Primera y única recomendación de María

Padre Tomás Rodríguez Carbajo


Debido a nuestra condición de seres limitados no podemos querer abarcar lo infinito, de ahí que en 
la medida en que profundizamos en un sentido, nos limitamos en extensión, por eso en la rama del 
saber se impone la especialización como garantía de un mayor conocimiento.
En el Evangelio, síntesis de la revelación, no encontramos nada superfluo, cada palabra e idea tiene su valor, pues, no fue intención del escritor humano, guiado por Dios, entretenemos, sino 
adoctrinamos en orden a nuestra salvación.
Sabemos muy bien que el papel de María es el de estar junto a su Hijo, por eso no nos podía faltar, 
aunque breves, referencias a su persona y palabras orientadoras. Pocas palabras recogen los Evangelios dichas por María, entre ellas tenemos la oración de alabanza dirigida a Dios en el 
Magníficat; como madre alguna a su Hijo; al ángel anunciador del Misterio de la Encarnación le pide 
explicaciones pues, su fe quiere que sea libre y racional; no pudo olvidarse de nosotros los 
hombres, nos dio una lección breve, pero enjundiosa, en ella refleja su papel en la economía de nuestra salvación, no se extiende como un discurso, sino que es corta e incisiva para que su mensaje sea fácil de captar y entender y podamos llevarlo a la práctica.
Las palabras que nos dejó como primicias y testamento al mismo tiempo son "Haced lo que El 
os diga" (Jn. 2,5).
No podemos sacar disculpas debido a la escasez de tiempo ni a nuestra corta inteligencia para 
aprender la recomendación que María nos, hace a todos los hombres.
Con estas palabras Ella marca una característica fundamental en nuestra devoción mariana, tiene que 
ser "santa ", es decir, que nos tiene que acercar a Cristo, pues, no nos quiere egoísticamente 
retenernos junto a sÍ, sino que es consciente del papel de su misión en nuestra vida: Camino para 
llegarnos a Cristo.
Siempre que como hijos devotos nos acercamos a María, nos repite la misma recomendación, yen la 
medida en que la amamos más tiernamente, nos compenetramos mejor con los criterios de Cristo y 
reflejamos más nítidamente su vida en nuestra conducta.
¿Se puede recomendar más con pocas palabras? ¿Podemos desatender o dejar en el olvido su mensaje?