El Adviento es tiempo de María

Padre Tomás Rodríguez Carbajo 

 

- El Adviento no es el único, sino el que de manera especial podemos denominar como tiempo de María. No podemos caer en un exclusivismo injusto, ya que María es pieza clave en la Historia de la Salvación.
- La liturgia de Adviento nos presenta de una manera continua y creciente la figura de María, y esto no por una superposición de devoción, sino siguiendo los pasos de las más nítida lógica, ya que la madre ocupa una atención preponderante en la espera y nacimiento del hijo.
- En el tiempo de Adviento, contemplamos guiados por la Liturgia la íntima colaboración que María prestó a nuestra Redención, esto es aleccionador para nuestra devoción mariana, pues, nunca podemos separar a María de Jesús, ya que la misión y vocación de María no se entenderían, si la desligásemos de Jesús, el Mesías, el Salvador, quien con todo derecho puede llamar a María, madre.
- Desde muy antiguo ha calado en el pueblo el puesto de María en el Adviento, hasta el punto de que se le ha denominado como un tiempo mariano.
- Hay dos fiestas de María que tienen su preciso sitio en el Adviento: La Inmaculada y la Expectación del Parto o Virgen de la O.

1.- La Virgen de Adviento: La Inmaculada.
El misterio de la Inmaculada nos será siempre incomprensible, nunca llegaremos a descubrir exhaustivamente toda su grandeza. Bajo aspectos distintos podemos contemplar a la Inmaculada Concepción, tal vez muchos devotos de María se queden en la contemplación de la pureza del alma de María, limpia en absoluto de cualquier mancha o pecado como fue proclamado por Pío IX, reconocido por tantas personas y refrendado por la Virgen en Lourdes.
Sin desechar esta consideración, el sentido de esta fiesta encaja perfectamente con el espíritu del Adviento, ya que la Concepción de María nos comunica como aurora la ya cercana venida del Salvador. Están muy cercanos los tiempos mesiánicos esperados más de 4.000 años por el pueblo de Israel, iniciada aquella esperanza por los Patriarcas y alimentada por los Profetas. Con su Inmaculada Concepción se cerrarían aquellos interminables años de espera, al mismo tiempo que disfrutó María de las primicias de la Redención.
"Los fieles que viven con la liturgia el espíritu del Adviento, considerando el amor inefable con que la Virgen madre esperó a su Hijo, están invitados a tomarla como modelo y a prepararse a salir al encuentro del Salvador que viene, velando en oración y cantando su alabanza".
(Misal romano. Prefacio 2º de Adviento).

2.- La Virgen en Adviento: 

La Expectación del Parto.
Como complemento de la fiesta de la Inmaculada tenemos la de la Expectación del parto o Virgen de la O. La esperanza del Adviento sube de quilates en esta fiesta, pues, en Ella se esta cumpliendo la señal principal y prototipo de todas las señales dadas por el Señor en su bondad de que una "Virgen esta encinta y da a luz un hijo"(Is.7,14). No se trata de una mujer gestante cualquiera, sino de la que nos traería al Salvador, y para ello se nos da una garantía: el unir en la misma persona y al mismo tiempo el carisma de la virginidad y el don de la fecundidad.
Si en su Inmaculada Concepción vemos la aurora de nuestra salvación, en la Expectación de Parto contemplamos el nacimiento del Sol, Cristo.
En los días precedentes inmediatos a la Navidad la Liturgia nos hace centrar la atención en la Madre, grávida de Dios, ya que una vez que nazca el Hijo lo haremos en El, Mesías esperado. Del tallo de Jesé, que es marías, saldrá la flor que es Cristo. María es la tierra santa donde germina el Salvador.
En nuestra Iglesia latina no encontramos ningún tiempo litúrgico en el que resplandezca tan nítidamente la cooperación de María a la obra de nuestra Salvación, como en el tiempo litúrgico de Adviento.