano.
En muchos documentos escritos y hablados habla en conjunto de estos dos elementos de su piedad mariana; pero, en las más de las veces trata por separado, o de una sola de estas dos formas de vivir la piedad mariana carmelitana. 
Algunas Expresiones de la devoción del Papa a la Virgen del Carmen: Juan Pablo II ha ma-nifestado su devoción y su "veneración" hacia la Virgen el Carmen, su confianza en ella y su agradecimiento a sus favores de múltiples formas y en numerosos documentos. El ostenta el "record" entre todos los Papas: por el número de documentos marianos publicados, y en particular por el número de documentos sobre la Virgen del Carmen, el Escapulario, y los Carmelitas. Discursos con ocasión de Capítulos Generales de la Orden, homilías, alocuciones, cartas apostólicas, exhortaciones en visitas a parroquias e iglesias carmelitanas, etc. Todos estos documentos son hoy del dominio común, y constituyen una parte proporcional del magisterio del Papa, que en ocasiones se convierte en datos autobiográficos.
Juan Pablo II ha tenido muchos gestos aleccionadores que manifiestan su amor y su devoción a la Virgen del Monte Carmelo. Un dato significativo: en la primera reforma litúrgica, promovida en tiempos del Papa Pablo VI, la fiesta de la Virgen del Carmen -como otras fiestas marianas- quedó relegada a "memoria libre" en el calendario de la Iglesia. Carol Wojtyla, Arzobispo de Cracovia, como otros Obispos de la Iglesia universal, se apresuró a escribir a la Santa Sede, pidiendo que fuese restablecida la fiesta y reconocida al menos como " memoria obligatoria" para toda la Iglesia. Así se hizo más tarde.
El Papa ha celebrado siempre con fervor y con solemnidad la fiesta de la Virgen del Carmen el l6 de julio. Le ha gustado participar, y ha asistido en muchas ocasiones a las celebraciones de las novenas de la fiesta que se celebran en las iglesias de los Carmelitas (en Wadowice y en Cracovia). Qué elocuente es esta auto-fesión que él mismo hizo en l975, en la visita que cursó a los carmelitas de Wadowice: "Me alegra poder manifestaros mi devoción a la Virgen del Escapulario. Vivía junto a la parroquia; pero, sentía una fuerte inclinación a subir a la iglesia de los Carmelitas en esta colina de Wadowice. En julio asistía al novenario del Carmen, y participaba también en otros cultos en su honor. Cuando estaba de vacaciones y no salía fuera, no perdía las celebraciones de la tarde en honor de la Virgen"
Siendo Arzobispo de Cracovia asistía algunas veces el día de la fiesta principal. Siendo Papa, la celebración de la fiesta del Carmen en el l6 de julio suele coincidir con sus vacaciones en los Alpes italianos, o en Castelgandolfo. La mayor parte de los años, por no decir todos, ha aprovechado esta circunstancia, para obsequiarnos con alguna alocución, homilía, u otro documento, fruto de su devoción mariana carmelitana..
El Papa ha agradecido siempre a la Virgen del Monte Carmelo los muchos favores que le ha dispensado. Uno de los testimonios más elocuentes es el del l5 de enero l989, en la visita que hizo en Roma a la parroquia de la Virgen del Monte Carmelo, de la Via Montecciano, que dice así "Quisiera haceros una confidencia personal: Me encuentro en la parroquia dedicada a la Virgen del Carmen. Debo deciros que en mi edad juvenil, cuando era como vosotros, Ella me ayudó. No podría decir en qué medida; pero, creo que en una medida inmensa. Me ayudó a encontrar la gracia propia de mi edad, de mi vocación". 


El encanto y el carisma del Carmelo.

El Papa Juan Pablo II esta muy bien formado en la espiritualidad y en el simbolismo del Monte Carmelo. Desde su infancia, y más en su juventud, vivió espiritualmente muy cerca de los carmelitas y se formó en la espiritualidad de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Si pretendió ingresar en la Orden, es claro que conocería bien lo más esencial de sus orígenes y de su historia.
