María, verdadero "icono" de vida eucarística 

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En verdad, Ella es mujer "eucarística" con toda su vida. María es, pues, en todo su ser y en toda su existencia "mujer eucarística"; es auténtico "icono" de vida eucarística.

María vive, como el mismo Cristo, en actitud de hacer siempre la voluntad de Dios. Ella siempre hace lo que el Señor dice y nos invita a "hacer lo que él os diga" (Jn 2,5). Ella nos enseña a vivir en el cumplimiento permanente del "Haced esto en conmemoración mía". La celebración del misterio de la Eucaristía nos convoca y compromete a vivir en esa actitud permanente: haciendo en todo momento lo que el Señor nos diga, cumpliendo siempre su voluntad.

Viviendo así, también nosotros llevaremos una existencia auténtica eucarística, al estilo de María.

María ofreciendo su seno virginal y su corazón mismo para la encarnación del Verbo, ha practicado anticipadamente su fe eucarística.

En ella se ha realizado, en el sentido más hondo posible, lo que luego será posible realizar sacramentalmente cuando el Señor nos entregue su cuerpo y su sangre como comida y bebida para nuestra salvación. Viviendo así, también nosotros llevaremos una existencia auténticamente eucarística, al estilo de María.

María con su sí al anuncio del ángel, con su ''fiat', que es tanto como decir con su "amén" a la Palabra de Dios, ha hecho posible el milagro de la encarnación. Fiat que, por cierto, mantuvo siempre. Por eso mismo siempre vivió en actitud eucarística. Viviendo así, también nosotros llevaremos una existencia eucarística, al estilo de María.

María ofreciendo a Dios todo, ofreciéndose en la Cruz con su Hijo, hizo posible el misterio de la Redención, que es misterio que se conserva y actualiza en la Eucaristía. Él se entregó y ofreció del todo y para todos. Su amor de Madre alcanzó a todos los hombres, cooperando a la obra de su Hijo. Viviendo así, entregados al bien de los demás, también nosotros llevaremos una existencia auténtica eucarística, al estilo de María. María reconociendo todos los dones de Dios en su vida, vivió en un Magnificat permanente, en una acción de gracias continua, es decir, en dimensión verdaderamente eucarística. Ella hizo de su existencia, como su mismo Hijo, un canto permanente de alabanza y acción de gracias a Dios. Hizo una permanente Eucaristía, una acción de gracias a Dios, reconociéndole como fuente de todos sus dones y gracias y devolviéndole una vida en amor total. Viviendo así, también nosotros llevaremos una existencia eucarística, el estilo de María.

Nos queda la oración y la súplica. Que Ella, verdadero "icono" de vida eucarística, nos enseñe a vivir y caminar así. Que nos enseñe a celebrar y vivir el misterio de la Eucaristía en todo su alcance y compromisos.

Fuente: Boletín del Senatus de Bilbao Julio 2005