Privilegios de María

 

“Madre de Dios”

 

Padre Antonio Rivero L.C

 

 

No perdamos de vista, en estas reflexiones sobre la Virgen María, la pregunta que nos hicimos al inicio: ¿Cuál es el lugar de María en la historia de la salvación?

Para una respuesta convincente hemos recogido los testimonios bíblicos, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento.

Pero esto no basta, porque Dios nos habla en la Iglesia también a través de la tradición, además de hablarnos por las Escrituras (Dei Verbum, n. 7-9).

La Revelación está confiada a la Iglesia, guardiana única del depósito revelado, un depósito que permanece inalterable, pero no está petrificado. El Espíritu Santo despliega a través de la historia de la Iglesia nuevos aspectos de la verdad eterna, abre el sentido de la fe para nuevas profundidades del misterio. 

Pablo VI en su discurso del 21 de noviembre del 1964 lo dijo maravillosamente: “Lo que Cristo quiere, lo queremos nosotros también. Lo que había, permanece. Lo que la Iglesia ha enseñado a lo largo de los siglos, nosotros lo seguiremos enseñando. Ahora solamente se ha expresado lo que simplemente se vivía, se ha esclarecido lo que estaba incierto, ahora consigue una serena formulación lo que antes se meditaba, discutía y en parte era controvertido”.

La fe de la Iglesia, norma de la fe de cada cristiano, se expresa de muchas maneras. Una de ellas -de especial significado- es la definición de un dogma, cuando una verdad se declara de validez universal y permanente por el magisterio infalible del Sumo Pontífice.

Los dogmas, lejos de ser formulas frías, son expresiones de la fe eclesial y están destinadas al esclarecimiento y enriquecimiento de la misma.

Constituyen centros de cristalización y condenación de la verdad y la vida divina, revelada a los hombres y confiadas a la Iglesia.

¿Cuáles son los dogmas sobre la Virgen?

• Madre de Dios.
• Inmaculada concepción.
• Siempre Virgen María.
• Asunta a los cielos.

Ahora veremos el dogma de la Maternidad divina de María, pues de éste se derivan los restantes.

¿Qué dice el dogma?

Que María de Nazareth, hija de Joaquín y Ana es la verdadera madre de Dios, verdadera madre de la Persona divina de Cristo, y no sólo es madre de la naturaleza humana, como decían algunos herejes en los primeros siglos. Una madre no da a luz una naturaleza, sino persona. Jesucristo es Persona divina. Por tanto, María es madre de la Persona divina de Cristo.

(1) Testimonio bíblico

Esta verdad está claramente contenida en la Sagrada Escritura:

• La Anunciación es testimonio innegable: “Será grande y se le llamará Hijo del altísimo...” (Lc 1, 32).
• Isabel saluda a María llamándola “La madre de mi Señor” (Lc 1, 43).
• En repetidas ocasiones se la nombra como “Madre de Jesús”, “Su Madre”. “La madre del Señor” (Lc. 1, 26-38; 1,43; Jn. 2,1,6,42; Hch. 1,14).
• San Pablo afirma que “al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de la mujer” (Gal 4,4). María fue la elegida para esta misión excepcional.

(2) Historia del dogma

La maternidad de María fue sostenida permanentemente por la Tradición. Los símbolos de la fe, la doctrina de los Santos Padres, el sentido creyente del pueblo cristiano la afirmaron inequívoca y unánimemente. 

Pero esta verdad exige una fundamentación y clarificación cada vez mayor.


Y la Iglesia definió este dogma en el Concilio de Éfeso, del siglo V (año 431), cuando Nestorio, Obispo de Constantinopla estaba diciendo que María es solamente Madre del Hombre-Cristo, por darle la naturaleza humana.

Esto significaría negar la realidad última de la Encarnación, ya que Cristo se había unido a una persona humana ya existente. En tal caso habría una yuxtaposición de lo humano y lo divino, pero no una verdadera unión. Además se negaba la total gratuidad de la redención, porque se atribuía a Cristo-hombre un mérito especial para llegar a la Unión con el Verbo.

El dogma de la Iglesia afirma que es uno y el mismo el que es engendrado por el Padre desde la eternidad y el nacido de María como hombre. Por ello se puede y de debe afirmar que María es Madre de Dios.

La herejía decía: “María dio a luz a un hombre normal como todos. Y luego descendió sobre él el Verbo”. Esto daría la impresión de tener Cristo dos personas: una humana y una divina. Y no. En Cristo hay sólo una Persona, la divina. Decir que Cristo es persona humana, significaría que también contrajo el pecado original.

Cristo es Persona divina con dos naturalezas: una humana que se la dio María, y otra divina, dada por Dios, su Padre.

(3) Por tanto, María es verdadera madre tanto en el aspecto biológico como en el psicológico. Cristo es gestado en su seno, dado a luz, alimentado y cuidado. Como toda criatura, Cristo es total dependencia de su madre. Crece por ella, de quien aprende los primeros pasos, las primeras palabras, los modos de relación con los demás, las oraciones de su pueblo.

Pero en Cristo estábamos también todos los hombres. Por eso podemos decir, con Pío X, en su encíclica “Ad diem illum”: “Llevando a Jesús en su seno, María llevaba también a todos aquellos cuya vida estaba encerrada en la del salvador” .

Por eso, María es madre del Cristo histórico y del Cristo místico. Es madre de la Cabeza y de los miembros (San Agustín).

María es madre nuestra en el orden de la gracia. Aquí en la tierra y allá en el cielo.


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