El Santo de los Milagros de María

Padre Tomás Rodríguez Carbajo 

 

1.- Así lo llamaban.

San Juan de la Cruz es llamado "El Santo de los milagros de María", ya que durante toda su vida se registran hechos prodigiosos reveladores de una especial protección de la Madre:

. Siendo niño cae en una charca de la afueras del pueblo de Arévalo, al verse desamparado de los compañeros de juego, que huyen, acude a la Madre del cielo, quien como una Señora muy hermosa acude en su ayuda y le tiende su blanca mano, que él rehúsa, porque tenía la suya llena de fango.
Así lo contó muchas veces a los religiosos.
. Siendo un poquito mayor, estaba ingresado en una institución benéfico-docente llamada "Niños de la Doctrina", en Medina del Campo; un día durante el recreo cayó en un pozo sin brocal y profundo, que existía en un rincón del patio, cuando un hombre se descolgó para extraerlo , creyéndolo ya ahogado, resultó que lo encontró vivo y nada le había sucedido.
El contó también a sus religiosos para exhortarles a que fuesen devotos de la Virgen, que una Señora estaba esperando sobre la superficie del agua y lo sostuvo con sus manos para que no cayera.

. Durante nueve meses, desde Diciembre de 1577 hasta Agosto de 1578, estuvo encerrado en una celda-prisión de una comunidad de Toledo. Se le negó el poder celebrar la Santa Misa el día de la Asunción, se descuelga por una ventana, que mira hacia el río Tajo. Calcu1ó mal la distancia, se arroja al vacío y cayó en un huerto de unas monjas de clausura. Ante la embarazosa situación de haber intentado la huida y haber violado la clausura monacal, acude a la Virgen, y si saber como se encuentra sobre la muralla desde donde le es fácil bajar a la calle.
. En 1586 estaba en Córdoba como Primer Vicario Provincial, trabajaba como un peón derribando unos tabiques para ampliar la capilla, quedó bajo los escombros, cuando acudieron para retirar los cascotes, le encuentran ileso y sonriente, dando como respuesta: "La de la Capa Blanca (la Virgen del Carmen) estaba allí para protegerlo con su manto".

. Viajando de Castilla a Andalucía, al cruzar un arroyo, es arrastrado por la corriente, al derribarlo la bestia que montaba, una vez más siente la protección de la Virgen, que lo salva, asiéndolo por los dos extremos de su capa.

2.- Devoto de María.

. A tantas finezas por parte de María, S. Juan de la Cruz corresponde con una tierna y constante devoción, como muestra sírvanos algo de lo recogido en los Procesos: "Le dijo a este testigo que era muy devoto y aficionado, y lo había sido desde niño, de la Virgen María, Nuestra Señora, y en muchos peligros y trabajos que había tenido en el discurso de su vida, le había favorecido y librado". 
. Manifestó su amor a la Virgen con el ejercicio de devociones de piedad mariana aprobadas por la Iglesia, como el Rosario.
Fray Jerónimo de la Cruz nos declara en el Proceso de Jaén: "En el tiempo en que le conoció este testigo no vio tuviese otras alhajas más que el Breviario, Rosario, disciplina, Biblia y hábito pobre".
Alonso de la Madre de Dios atestigua: "Nunca se le caía de los labios el nombre de María".
Su biógrafo, el P. Quiroga, nos dice que para aliviar el cansancio de los caminos componía canciones de alabanza a María y las cantaba en soledad.
. El ejemplo mariano, que nos da, se cifra en actitudes, fruto de un profundo convencimiento, más que en aisladas anécdotas; como nos lo atestigua un dato biográfico muy interesante: "En todas las necesidades y peligros acudía con la confianza que suele acudir un hijo a su Madre, para que le socorriese. Y la serenísima Señora hacía, con piedad maternal, cierta su confianza como lo experimentó en innumerables ocasiones y trabajos".
. Su devoción le llevaba a que otros también la tuvieran, y se esforzó en potenciar y purificar la devoción mariana:
- Condena las puramente exteriores, extravagantes. (Subida, III, cap.43-45), él las llama "ceremoniáticas".

- No aprueba las romerías mundanizadas, "muchos las hacen más por recreación, que por devoción".
- Acerca de los Santuarios nos dice muy claramente su pensamiento: "Lo que importa es no atar el afecto y la devoción de tal modo a un templo o santuario en particular, que fuera de él no se acierte a orar o amar a la Virgen".

. A veces de manera plástica quería infundir el amor a la Virgen, como cuando en Adviento hacía procesiones ante las celdas de los Religiosos y se representaba a María pidiendo posada.
. Escenificaba el misterio de la Encarnación entre sus novicios y estudiantes, cantaba a María en coplillas, pidiendo posada:

"Del Verbo divino
la Virgen preñada
viene de camino:
¡si le dais posada!