Causa de nuestra alegría

Padre Ramón Aguiló sj.

 

Mi querida Madre, María, a veces pienso que estamos rodeados de tristezas. Todo nos sucede como si estuviéramos sumergidos en un oscuro mar de aguas putrefactas. ¿Te parezco exagerado? Tal vez lo soy. Porque también acepto, quiero aceptar y reconocer que cada día nos regala un ramo de flores hermosas que serían nuestras alegrías. 

Comenzaré esta confidencia comunicándote un pequeño detalle que se va repitiendo siempre que, caminando, paso por delante de una perfumería famosa. También las llaman ahora “Cosméticas”. Estas tiendas que venden perfumes para mujeres y también para hombres, suelen poner en sus escaparates grandes imágenes de rostros juveniles femeninos o masculinos que ofrecen una marca de algún perfume. Suelen ser rostros sonrientes. Pero, siempre me encuentro con un rostro de una muchacha que me mira y que me sigue con sus ojitos que parece que se mueven. Pero lo curioso de esta foto es que aquella muchacha es como una fotografía de la TRISTEZA. Parece que aquellos ojos están a punto de llorar. ¿Será esto un mensaje de nuestra realidad social?

Realmente se vierten muchas lágrimas en nuestros hogares, hasta en nuestras pantallas de los medios de comunicación social. La tristeza nos persigue. Como si estuviera en todas partes.

Aquella triste muchacha me recuerda los perfumes. También en los pueblos y ciudades que conociste durante tu vida en esta tierra, Tú, María, has conocido los perfumes. No sé si se vendían en tiendas especializadas. Me parece que no era así. Pero, los ojitos de la chica del escaparate, me recuerdan los hechos históricos, evangélicos, que han tenido una relación con los perfumes. 

Tú sabes, María, que tu hijo Jesús de Nazaret, cuando quiso enseñarnos a todos que hemos de procurar realizar el bien sin buscar la ostentación, ni la alabanza, nos habló de PERFUMAR NUESTRO ROSTRO. Y es que para los seres de aquel tiempo el perfume también tenía un valor positivo de comunicación con los demás.

Pero todavía hay más datos. En el Evangelio según San Mateo (capítulo 26) sucedió algo que puede parecernos novedoso y muy llamativo. Dice así:

“Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el Leproso, se acercó a Él una mujer que traía un frasco de alabastro, con PERFUME MUY CARO, y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa. Al ver esto los discípulos se indignaron y dijeron: ´¿Para qué este despilfarro? Se podía haber vendido a buen precio y habérselo dado a los pobres` Mas Jesús, dándose cuenta, le dijo: ´¿Por qué molestáis a esta mujer? Pues una obra buena ha hecho conmigo. Porque pobres tendréis siempre con vosotros, pero a Mí no me tendréis siempre. Y al derramar ella este ungüento sobre mi cuerpo, EN VISTA DE MI SEPULTURA LO HA HECHO. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya.”

Marcos y Juan recuerdan este hecho y otros. Juan lo explica también, pero lo sitúa en otra casa. También en Betania. Dice (Capítulo 12): “Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa. Entonces María, tomando una libra de PERFUME DE NARDO PURO, MUY CARO, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos”. También Juan escribe sobre las protestas de alguien, pero en este caso, el que protesta es Judas Iscariote.

Podríamos recodar otros hechos en los que interviene el Perfume, María. Pero lo que a nosotros nos interesa es la ALEGRÍA, expresada por el Perfume, como dijo Jesús.

Yo quisiera subrayar con mucho énfasis que Tú, María, eres no sólo la señal de la Alegría, sino que también y, sobre todo, que eres la CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA, DE NUESTRA VIDA PROFUNDAMENTE ALEGRE, a pesar de todas las tristes experiencias que nos comunica este mundo de tanta sangre y tantas violencias.

Tú comunicaste alegría a tu pariente Isabel, cuando fuiste a visitarla, después de tu aceptación de ser la Madre del Mesías de Israel. Hiciste un largo viaje, para felicitar a Isabel, que también esperaba un Niño. Y este Niño que se llamó Juan, saltó también de alegría en el seno de su madre.

Jesús también irradiaba alegría a todos los que acudían a Él con algún problema. A veces eran pecadores y pecadoras. Y Jesús les comunicaba la Alegría del Perdón.

Otras veces eran enfermos incurables, leprosos, ciegos, y otros muchos. Jesús siempre les transmitía la alegría de la salud milagrosa.

Los primeros Cristianos, cuando Jesucristo ya les había dejado para estar con su Padre en el misterioso Cielo, también vivían la alegría de la fraternidad y de la solidaridad.

Para terminar, María, yo quisiera recordarte varias cosas. Primera, que existe una famosa SINFONÍA de un músico genial, que se termina con una POESÍA Y UNA CANCIÓN, que ensalzan la Alegría de Todos. “Escucha, hermano, la Canción de la ALEGRÍA”…

Segunda. Yo escribí un sencillo canto que lleva como título “ALEGRE DE HABER NACIDO”. Te recuerdo algunas estrofas. “Tú me dices que hoy te siente / agitado y deprimido /. Tú me explicas que la vida / te parece un laberinto. […] Y yo sólo sé decirte / unos versos muy sencillos /. Yo sólo sé proclamarte: / SÉ FELIZ PORQUE HAS NACIDO. / PORQUE HAS NACIDO, ESOS OJOS / SE HAN ABIERTO AL INFINITO /. PORQUE HAS NACIDO, ESA MENTE / VUELA LEJOS DE TU NIDO”.

MARÍA, CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA. RUEGA POR NOSOTROS.