Unos días de angustia

Padre Ramón Aguiló sj.

 

Las mamás constantemente están atentas a lo que les sucede a sus hijos. No pierden ningún pormenor. Los niños a veces sonríen, miran atentos, lloran rabiosamente. Es un lenguaje que solamente ellas pueden comprender. Pero los niños van creciendo, se van desarrollando para llegar a ser hombres perfectos. Entonces la personalidad de los hijos se va haciendo más complicada. Tiene reacciones y acciones más inesperadas. Y esto es lo que te sucedió, querida Madre María, con Jesús. 
 
LA ADOLESCENCIA DE JESÚS. El Hijo de Dios que también fue tu Hijo, fue creciendo. Observaba seguro todo lo que le rodeaba. Y llegó, también Él, a la adolescencia, que suele ser un momento algo difícil en el desarrollo de los seres humanos. El adolescente ya no es un niño, pero tampoco es un joven. Yo definiría la adolescencia con la parte de la vida humana en que se superó la niñez y todavía no se ha abierto la puerta de la juventud. Los adolescentes suelen ser difíciles. Y son seres que van descubriendo muchas cosas en su propio ser y en el mundo que les rodea. 
 
También Jesús pasó por esta difícil época de su vida. 
 
Que, en su caso, fue muy hermosa y positiva. La describe el Evangelista Lucas con las siguientes palabras: “El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría y la gracia de Dios estaba sobre Él”.  
Y esto se proyectaba en sus actividades, en sus relaciones familiares, en sus amistades, en sus formas de relacionarse con los miembros de la sociedad nazaretana. 
 
Jesús cumplía todas las normas religiosas del pueblo de Israel. Juntamente con sus padres. Y la costumbre era que fueran una vez al Año, a Jerusalén, para celebrar la gran fiesta de la Pascua. En Jerusalén se encontraban millares de peregrinos, algunos familiares que tal vez no se habían podido ver porque vivían en otros sitios, en otros pueblos o ciudades. Y el barullo en la ciudad santa era inmenso, grandioso, bullanguero. 
 
Jesús llegó a los doce años. Y entonces fue con sus papás a la ciudad capital del Pueblo de Dios, para celebrar la fiesta pascual. 
 
LAS ALEGRÍAS DE UNA FIESTA. Jesús también participó. Y se mostraba alegre. Además Él sabía perfectamente lo que sucedería unos años después, por las mismas fechas.

Jesús estaba con sus padres. Hablaba con ellos. Comentaban juntos lo que aquella gran multitud quería expresar. 
 
Y por tanto allí, Jesús, María y José se sintieron felices hermanos de todos los israelitas. Y celebraron la fiesta recordando las normas que todos querían cumplir. Estas normas se encuentran en el Libro llamado “Éxodo”. El pueblo de Israel se hallaba desterrado y dominado por los Egipcios. Y Moisés fue su gran Libertador. Dios hablaba con él. Y le inspiraba lo que debían realizar él y su pueblo. En el Capítulo 12 de este Libro se dan leyes muy concretas para celebrar la gran Fiesta de la Pascua. Dice: “Este mes será para vosotros el comienzo de los meses del año”. Y luego establece varios ritos que seguramente en tiempos de Jesús y de María se celebraban en parte. Consistían en sacrificios de reses del ganado menor, una por familia…”  
Lo que nos importa a nosotros, María, ahora es recordar que vosotros celebrabais las Fiestas Judías, y especialmente la llamada Fiesta de la Pascua. 
 
Y en los días de la celebración la alegría se extendía por el pueblo de Israel, recordaba lo que Yahvé quería, y procuraba vivir aquellos días como una gran fiesta nacional exigía. Todos felices y alegres de pertenecer al pueblo de Dios y practicar sus preceptos en la gran ciudad sagrada. Las fiestas duraban varios días. Y después todos los que habitaban en otros pueblos abandonaban la ciudad capital y comenzaban el camino del regreso. 
 
Y así lo hicieron los de la que nosotros llamamos Sagrada Familia. Los nazaretanos serían bastantes. Y se reunieron para marchar hacia su residencia habitual. María y José buscaron a Jesús en medio de aquella muchedumbre. No lo vieron y pensaron que iría en el gran grupo. “Lo veremos en el camino”, se dijeron los dos.  
PERO JESÚS SE HABÍA QUEDADO EN JERUSALÉN. ¿Sería una travesura? Jesús había cumplido doce años. Y todavía no era mayor de edad. Parece que debía seguir las costumbres de subordinación a sus padres. Ir con ellos. Y, si pensaba realizar alguna acción especial, aprovechando su estancia en Jerusalén, decírselo con anterioridad para que no sufrieran demasiado. Jesús, sin embargo, no se lo dijo. Y se quedó. San Lucas afirma: “Y, al volverse, pasados los días, el Niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres”. Al no verlo con ellos, pensaron que estaría en la caravana. Y siguieron su camino. No le encontraban. No lo veían. Se preguntaban dónde estará este Niño.  
Decidieron regresar hacia la ciudad Santa, inquietos, tristes. Iban a buscarlo. Pasaron tres días en su búsqueda. Y finalmente María y José sorprendidos, sintieron una gran emoción, mezclada con tristeza y alegría, al ver a Jesús, Niño, “sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles”.  
María, Madre de Jesús y de la Iglesia, Tú habías sufrido mucho aquellos días. Pero tu sufrimiento se había cambiado en admiración y en gozo. Contemplaste desde lejos, dentro del templo, a Jesús, rodeado de doctores de la Ley y hablando con ellos, como un Maestro más. 
 
En el Santo Rosario este hecho se considera como un Misterio de Gozo. Pero Tú sabes, María, que tu angustia fue mayor. 
 
Cuando pudiste hablar con Jesús, le expresaste claramente tu angustia, junto con la de José. “Hijo, ¿por qué has hecho esto? Mira, tu Padre y Yo, angustiados, Te andábamos buscando”.  
LA RESPUESTA DE JESÚS. Jesús tranquilamente Te contestó: “¿Por qué Me buscabais?  ¿No sabíais que YO DEBÍA ESTAR EN LA CASA DE MI PADRE?”  
Esta es la gran definición de tu Hijo, Jesús. Trabajar en esta gran casa del Padre que es el Mundo de todas las naciones y de todos los siglos. Otros traducen: “En las cosas de mi Padre”. Siempre es lo mismo. Jesús afirma que tiene otra familia: la FAMILIA DE DIOS.  
María ¿has sufrido mucho? ¿Comprendiste bien a Jesús por lo que hizo y os dijo? San Lucas afirma: “Ellos no comprendieron la respuesta que les dio”. También para Ti, su Madre, Jesús era un ser Superior, Misterioso.