Privilegios de María

 

“María madre de la Iglesia” 

 

Padre Antonio Rivero L.C

 

 

Después de haber visto el puesto de María en la historia de la salvación, los diversos dogmas de María, contemplemos ahora a María en el misterio de la Iglesia.

¿Qué puesto tiene María dentro de la Iglesia?

Al clausurar la tercera sesión del Concilio Vaticano II (21 de noviembre de 1964), el Papa Pablo VI proclamó solemnemente a María “Madre de la Iglesia, Madre de todo el pueblo de Dios... y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título”.


Expliquemos en qué sentido es Madre de la Iglesia y Madre de cada uno de nosotros, los creyentes.

María es Madre de la Iglesia y Madre nuestra, porque Cristo no la dio en el Calvario. Desde ese día María ha tratado de que la Iglesia se sienta una gran familia, nos ha confiado, nos ha educado en la fe, ha velado por nosotros, ha cuidado que el Evangelio de su Hijo nos penetre, conforme nuestra vida y produzca frutos de santidad. Ha sufrido cuando ha perdido hijos que se han ido...

Y nosotros la hemos sentido así como madre, y por eso nuestras plegarias y oraciones han estado llenas de ternura, de amor, de dolor y de esperanza. Testigo de esto son los diversos Santuarios, procesiones, etc... en honor de Ella.

Todos, quien más quien menos, hemos experimentado el amor de esta madre María. La hemos sentido cercana, cariñosa, amable,

Una Iglesia que ama a María será una Iglesia en íntima comunión con Cristo, plenamente entregada a la acción del Espíritu. Ella, María, cuida para que nada haya en la Iglesia con sabor político y económico, sino estrictamente espiritual. Y será lo espiritual lo que ilumine estas esferas sociales, políticas y económicas. Por eso María siempre nos dirá a todos: “Haced lo que Él -mi Hijo- os diga”, “Impregnad nuestra vida con la luz, del Evangelio”. ¡Cómo cambiaría todo!

Por tanto, María es nuestra madre, porque es la nueva Eva, madre de los vivientes redimidos por Cristo. Y nos fue entregada en el Calvario cuando Jesús ofrecía su vida al Padre para salvarnos.

¿Quién es María para la Iglesia?

La Iglesia contempla continuamente a María en sus dos vertientes: maternidad y virginidad, pues la Iglesia también es madre y virgen.

La Iglesia es madre, porque prolonga la solicitud maternal de María. ¿No experimentamos en nuestra vida a la Iglesia como madre que nos alimenta en los sacramentos, nos educa y nos forma con la doctrina de Cristo, nos defiende y se desvive por nosotros desde que nacemos, con el bautismo, hasta que morimos, con la unción de enfermos, el entierro cristiano, y la oración por sus hijos difuntos?



Pero también la Iglesia es virgen. Es Virgen porque conserva la pureza de la doctrina transmitida por Cristo ya hace veintiún siglos. La Iglesia es virgen cuando no adultera el mensaje de Cristo, cuando trasmite su verdad sin mutilación ni reducciones. Es virgen porque conserva intacto lo que recibió de su Esposo Jesús.

Pero esta virginidad de la Iglesia no es estéril, al contrario es fecunda. Cuando la Iglesia transmite íntegra y sin ambigüedad la doctrina de Cristo produce vida, y vida en abundancia, produce frutos de santidad y de apostolados florecientes ¡Cuántos hijos de la Iglesia son ya santos! En esta santidad estuvo presente la Virgen. Por eso la Iglesia que es virgen fecunda promueve tanto la misión, sea en tierras lejanas o en tierras cercanas, sea en el púlpito o en la cátedra como en los medios de comunicación social. “A todo el orbe alcanza el pregón de la Iglesia”. ¿Qué misión hace la Iglesia que no lleve por delante a la Virgen?

La Iglesia contempla a María como signo de esperanza en la peregrinación al Padre.

María no sólo es punto de orientación, es también estímulo eficiente, porque Ella ya alcanzó el ideal que la Iglesia nos presenta a todos. La santidad de vida en Cristo. María, pues, nos antecede con su luz, como signo de esperanza seguro y de consuelo.

La Iglesia debe nutrirse de las mismas fuentes que María y aspirar a sus mismas cumbres. De no hacerlo, la Iglesia perderá vitalidad y habrá peligro de equivocar su camino.

Y la Iglesia, mirando y siguiendo a María, descubrirá con facilidad su propia identidad de Madre y Maestra.

María acompaña nuestro peregrinar hacia Dios... y sé Tú Modelo y Madre y Educadora de la Iglesia.

Comentarios / preguntas: arivero@legionaries.org