María... una excelente mujer

Padre Tomás Rodríguez Carbajo


La escala de valores cambia según la manera que tengamos de ver la vida. El tipo ideal de mujer no lo tienen todas las personas igual, las épocas y la manera de vivir hace que se valore, no siempre del mismo modo, la objetividad de lo que existe.
La apariencia se convierte para algunos en norma de valor, así se cuidan mucho las formas externas, la presentación, el tipo, el "modelito ", etc...
La mujer "repipi", la mujer-maceta es fruto de una sociedad consumista.
El baremo para valorar a María no está en algo exterior, aparente. Ella tenía profundidad, amaba el silencio como clima de comunicación con Dios, no fue inte1ectualista, pero no por eso dejaba de estar bien instruida en la Palabra de Dios, que conocía como piadosa que era.
No fue "abanderada'" de teorías feministas, revolucionarias, sobre el papel de la mujer en la sociedad, pero si tuvo unas profundas actitudes tremendamente libres y liberadoras, como la servicialidad, humildad, la entereza de espíritu, etc...
No busquemos a María encabezando grandes marchas como protesta para reclamar unos derechos ultrajados. Sí la encontraremos en el silencio recogido de una pequeña aldea, con una irradiación de su personalidad, que hace que muchos la imiten en los valores internos de la persona.
No dejó de ser una mujer sencilla, de pueblo, de una valía tal que el mismo Dios la eligió para que fuera su Madre, El no se engaña, sabe bien lo que hace, se fijó en la que Ella era, no en las apariencias o en lo que la gente estimaba.
Cotejando la escala de valores que tiene Dios y la que tenemos nosotros, nos damos cuenta que no siempre coinciden.
Al ser elegida entre todas las mujeres para ser Madre de Dios, podemos deducir sin miedo a equivocamos que María era una excelente mujer.