Quisiera escribirte, Madre

Padre Ramón Aguiló sj.

 

Mi muy querida Madre, María. Tú has llenado mi vida y la llenas actualmente de alegría y de cristianismo. Tú conoces las dificultades que experimentamos los que intentamos escuchar la voz de tu Hijo, Jesús de Nazaret, también ahora, después de más de veinte siglos. Los Cristianos que nos llamamos católicos, porque pertenecemos a la Iglesia Universal, sin fronteras, recurrimos a Ti, para realizar nuestros ideales que son los ideales de tu Hijo, Jesús. Yo quisiera comenzar un diálogo contigo a través de esa misteriosa red universal, que los científicos y los comerciantes de este mundo, han llamado WEB, una palabra inglesa que en español se diría “Telaraña”. 
Así lo hago con Jesús, tu Hijo, nuestro Hermano. También quisiera hablar contigo. Y lo voy a hacer enviándote de cuando en cuando algo que se parece a una “CARTA”, que todos sabemos en qué consiste. A través del Ordenador se pueden enviar ideas, sentimientos y palabras, muy rápidamente, y muy sintéticamente. Y estos mensajes, nacidos del amor y de la fe, también son llamados con una palabra sintética inglesa, E-MAIL. Te voy a enviar e-mails. Estoy seguro de que Tú, Madre, los vas a recibir, los vas a leer.  
También los van a leer muchos de tus Hijos, esparcidos por este mundo que a veces parece destartalado. Seguramente les va a ayudar a reaccionar pacíficamente, caritativamente, a las embestidas violentas de los belicosos, de los destructores, de los que siempre desprecian a los demás, y parecen odiarlos. 
 
Imagínate, Madre, que un día te encuentras conmigo que voy con un amigo o con una amiga. ¿Qué harías Tú? ¿Cómo reaccionaría yo, este pobre escritor?. Te interesaría dialogar con mi acompañante. Yo te lo presentaría. Y le diría a él: “Mira. Esta Señora es la Madre de Jesús de Nazaret. Es también mi Madre adoptiva. Te puedo asegurar que es muy buena”. Tú sonreirías. Y dirías algo así: “Yo lo conozco muy bien. Y le quiero mucho”.  
Este diálogo misterioso es lo que se va a producir con estos E-MAILS. Ya verás. Todos los que los reciban serán más felices, más alegres. 
 
Yo quisiera después desaparecer, callarme. Y Tú, Madre, tendrás un hijo, una hija más, que serán conscientes de tu Presencia en el Cuerpo Místico de Jesús. Así llamamos a la gran familia de los Hijos de Dios, a la que Tú viste nacer, en un bello salón, juntamente con Pedro y los demás Apóstoles, en el Día de la Gran Fiesta de Pentecostés, después de los trágicos días que vivió Jesús azotado, coronado de espinas, crucificado en el Calvario entre dos bandidos para resucitar después en la gran Fiesta de la Pascua de los Judíos. 
 
Comenzamos, Madre. Este es el primero. Después seguirán otros E-MAILS. Ayúdame a pensar, rezar, escribir. Hasta pronto, Madre. Hasta pronto, María. Tú sabes que Te queremos mucho.