La moral mariana

Práctica del culto mariano

Congregación para el Clero. Santa Sede Vaticano

 

El culto de la Virgen, como quiera que es un honor tributado por seres racionales a una persona viva, establece obviamente entre las dos partes una relación de espíritu a espíritu, una intercomunicación espiritual permanente. La Virgen es Madre de la Iglesia y Mediadora universal en la distribución de las gracias divinas. A nosotros corresponde la manifestación de nuestro culto 

El culto, por razón de quien lo rinde puede ser PRIVADO o PUBLICO. 

El PRIVADO es el que tributa una persona en particular, como tal, en ejercicio de su devoción, y el PUBLICO es el que se tributa en nombre de la Iglesia, aunque sea una persona en particular quien lo ejerce. 

Por razón de quien rinde el culto, puede ser INTERIOR o EXTERIOR. 

El primero se atiene a las meras disposiciones del alma y a los actos meramente espirituales, y el segundo va acompañado de manifestaciones externas ("devociones", "oraciones", "ceremonias", etc.) Como bien puede notarse, no hay verdadero culto exterior a la Virgen ni a ninguna otra persona, si no va acompañado de la disposición interna, que viene a ser como el alma del culto externo. De ahí que Santa Teresa reproche tan sabrosamente a las personas de muchos rezos, diciéndoles que no hacen nada por más que meneen los labios. 

Fuente: clerus.org