La moral mariana

Advocaciones de la Virgen

Congregación para el Clero. Santa Sede Vaticano

 

Determinados hechos históricos que señalan la intervención especial relieve que se le atribuye a ciertos misterios de la Virgen en sí, o en relación con Cristo o con nosotros, y, en fin, momentos especiales de su santísima vida, de su muerte y de su glorificación, son la fuente de las "advocaciones" o modalidades diversas de invocar y honrar a la Virgen. 

De la preferencia que se pueda sentir por una u otra de estas advocaciones de Nuestra Señora, nace en los fieles la particular "devoción" o consagración de su voluntad a honrar a la Virgen Santísima con correspondientes actos internos y externos en honor de su advocación predilecta. 

Existen advocaciones UNIVERSALES, cuando la Santísima Virgen es invocada bajo ese respecto en todo el mundo; y otras que son REGIONALES, que son especialmente las relacionadas con santuarios e imágenes milagrosas, y son de extensión más o menos amplia, según el influjo que llegan a irradiar. 

Las advocaciones más universalmente extendidas son, por lo general, aquellas que han sido propagadas por diferentes Institutos Religiosos, y que, ordinariamente, constituyen su más preciado patrimonio. Es imposible establecer en términos absolutos cuál devoción a la Santísima Virgen es más excelente, bástenos con la condición establecida por el Papa Pío XII: Cada uno ha de elegir entre sus advocaciones preferidas de Nuestra Señora, aquella que lo haga más cristiano. 

El culto rendido a María es UNICO e indivisible por parte del sujeto a quien se tributa: la persona gloriosa de la Virgen. Puede sin embargo, revestir formas y características múltiples, según las diversas causas o títulos en que se inspira. Las devociones a la Virgen pueden, por tanto, ser múltiples. Lo que importa es que a través de esa diversidad de aspectos siempre se vea claramente a la UNICA, la MADRE DEL SEÑOR. 

La primera entre todas las devociones en orden de tiempo y de dignidad es, indudablemente, la que tiene por objeto y por motivo la excelencia de la Divina Maternidad. La imagen de la Virgen con el Niño en su regazo maternal domina en el arte mariano de todos los siglos.

Fuente: clerus.org