La Eucaristía y María 

Seminario Diocesano de Celaya, México

 

"La Virgen María es principio causal de la humanidad de Jesucristo que en su seno, la substancia divina y la humana se hacen una persona en Jesucristo."

María es el primer sagrario por llevar a Cristo en su seno desde su concepción hasta su nacimiento; nadie mejor que ella nos puede llevar a Él. Hoy ante el grandioso misterio de la Encarnación realizada hace varios años y que se repite día a día en el altar, los sentidos caen rendidos por el milagro que ocurre; porque ¿Cómo es posible atrapar en nuestra mente semejante misterio?, cosa igual le pasó a María al no entender como iba a concebir al Hijo de Dios sin conocer varón, ante esta respuesta el ángel Gabriel responde: “ El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc. 1,30ss). 

En ambos casos, es decir en la Eucaristía o Misa y en la Concepción del Hijo de Dios en el Seno de la Sma. Virgen hay semejanzas. En los dos casos encontramos El Cuerpo y la Sangre de Jesucristo que toma de la Virgen María en la Concepción; al Espíritu Santo que por medio del Sacerdote al imponer las manos, desciende sobre el Pan y el Vino y obra el milagro de convertirlos en el Cuerpo y Sangre de Cristo; de igual forma intervino para que se concibiera el Cuerpo y la Sangre de Cristo en el Seno de María sin dejar a un lado su divinidad. La Carne del Verbo procede de María y el pan que vemos en la Eucaristía es el Verdadero Cuerpo de Cristo. 

La Virgen María es principio causal de la humanidad de Jesucristo que en su seno, la substancia divina y la humana se hacen una persona en Jesucristo. Solo con fe podemos aceptar lo que nuestros sentidos no perciben, como lo hizo María: “Hágase en mí según tu Palabra”. Es importante la manera en que Cristo siendo Dios vino al mundo pero dice la Sagrada Escritura; una fe sin obras es una fe muerta. María no se queda en el anonimato, contemplando la grandeza que Dios había realizado en ella por tener al mismo Dios echo carne en su seno, lo externa a sus parientes más cercanos, concretamente a su prima Sta. Isabel, la alegría la externa porque le brotaba de su interior. Muchas grandezas a realizado Dios en nuestras vidas y sin lugar a dudas estamos agradecidos con Él, una de tantas grandezas es la Eucaristía, María compartió esta dicha, nosotros podemos obrar de igual manera, no como si Cristo estuviera entre nosotros, porque lo que recibimos (Eucaristía)no es un símbolo de Cristo sino que es Él mismo, pero veamos el mundo, y particularmente nuestro ambiente...dar testimonio de que a Cristo lo recibimos de una manera semejante como lo hizo María no es fácil, ni mucho menos imposible. 

Acoger a Cristo no solo nos trae alegría sino muchas veces nos ha de traer vivencias no gratas, semejantes o menores que las que María experimenta al ver clavado a su Hijo en la cruz. Arquímedes pedía un punto apoyo para mover el mundo, gracias al sí, sincero de María tenemos ese punto de apoyo: Jesucristo; para mover nuestra propia vida de la indiferencia al interés por el otro o por nosotros mismos, del odio al perdón en los que están cercanos o en mi propia persona. 

Nadie da lo que no tiene, los que tenemos la oportunidad de participar en la Eucaristía, lo recibimos (Jesucristo) sólo nos falta darlo. No podemos detener la alegría que sentimos al recibir al mismo Cristo que se encarnó en María, externarla como lo hizo María cambiará poco a poco nuestra persona y luego nuestra entorno en el que vivimos.