Homilías sobre la Virgen María 

 

Padre Antonio Rivero L.C

 

 

¿Cuál es el puesto de María en la Iglesia? ¿Es Ella también un miembro de la Iglesia? ¿O es una figura aislada y marginada, por su posición única en la historia de la salvación?
Si uno lee atentamente los Evangelios se dará cuenta que María esta profundamente enraizada en la tradición religiosa de su pueblo; manifestación de esto es su cántico “Magnificat”; cuando visita a su prima y va a la boda, María se muestra como servidora activa de sus hermanos, no vive aislada y metida en su casa, como para proteger su singularidad. En el Calvario, allá estaba ella compartiendo el dolor no sólo de su Hijo, sino de los discípulos de su Hijo. Y antes de Pentecostés, persevera unánime en la oración con los apóstoles.
(1) María, pues, está inserta en esta Iglesia, asumiendo todas las experiencias más positivas de la existencia humana; ¿Cuáles?
• El amor natural, conyugal y familiar.
• La entrega virginal.
• La pertenencia a su pueblo.
• La pobreza, la violencia, el exilio, la incomprensión, la muerte de su Hijo y de su esposo. 
“María es de nuestra estirpe, verdadera hija de Eva, aunque ajena a la mancha de la madre, y verdadera hermana nuestra, que ha compartido en todo, como mujer humilde y pobre nuestra condición”; como dice Pablo VI en Marialis Cultús 56.
Así, pues, no goza de un plan salvifico paralelo y distinto... no está al margen o afuera del designio de Dios para todos los hombres. Ella también fue salvada y redimida como nosotros, e incorporada al pueblo nuevo de los rescatados por la sangre de su Hijo.
(2) Aun perteneciendo a la misma Comunidad, es sin embargo, su miembro más sobresaliente.
• María antecede a la Iglesia en el tiempo, porque es la primera purificada del pecado y la primera en ser incorporada perfectamente a Cristo. Y desde la concepción.
• María antecede a la Iglesia también en dignidad, por estar enriquecida por la suma prerrogativa de la naturalidad divina, hija predilecta del Padre y Sagrario del E.S.
• Por último antecede a la Iglesia con perfección, pues nadie puede compararse con su completa adhesión a la voluntad de Dios, que la llevó a una íntima comunión con Cristo y a una activa participación en su obra (L. G. 63)
(3) Podemos concluir que María realiza de antemano todo lo que la Iglesia realizará más tarde. María es como la Iglesia purificada. Así debe ser la Iglesia. Así debemos ser nosotros miembros de la Iglesia.
• Santos e inmaculados, como María.
• Obedientes y disponibles a la voluntad de Dios.
• Cooperadores activos en la obra redentora de Jesús.
• Atentos y abiertos a las necesidades de nuestros hermanos, como María en Ain Karin y en Caná.
• Fieles y en pie, junto a la cruz de Jesús.
• Desprendidos.
• Llenos de misericordia.
“María, si me permiten la expresión, es la edad de oro, inicial y final, de la humanidad”
Ella es el verdadero programa de la Iglesia, y marca pautas para la renovación en la Iglesia. María es todo un proyecto de Iglesia renovada.
Conclusión:
• María no está fuera de la Iglesia, sino bien dentro.
• Ella encarna todos los aspectos de la existencia humana dentro de la Iglesia.
• Y es más, a ella debemos mirar porque es el modelo eximio de lo que debe ser la Iglesia.

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