Qué bello el arcoiris

Padre Ramón Aguiló sj.

 

María, Madre querida, esta mañana subí a la azotea, para rezar el Santo Rosario, bajo la hermosa y caliente luz del sol. Tocaban precisamente los llamados Misterios Gloriosos. Y en ellos se recuerdan los hechos triunfales, después de la Muerte de Jesús, tu Hijo, en la Cruz.

Me encontré con un cielo medio nublado. La luz solar podía llegar a cubrir el paisaje y a las personas humanas. Pero no todo resultaba tan claro. Porque las nubes se iban moviendo como hacen siempre. Y llegó un momento en que no se sabía si había sol o si llovían del cielo unas gotas frescas que todavía no podían llamarse lluvia. En aquel momento, estaba también mirando hacia una montaña, en donde se levanta una hermosa imagen de tu Persona. 

EL ARCOIRIS UNA OBRA DE ARTE. Inesperadamente, se me apareció como una visión espiritual y encantadora esa gigantesca obra de arte, con unos vivos colores, todos muy simétricos, muy geométricos, que llamamos EL ARCOIRIS. Era una obra completa, terminada. Era la mitad de una circunferencia, que parecía trazada con un instrumento de los que utilizan los especialistas en geometría, un compás.

Todavía había algo más emotivo: La imagen de tu Persona se encontraba en el centro de la circunferencia. Y aun me encontré con más rasgos especiales, en aquellos momentos inspiradores: Los ARCOIRIS eran dos. Y los dos tenían el mismo centro. Toda aquella obra de arte y de ciencia parecía realizada por un Artista de gran capacidad, un artista genial. Todo aquello me pareció que gritaba suavemente una inspiración. Algo quería comunicarme alguien, tal vez nuestro Padre Dios que está en todas partes.

Y comenzó la meditación. El recuerdo. Yo nunca había contemplado una cosa igual. Aquello me pareció completamente nuevo. Y, contemplando, mirando, experimentando en el interior de mis ojos y de mi corazón aquella nueva visión, mi pensamiento me llevó a pensar en tu Hijo, Jesús, que se definió como la Luz del Mundo, y que comunicó a sus seguidores que fueran siempre la Luz para los demás.

El ARCOIRIS es siempre el conjunto de colores que, unidos, crean la luz blanca, luminosa, ardiente, vivificante, que se introduce en todos los rincones, y que alegra a todos los seres vivientes.

Enseguida mis pensamientos volaron más lejos. Y se fijaron en los textos bíblicos. Yo sabía que en ellos existían varias referencias al ARCOIRIS. Y que, en estos textos, el Espíritu de Dios, quiso comunicar algo a los que iban a conocerlos.

UNA SEÑAL DEL PERDÓN DE DIOS. En el primero de los libros sagrados, el Génesis, el autor se refirió a la aparición del ARCO sobre las aguas del diluvio universal, con el que se castigó a los hombres y mujeres pecadores.

Mira lo que dice el Génesis en el capítulo 9, versos 13 y ss., en el que describe el Diluvio y a la persona histórica de Noé y sus familiares: “Dijo Dios: ESTA ES LA SEÑAL DE LA ALIANZA QUE PARA LAS GENERACIONES PERPETUAS PONGO ENTRE YO Y VOSOTROS, Y TODA ALMA VIVIENTE QUE OS ACOMPAÑA: PONGO MI ARCO EN LAS NUBES, Y SERVIRÁ DE SEÑAL DE LA ALIANZA ENTRE YO Y LA TIERRA. Cuando yo anuble de nubes la tierra, entonces se verá el arco en las nubes, y me acordaré de la alianza que media entre yo y vosotros y toda alma viviente, toda carne, y no habrá más aguas diluviales para exterminar toda carne. Pues en cuanto esté el arco en las nubes yo lo veré para recordar LA ALIANZA PERPETUA ENTRE DIOS Y TODA ALMA VIVIENTE, TODA CARNE QUE EXISTE SOBRE LA TIERRA. Y dijo Dios a Noé: ESTA ES LA SEÑAL DE LA ALIANZA QUE HE ESTABLECIDO ENTRE YO Y TODA CARNE QUE EXISTE SOBRE LA TIERRA”. 

Desde ahora voy a vivir cada día la certeza de que Dios siempre perdona y de que nuestro Padre del Cielo que está en todas partes nos quiere comunicar el mensaje de que hemos de ir hacia Él con una gran confianza. Somos hijos de Él, somos creación de Él. Nos pide que siempre seamos buenos, pero también nos comunica que está dispuesto a perdonar y olvidar.

Y cuando contemple el ARCOIRIS sobre el cielo, recordaré los que dijo Dios a aquellos hombres que habían experimentado los dolores del castigo.

EL ARCORIS EN EL APOCALIPSIS. El Apocalipsis es el último de los Libros Sagrados. Y es un conjunto maravilloso de visiones y mensajes, que recibió, escuchó y comunicó a los seres humanos el Apóstol preferido por tu Hijo, Jesús, el Apóstol Juan Hermano de Santiago el Mayor. 

En el capítulo 4 escribió: “Tuve una VISIÓN. He aquí que una puerta estaba abierta en el cielo, y aquella voz que había oído antes, como voz de trompeta que hablara conmigo, me decía: SUBE ACÁ, QUE TE VOY A ENSEÑAR LO QUE HA DE SUCEDER DESPUÉS. Al instante caí en éxtasis. Ví que un trono estaba erigido en el cielo, y UNO SENTADO EN EL TRONO. EL QUE ESTABA SENTADO ERA DE ASPECTO SEMEJANTE AL JASPE Y A LA CORNALINA. Y UN ARCOIRIS ALREDEDOR DEL TRONO, DE ASPECTO SEMEJANTE A LA ESMERALDA”.

Ese trono que estaba rodeado por los colores y la enorme Luz del ARCOIRIS, representaba el TRONO DE DIOS. Y todos los seres que le adoraban cantaban un cántico precioso: “SANTO, SANTO, SANTO, SEÑOR, DIOS TODOPOSEROSO. AQUEL QUE ERA, QUE ES Y QUE VA A VENIR”

Es el cántico que repetimos en nuestras celebraciones litúrgicas cada día y en todas partes.

Y hay más: los seres que adoran a Dios, que vive por los siglos de los siglos, arrojan sus coronas delante del trono, diciendo: ERES DIGNO, SEÑOR Y DIOS NUESTRO. DE RECIBIR LA GLORIA, EL HONOR Y EL PODER, PORQUE TÚ HAS CREADO EL UNIVERSO; POR TU VOLUNTAD, NO EXISTÍA Y FUE CREADO.

CUANDO CONTEMPLE EL ARCOIRIS. Los que queremos ser buenos cristianos y vivir según las enseñanzas de Jesús y los buenos ejemplos de Ti, Madre amada, necesitamos que se nos recuerden muchas cosas. 

El ARCOIRIS nos puede recordar que Dios siempre está dispuesto a perdonar y a comunicarnos la paz, y que todos le queremos adorar como SER SUPREMO, A ÉL QUE ES EL CREADOR DE LA LUZ, DE LOS COLORES, DE LA VIDA.

Y yo veré siempre en la Luz y en los Colores el mensaje de tu Personalidad tan hermosa, tan atractiva, tan ejemplar, María.