María la mujer del Sí

Padre Tomás Rodríguez Carbajo


María siempre dispuesta al Sí:
- En nuestra relación con Dios no podemos quedamos neutrales, la alternativa es de disponibilidad a su voluntad o de rechazo, que no es otra cosa que el pecado.
- María estuvo herméticamente cerrada al pecado, nunca dijo NO a lo que Dios le mandaba, ni a lo que le insinuaba.
- Su actitud de disponibilidad captaba la voluntad divina, que cumplía a la perfección.
- Dios la inmunizó del pecado de origen y de las consecuencias del mismo. Ella colaboró con la gracia de Dios para,
que no se turbiase la vida divina en su ser. Con razón el Señor la llamó a través del ángel "llena de gracia ", teniendo en cuenta que el nombre significaba la realidad o la misión de la persona que lo llevaba.
- Nosotros le cantamos: "Es toda hermosa y toda bella, es toda blanca y celestial, radiante sol, brillante estrella es nuestra Madre virginal." Pecado y gracia son dos realidades radicalmente incompatibles.
- El pecado es un "NO" a Dios y la gracia el "SI" a Dios. Al estar María llena de gracia, sin la sombra de pecado, tuvo siempre la actitud constante de disponibilidad para secundar la voluntad y los deseos de Dios.
- Toda la vida de María es una sinfonía de "Síes" a Dios.
- Ella se había proclamado la "esclava del Señor" (Lc. l,28), Y la actitud de la esclava es de no contradecir al Señor, sino de contestarle siempre "Si, Señor". El Sí de María fue dicho filialmente, con sonrisa y amor, con verdad y pasión:
Sí a la responsabilidad más grande: Ser Madre de Dios.
Sí a la voluntad de Dios expresada:
. Por un ángel. (La Anunciación).
. Por un edicto para poder medir sus fuerzas el Emperador. (Empadronamiento).
. Por un tirano para asegurarse en el trono
Sí, cuando tiene que mostrar su Hijo a quien le buscaba.(Pastores, Magos, Vecinos, Familiares, etc...)
Sí, cuando huyó a Egipto para salvar la vida al Niño.
Sí, cuando la pobreza de Belén.
Sí, cuando el dolor del Calvario.
Sí, a los ratos de conversación íntima con su Hijo.
Sí, cuando Jesús se marchó a predicar la Buena Nueva.
Sí, cuando se entera de que Jesús es acogido por los pecadores.
Sí, cuando le informan de que las Autoridades del pueblo rechazan las enseñanzas de Jesús.

Razones de la continua disponibilidad de María a Dios:
- María tuvo una total disponibilidad, porque era entera mente libre, estaba vacía de sí misma y llena de Dios.
- María tuvo una infraestructura de su personalidad sin ningún tipo de desviación. Ella no tuvo que rectificar las inclinaciones al mal, pues, no le afectó a su vida personal las consecuencias del pecado de origen.
- Su voluntad no sufrió ninguna desviación por la línea de la autosuficiencia y orgullo, origen del pecado.
- Su vida se vio siempre imantada por Dios, nada ni nadie le apartó de tender al Supremo Bien y Verdad.
- Su dicha consistió en ser totalmente de Dios, en hacer 
todo por Dios y para Dios.
- Creada como todos por amor y para amar, supo agradecer a Dios los beneficios y privilegios, que le había concedido, y la mejor manera de expresar su agradecimiento fue cumplir su voluntad.
- Cada "Sí" de María era una respuesta en el amor y le habilitaba para dar una siguiente respuesta afirmativa a todo lo que Dios le manifestara.
- María, La Inmaculada, tuvo sus raíces limpias de pecado y de sus consecuencias. Colaboró también con su entrega generosa a enriquecer el caudal de su gracia.

Siempre Inmaculada
- María, la Sin pecado, no sólo en su Concepción, sino durante toda su vida.
- Ella no conoció ni el pecado venial por privilegio especial de Dios, como nos lo enseña el Concilio de Trento en la sesión 6ª.
- No podía permitir Dios que Ella Medianera de todas las gracias careciera de las más grandes de las gracias, la santificante.
- Dios cuando comienza una obra, la termina, pues, si salió María de sus manos totalmente bruñida por un privilegio, no iba a permitir después que se estropease “'su obra" especial, su Madre, la que El había tenido el "gustazo" de regalarse.
- María colaboró constantemente a todas las gracias actuales, que Dios le proporcionaba, para aumentar el caudal de amor y por lo tanto de su vida de gracia.