Un pesebre famoso

Padre Ramón Aguiló sj.

 

María, cada año el mundo cristiano, el 25 de Diciembre, celebra la gran Fiesta de Navidad. Se refiere naturalmente al recuerdo del Nacimiento de tu Hijo Jesús. Es una hermosa Fiesta. Se construyen “Belenes” en muchas ciudades y pueblos, de los más variados estilos. Algunos tienen las figuras que se mueven, y ríos que se deslizan sobre los corchos, y luces que se encienden y se apagan según la voluntad de los espectadores. Siempre hay una Cueva, siempre hay un Pesebre, y siempre hay un Niño de cerámica que es contemplado por una Madre llorosa, piadosa, encantada que eres Tú, María. Muchas veces Tú estás de rodillas, como extasiada. También está ahí San José, tu esposo legal, generalmente de pie, con un bastón en sus manos. Parece que se quiere indicar que aquel hombre ha sido el guía paciente de un largo viaje.  
En estos Belenes se suele ofrecer una gran inscripción que dice: GLORIA A DIOS EN LO MÁS ALTO DEL CIELO Y PAZ EN LA TIERRA A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD.
 
También se colocan algunos angelitos, que son representados como unos seres parecidos a los seres humanos, con unas pequeñas alas, preparadas para volar.
 
¿Cómo fue en realidad el Nacimiento de tu querido Hijo, Jesús?
 
UN EDICTO DEL CÉSAR. El Evangelista San Lucas que era un gran artista, escritor y pintor, nos cuenta lo que sucedió cuando Tú, María, ya estabas esperando el nacimiento de tu Hijo, concebido por obra del Espíritu Santo. No te fue fácil, pero, me parece que José y Tú, decidiste que debíais cumplir una orden del Emperador de Roma, César Augusto, que exigía que todos, hombres y mujeres, se empadronasen en su ciudad de origen. Y a vosotros este mandato os obligaba a realizar un viaje molesto, muy especialmente a causa de tu estado maternal.
 
Dice San Lucas: “Subió también José desde Galilea, de la Ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta”.  
Cuando pienso en todo lo que vosotros tuvisteis que realizar, me pongo algo triste, porque me imagino cuánto tuvisteis que sufrir los dos, muy especialmente Tú, la Mamá que esperaba a su primogénito y misterioso ser que tenía que llamarse JESÚS.
 
Los Jefes de los pueblos no piensan en las consecuencias, a veces muy dolorosas, de sus leyes y Decretos. Parece como si en estos momentos del ejercicio de su autoridad no tuvieran sentimientos, ni corazón. Las órdenes obligan a todos. No se prevén excepciones.
 
ASÍ JESÚS NACIÓ EN BELÉN. Yo siempre escribo y hablo de Jesús de Nazaret. ¿Tendría que llamarlo Jesús de Belén?. No lo sé. Pero siempre recuerdo que Jesús se llamó a Sí mismo “Hijo del Hombre”. Y normalmente no se presentaba ni como “Betlemita”, ni como “Nazaretano”. Él se consideraba el Hijo de Dios, la Encarnación de la Humanidad, el Verbo de Dios, es decir, la Palabra de Dios, que se hizo hombre, para salvarlos a todos, a hombres y mujeres, de todos los tiempos, de todas las naciones, de todas las razas, de todas las lenguas y hasta de todas la Religiones.  
En realidad, Jesús nació en Belén, por casualidad. Y nació en un Pesebre, por casualidad también. Parece que fue todo por casualidad, pero en el fondo hemos de ver siempre la Providencia de Dios. Se realizaba lo que el Ser Supremo quería, lo que había determinado.
 
Después de un viaje largo y pesado, Tú, María, y tu Esposo legal José, queríais descansar y prepararlo todo para que el Niño que estaba por venir encontrara un lugar adecuado en el albergue cercano. Pero “no había lugar disponible en el alojamiento” (así lo dice San Lucas en la edición de la Biblia de Jerusalén”). Y así fue preciso contentarse con lo más pobre e inadecuado para recibir al Hijo de Dios hecho Hombre. Un Pesebre. “Le envolvió en pañales (al Bebé) y le acostó en un Pesebre”. Esto es lo que hiciste con una gran ternura maternal, María.  
Pero Dios estaba con vosotros. Y aquella pobreza se cubrió de alegría y de gloria.
 
Los Pastores de la comarca recibieron el mensaje de un Ángel. Ellos “dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño”. Y de pronto contemplaron a un ser superior, y experimentaron la belleza de una luz que les envolvió. Y al principio sintieron miedo. Pero el Ángel les habló con un encanto especial: “No temáis. Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy en la ciudad de David, UN SALVADOR QUE ES EL CRISTO SEÑOR. Y esto os servirá de señal: encontraréis un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.  
De repente se escuchó una canción sublime. Eran los Seres de la Corte Celestial que alababan a Dios diciendo: GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES EN QUIENES ÉL SE COMPLACE. Y los Pastores se pusieron en marcha. Y encontraron a Jesús en el pesebre.
 
Pastores y ángeles. Y los primeros se llevaron una gran marca espiritual. “Los Pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho”.  
Tú, María, mirabas y escuchabas, amabas y adorabas... Y guardabas todas estas cosas y las meditabas en tu corazón.
 
VILLANCICOS. Para terminar este largo E-MAIL, María, quisiera recordar que con motivo de la celebración del Nacimiento de Jesús, y muchas veces ante los “Belenes”, los niños y los mayores cantan una canciones navideñas que se llaman con el sugerente nombre de “Villancicos”.  
Hay muchos y todos muy alegres. Y muchos también muy graciosos. Te cito algunos: “Campana sobre Campana”, “La Virgen fue lavandera”, “Suena una pandereta”, “Campanitas del Lugar”, “Los peces en el río”, “Pastores venid”, “Ay del chiquirritín”, “El tamborilero”, etc...  
Pero hay uno que quisiera recordar especialmente porque tiene gracia. Se titula “San José al Niño Jesús”. Mira lo que dice y seguramente sonreirás: “San José al Niño Jesús / un beso le dio en la cara. / Y el Niño Jesús le dijo: / Que me pinchas con tus barbas. / Pastores Venid, /Pastores llegad / a adorar al Niño / a adorar al Niño / que ha nacido ya”...  
¿Verdad, María, que este Villancico es gracioso?.