El simbolismo el Monte Carmelo, que le acerca a la Virgen del Carmen, es un punto de referen- cia frecuente en los escritos del Papa, que manifiesta con devoción y entusiasmo el encanto que ejerce sobre él este Monte bíblico, para participar y gustar de sus bienes y sus frutos, en la oración y en la contemplación de Dios, al estilo y en el espíritu del profeta Elías. La reflexión sobre el Monte Carmelo le sirve para darnos un mensaje devocional sobre la Virgen María.
El Carmelo representa para él la cima de la perfección. Manifiesta la belleza de la gracia y la hermosura de la Virgen del Carmen, Reina del Carmelo. Significa la abundancia de los dones de Dios y los frutos espirituales, pingües y sabrosos, de la oración contemplativa.
El l6 de julio del 2000, fiesta de la Vigen del Carmen, cuando el Papa se encontraba de vacaciones en Les Combes, en el Valle de Aosta, hacía este comentario en el rezo del "Angelus": "Al contemplar estas montañas mi mente acude hoy al Monte Carmelo, cantado en la Biblia por su belleza. Y es que celebramos la fiesta de la bienaventurada Virgen del Monte Carmelo.
Sobre ese Monte... el Santo profeta Elías defendió con arrojo la integridad y la pureza de la fe del pueblo elegido del Dios vivo.
En esta misma montaña.... reuniéronse algunos ermitaños que se dedicaron a la contemplación y a la penitencia. .. El Carmelo indica simbólicamente el monte de la plena adhesión a la voluntad divina...Todos estamos llamados a escalar esta montaña...
Caminando junto a la Virgen,... sostenidos por su materna intercesión podremos realizar plenamente, como Elías, nuestra vocación de auténticos "profetas" del Evangelio..."
En otros muchos documentos el Papa se refiere al Monte Carmelo: "rico en simbolismo espiritual"; "herencia de la Orden, vinculada a la primera llamada... de los ermitaños que se entregaban a la contemplación y a la soledad"; "recuerda... a María madre y hermosura del Car- melo" (l989). El Carmelo está llamado a ser "un oasis de contemplación y de espiritualidad";
"María (es) ensalzada como ‘Reina del Carmelo’, ‘Flor del Carmelo’, ‘Madre de la Gracia’; (L995). El Carmelo "en el mundo bíblico siempre se ha considerado como símbolo de gracia, de bendición y de belleza. En este Monte los carmelitas dedicaron a la Virgen Madre de Dios, ‘Flos Carmeli’, que posee la belleza de todas las virtudes, su primera iglesia" (l988). En el Carmelo podemos gustar "sus frutos y sus bienes", y experimentar "la presencia dulce y materna de María" (25,III, 200l).



El Santo Escapulario.

Juan Pablo II ha sido, y es un verdadero devoto y apóstol del Escapulario del Carmen., con el testimonio de su vida, y a través de los numerosos documentos en los que ha tratado de esta prenda de salvación. De niño, cuando apenas contaba diez años de edad, recibió en su ciudad natal el Escapulario del Carmen. Aún lo lleva sobre su pecho. A lo largo de su vida ha recordado con plena satisfacción este hecho, que ha considerado como una gracia del Señor y un honor. En este mismo año 200l, como hemos recordado más arriba, ha hecho esta auto-confesión en la carta que dirigió a los Padres Generales de la Orden del Carmen, con motivo de celebrarse el 750 aniversario de la entrega del Escapulario a San Simón Stock: "¡También yo llevo sobre mi corazón, desde hace tanto tiempo, el Escapulario del Carmen!".
Era devoto y propagandista del Escapulario. En su ministerio parroquial, se preocupaba de imponérselo a los fieles. El mismo hacía la imposición. Durante unos "ejercicios espirituales" en la parroquia de San Froilán de Cracovia, siendo aún joven sacerdote, se lo impuso a un grupo de devotos. Y antes de la imposición les dijo: Llevad siempre el Escapulario. Yo lo llevo cons-tantemente; y de esta devoción he recibido un gran bien. Algo parecido hizo siendo Papa, el l7 de febrero de l980, al visitar la parroquia de San Martín ai Monti, atendida por religiosos carmelitas. Tomando el escapulario de la Priora del Carmelo seglar, dijo: También yo lo llevo aquí bjo mis vestidos, desde que era niño.
