Madre de Dios

Padre Ramón Aguiló sj.

 

Hoy es un día maravilloso. Porque toda la Iglesia extendida por los dos hemisferios, por los países que ahora sufren calores intensos y por los que están sometidos a los más duros y helados fríos, te recuerdan a Ti, María, como “Theótocos”, que es una palabra griega. Significa “MADRE DE DIOS”.  
Y los que Te amamos nos sentimos felices, para poder recordar tu Maternidad Divina en la asamblea fraternal que nos reúne. Algunos recuerdan este día, 5 de Agosto, como el día de la Fiesta de NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES. Parece que las nieves nos llevan a pensar en lo más crudo del invierno. Y sin embargo, los países que están al nivel de la ciudad de Roma están sufriendo los más duros y calientes días del año. 
 
¿Por qué Te llaman “Señora de las Nieves”? Te podría narrar ahora una curiosa leyenda, que seguramente te haría sonreir. La leyenda describe un sueño de nieves en los calores del Agosto romano. Unos señores nobles de Roma que eran muy ricos, en tiempo del Papa Liberio (segunda mitad del siglo IV), tuvieron un sueño-visión en el que Tú les dices que te agradaría la construcción de un templo en el lugar que quedaría señalizado por la nieve. El Papa también tuvo el sueño. Y organizó una procesión hacia el lugar indicado por los señores ricos. Y todos se quedaron admirados, porque encontraron un campo acotado por una nieve fresca y blanca. Allí debía construirse el templo mariano. Toda esta fantasía indicaba el Monte Esquilino, una de las siete colinas de Roma.  
Se construyó el templo, que ahora es llamado como LA BASÍLICA DE SANTA MARÍA LA MAYOR de Roma. Este fue el primer templo que se construyó en el occidente cristiano, dedicado al recuerdo de tu Santo Nombre de Madre de Dios. Los Artistas de todos los tiempos han reproducido el sueño y las nieves. Y muchas niñas cristianas reciben el nombre de “Nieves”.  
Todos los que van a Roma y naturalmente los Romanos (algunas veces en su vida) recorren las Cuatro Basílicas Mayores. Y una de estas cuatro es precisamente la que lleva tu Nombre. 
 
LO IMPORTANTE. Lo cierto y lo fundamental es que esta Basílica nos recuerda que Tú eres la Madre de Dios. 
 
Y es que en el año 431 se reunió el llamado Concilio de Éfeso, y en él se proclamó tu Maternidad Divina. Y el Papa Sixto III, unos años después, fue el promotor de la construcción de la capilla que fue creciendo a través de los siglos. 
 
En el Concilio el Obispo, San Cirilo de Alejandría pronunció una inspirada y fervorosa homilía que todos recordamos cada año. 
 
Entresaco ahora algunas de las ideas que comunicó este Obispo activo y fervoroso. Dijo “Tengo ante mis ojos la Asamblea de los Santos Padres, que, llenos de gozo y fervor, han acudido aquí, respondiendo con prontitud a la invitación de la Santa Madre de Dios, la siempre Virgen María…Te saludamos, María, Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe, lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno, Madre y Virgen, por quien es llamado BENDITO, en los Santos Evangelios, EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR”  
Y después añade: “¿Quién habrá que sea capaz de cantar como es debido las alabanzas de María? Ella es Madre y Virgen a la vez. ¡Qué cosa tan admirable! Es una maravilla que me llena de estupor… Mirad, hoy todo el mundo se alegra. Quiera Dios que todos nosotros reverenciemos y adoremos la unidad, que rindamos un culto impregnado de Santo Temor a la Trinidad Indivisa, al celebrar, con nuestras alabanzas, a María siempre Virgen, el Templo Santo de Dios, y a su Hijo Esposo Inmaculado. Porque a Él pertenece la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.  
ORACIÓN FINAL. María, parece que Tú nos susurras a todos los que te amamos y te respetamos, como la Madre Dios, la Madre de la Iglesia, la Madre de todos, tu gran alegría que debe ser la nuestra. “FELICITADME, TODOS LOS QUE AMÁIS AL SEÑOR, porque, siendo pequeña, agradé al Altísimo, y de mis entrañas engendré al Dios-Hombre. Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de su esclava”.  
Nosotros somos tus Hijos, pero de cuando en cuando tenemos nuestras debilidades. Por eso pedimos perdón por tu intercesión, María, diciendo: “Perdona, Señor, los pecados de tus hijos y, ya que nuestras obras no pueden complacerte, concédenos la salvación por medio de la Madre de tu Hijo, Jesús, que se llama María”.