Tu hijo, Jesús, progresaba

Padre Ramón Aguiló sj.

 

Tú lo mirabas en cada momento del día y de la noche. Estabas atenta, atentísima, a todo lo Jesús realizaba y decía. No perdías ningún aspecto de su vida. Le veías crecer, desarrollarse físicamente, psíquicamente y espiritualmente. También Jesús se iba manifestando a los vecinos de Nazaret. Aunque su vida parecía normal, no lo era. Porque Jesús era un joven diferente, excepcional. Se reflejaba en su rostro y en sus actividades algo que no podía encontrar, nio entrever, en los jovencitos amigos de su edad. 
 
EL HIJO DEL CARPINTERO. Este fue un aspecto que no se podía esconder. En vuestra casa había un taller de carpintería. José, a pesar de su estirpe real, se ganaba el pan de cada día, para toda su familia y para él, trabajando de carpintero. 
 
Era un oficio pesado. Recibía las visitas de los que deseaban algo que fuera barato, pero que era además necesario. Algunas sillas sencillas. Alguna mesa. Y poco más. Los clientes de la carpintería le suplicarían a José que terminase pronto los encargos que le hacían, porque eran cosas necesarias para la vida cotidiana. 
 
Jesús escuchaba. Y realizaba, como carpintero, lo que su jefe le pedía. Iba aprendiendo. Sabía manejar los martillos, los cuchillos, las sierras elementales, primitivas, sencillas. Y así procuraba que su papá quedara bien. Y pudiera realizar lo que sus vecinos le pedían. 
 
Y así fue creciendo Jesús. 
 
La gente que hablaba de Él diría: “Este Hijo de José, el carpintero, es muy atento, muy bien educado, muy sencillo, muy espiritual. Es un notable joven israelita”.  
Varias veces durante la vida pública de Jesús, las gentes que lo conocían, quedaban admiradas. Y se preguntaban cómo era posible que aquel Hijo del Carpintero dijera cosas tan nuevas, e inteligentes y diferentes de las cosas que explicaban los Maestros, los Doctores de la Ley de Moisés. 
 
EL PROGRESO DE JESÚS. La Vida de Jesús, llamada OCULTA, sin embargo, fue una vida larga y de desarrollo. Jesús comenzó lo que fue su vida PÚBLICA, cuando tenía unos treinta años, y fue muy breve. Algunos llegaron a afirmar que la Vida PÚBLICA de Jesús consistió en hacer un viaje de Nazaret a Jerusalén, para dar a conocer su Mensaje y caminar hacia su Muerte en la Cruz. No sabemos cuánto duró su vida OCULTA. 
 
Lo cierto es que Jesús, ante la tensión y atención incansables de su Mamá, se fue desarrollando y creciendo en todos sentidos. 
 
Es muy difícil resumir en unas breves páginas lo que Jesús realizó en tantos años. 
 
Creció en estatura, como los demás adolescentes y jóvenes. 
 
Creció en sabiduría, superando en mucho a los compañeros de su vida. 
 
Creció en gracia, muy especialmente ante su Padre, Dios, aunque también ese crecimiento se fue manifestando ante los seres humanos, ante aquellos que vivían cerca de su casa, en el mismo pueblo o ciudad. 
 
UN BUEN EJEMPLO PARA TODOS. Los hombres y las mujeres de este mundo también van creciendo. Son trabajadores de una forma o de otra, aun los más ricos, los empresarios, los presidentes de los Bancos, los políticos de las diferentes naciones. 
 
También habrá carpinteros. Pero los de ahora los carpinteros son verdaderos empresarios de la madera. Poseen talleres con máquinas que se mueven por la corriente eléctrica. Realizan obras completas en poco tiempo. 
 
Los trabajadores en otros campos también han progresado mucho. Realizan Barcos, Aviones, Trenes, Armas. Todo se vuelve más sofisticado cada día. 
 
Pero todos debemos mirar hacia el Carpintero jovencito, supuestamente Hijo del Carpintero José, para aprender de Él. Hemos de saber progresar como Él progresó, especialmente en gracia ante nuestro Padre Dios. 
 
NUESTRA SÚPLICA, MARÍA. Mi muy querida Madre, María, Tú también me miras, me observas y sigues mis pasos en todos los instantes de mi Vida. Me gusta saber esto. Yo me siento feliz de que conozcas todo lo que hago. Llevo una vida normal. Trabajo. Empleo mis horas en realizar lo que me propongo, especialmente en lo que se refiere a las comunicaciones Sociales. Procuro descansar también lo necesario, para seguir trabajando. 
 
Yo te suplico en nombre de todos mis hermanos y hermanas del mundo que no nos abandones. Que nos ayudes. Que nos salves. Que nos ilumines para que seamos buenos cristianos, como tu Hijo, Jesús, nos quiere. 
 
Que sepamos rezar, cada día. Y que cuando vemos una imagen tuya en alguna iglesia, en alguna calle, en alguna montaña, sepamos decirte: RUEGA POR NOSOTROS PECADORES AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE. AMÉN.