A propósito de esto, de la conducta del Papa con el Escapulario, existen declaraciones conmo-vedoras de algunos testigos. Cuando sufrió el atentado en la Plaza de San Pedro, el l3 de mayo de l98l, fue internado en el Policlínico Gemeli de Roma. Y uno de los médicos que le atendió y le prestó los primeros auxilios, hizo esta declaración: "Eran las 6 de la tarde cuando el Pontífice entró en la sala de operaciones, vestido con un sencillo pijama. Llevaba sobre la camiseta y sobre la misma piel el ‘escapulario’, dos trocitos de tela marrón sobre el pecho y sobre la espalda, unidos con unos cordoncillos con la imagen de la Virgen del Carmen" (Publi- cado en ‘La Republica’, l5, V, l98l, por Silvano Mazzocchi).
Algo parecido sucedió en 16 de julio de l992, cuando fue internado de nuevo en el mismo Policlínico, para una revisión minuciosa. El mismo periodista publicó esta noticia en el mismo diario, en el l7 de julio: "Juan Pablo, ayer por la mañana, veinticuatro horas después de haber salido de la sala de operaciones, estaba sentado en un sillón. Sobre su vestido sobresalía el ‘es- capulario’ de la Virgen del Carmen, que no abandonó jamás"...
El magisterio del Papa, hablado y escrito, sobre el escapulario, es muy rico y abundante. Casi todos los años en la celebración del la fiesta el l6 de julio ha enviado algún mensaje y consigna a los fieles. Algunos documentos son verdaderamente magistrales. Así el del año l988, dirigido cuando se encontraba de vacaciones en los Alpes italianos, en el pueblecito Pian di Neve, en el Monte Adamello, completado con la meditación que hizo el día 24 (domingo), en Castelgan-dolfo, con la recitación del ‘Angelus’(Ver L’Os.Romano, 3l,VII, l988, p. l; edic. española)
Uno de los documentos más importantes en esta linea -pasando por alto otros muchos- es la Carta que el Papa dirigió a los Padres Generales de la Orden Carmelita el 25, III, 200l, a que me he referido más arriba. Consta de seis números, o párrafos, en los que trata de la Virgen del Carmen y de la vida mariana del carmelita, que significa ‘consagración’-amor filial a María como Madre, y vida de intimidad espiritual con Ella: "intimidad de relaciones espirituales", en un clima de oración y de contemplación. Resalta a la Virgen como modelo de virtudes.
Los números 5 y 6, y las últimas lineas del 4 tratan del Escapulario, que el Papa considera como "un tesoro para toda la Iglesia", porque es como una "síntesis" del "patrimonio mariano del Carmelo" y de la "espiritualidad mariana, que alimenta la devoción de los creyentes".
Entre los rasgos propios y característicos del Escapulario, considera el concepto de ‘hábito’, que agrega al que lo recibe a la Orden del Carmelo y lo introduce en su tierra, "para que guste de sus frutos y bienes". El Escapulario, "signo" de la "presencia dulce y materna de María", que implica el "compromiso de revestirse de Jesucristo". Evoca también las verdades fundamentales: la protección continuada de María, en la vida y en la hora de la muerte, y que la vida de sus devotos debe estar "entretejida de oración y de la práctica de los sacramentos". El Escapulario es también "un signo de alianza y de comunión recíproca entre la Virgen y sus devotos, que deben "crecer en el amor e irradiar en el mundo la presencia de esta mujer del silencio y de la oración"...
Esta carta es una catequesis y una instrucción magnífica del Papa, que actualiza la espiritualidad mariana del Escapulario, que toda la familia carmelitana debe esforzarse por irradiar y difundir ante el pueblo de Dios, como una forma auténtica de "devoción a María, Estrella del mar y Flor del Carmelo".