Septiembre Mariano

Padre Tomás Rodríguez Carbajo 

 

1.- Un mes más para María.

No todos tenemos los mismos gustos y razones para actuar. En Occidente dedicamos el mes de mayo a la Virgen, le ofrecemos en primavera nuestras flores como algo de lo más hermoso que tenemos, y después, en octubre, el mes del Rosario en el otoño la recolección de los frutos.
Los Orientales tienen el mes de agosto como el mes mariano por excelencia, por celebrarse en él la gran fiesta de Ntra. Señora, la Asunción de María al Cielo.
No podemos agotar nuestro fervor mariano en el exclusivismo de uno o dos meses, buscando se encuentran razones para dedicar a María más meses, así tenemos el de septiembre, en él se celebra la Natividad de Nuestra Señora, día 8, el 24 es Ntra. Sra. de la Merced, y muchas más fiestas marianas de ámbito local o regional; pero la razón para dedicar todo el mes de septiembre a María es porque a mitad del mismo se celebra la fiesta de los Dolores de María. Es algo tan común a todos el dolor y nos une tan estrechamente que no podemos pasar por alto "el misterio de la "Mater Dolorosa" relacionado con Cristo y la Iglesia, pues, es una experiencia vital para el cristiano no sólo respecto al conocimiento de la historia salvífica, sino también como fuente singular de consuelo y de esperanza para su vida cotidiana" (Nuevo Diccionario de Mariología, p.635).
Entre las incontables devociones de carácter mariano nacidas en la Edad Media tenemos la devoción a la Virgen Dolorosa o a los Dolores de la Madre, que dio motivo a bellas y emocionantes escenificaciones.
En 1011 se fundó en Herford (Paderborn) un oratorio dedicado a "Santa María junto a la cruz".
A lo largo del s.Xlll se elabora la devoción a la Dolorosa, precisándose a comienzos del s.XIV como devoción de los Siete Dolores.
Con el fin de propagar con sus vidas y liturgia esta devoción al servicio de la Señora nació la Orden de los Siervos de María., quienes en un principio insistieron en la compasión de la Virgen en los sufrimientos de su Hijo durante el tiempo de la pasión; desde el s. XVl-XVII se desarrolló el culto autónomo de los Siete Dolores de María en el mes de Septiembre.

2.- Ejercicios piadosos.

Las manifestaciones religiosas suelen ir en sintonía con la advocación que veneramos, entre los ejercicios piadosos en honor de Ntra. Señora de los Dolores sobresalen dos: La Corona de la Dolorosa y la Via Matris.

a.- La Corona de la Dolorosa, mejor llamada

 inicialmente de los Siete Dolores, está inspirada en el rezo del Rosario, su rito es el siguiente:
. Introducción.
. Enumeración de un dolor, un padrenuestro, siete Avemarías, una oración. Así se hace de los Siete Dolores).
. En conclusión Tres Avemarías "en veneración de las lágrimas que derramó la Virgen en sus dolores".
. Como final el "Stabat Mater" con una oración para terminar.

b.- La Vía Matris Dolorosae.

Este ejercicio tiene una forma análoga al Via Crucis, con el se quiere recordar los Siete Dolores de la Virgen (Profecía de Simeón, Huida a Egipto, Pérdida en el templo, Encuentro con su Madre en la via dolorosa, Crucifixión, Descendimiento, Sepultura) y para ello se recorren las siete estaciones recordadas por otros tantos cuadros.
El origen de esta devoción se remonta al s.XVlll, y se practicó inicialmente en las iglesias de los Siervos de María en España.

3.- La imagen de la Dolorosa.

La iconografía que representa el dolor de la Madre es abundante y variada, entre la reproducción de los Siete Dolores tal vez la que más se ha difundido es la de Ntra. Señora de la Piedad o Virgen Dolorosa, de ésta ya en el s.XV se propagaron imágenes de María que sostiene en sus brazos a su Hijo muerto, muchas de ellas han llegado hasta nuestros días.
Algunas provincias españolas tienen a la Virgen representada en algunos de sus Siete Dolores como patrona, por ejemplo, Badajoz a Ntra. Sra. de la Soledad, Cuenca a Ntra. Sra. de las Angustias, Granada a Ntra. Sra. de las Angustias, León a Ntra. Sra. del Camino.
Con advocaciones más o menos representativas se venera a Ntra. Señora como cooperadora de nuestra redención, no para quedarnos en el dolor como meta, sino para llegar como Ella a la glorificación final.