Mensaje de la luz y la espada
Padre Ramón Aguiló sj.
María,
Madre Nuestra, el otro día estaba yo en una iglesia y he visto, más
bien contemplé embelesado que unos hombres y unas mujeres, muy
devotamente, iban realizando una procesión con una velitas
encendidas en sus manos. Aquello parecía la PROCESIÓN DE LA LUZ.
Estaban celebrando una Fiesta que algunos llaman la Fiesta de la
PRESENTACIÓN DEL SEÑOR y otros la Fiesta de la PURIFICACIÓN DE
NUESTRA SEÑORA.
Y
es que en realidad, en aquella Fiesta se recordaban aquellos dos
sucesos tan importantes en la historia de Jesús, el Salvador y en
la vida de tu Persona, María.
Lo
afirma Lucas (Capítulo 2), cuando escribe: “Cuando se cumplieron
los días de la PURIFICACIÓN DE ELLOS
(su Padre y su Madre, aunque sólo era obligatoria para la
madre), según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén
para PRESENTARLE AL SEÑOR, como está escrito en la Ley del Señor:
Todo varón primogénito será consagrado al Señor. Y para ofrecer
en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que
se dice en la Ley del Señor”.
De
modo que San Lucas afirma que, en realidad, en el mismo día se
realizaban dos ritos: el de la Purificación de la Madre y el de la
Presentación al Señor del Hijo Primogénito.
Vuelvo
a la impresión que me causó la Procesión de que Te hablé antes.
Y en la que pude contemplar cómo un sacristán iba repartiendo unas
estampas muy bellas, a todos los que pasaban por los corredores del
templo. Y esta estampa Te representaba a Ti con un rostro dolorido y
unas espadas sobre tu pecho, atravesando tu Corazón Inmaculado,
Maternal. Y de tus ojos cubiertos de tristeza brotaban unas lágrimas,
señal clara del dolor físico y espiritual.
La
Procesión de la Luz se estaba convirtiendo en el TRÁNSITO DE LA
ESPADA, DEL DOLOR.
Así
aquella procesión tan silenciosa me pareció un cruce de dos
hermosas realidades. La Realidad de la LUZ QUE COMUNICA ALEGRÍA. y
la triste, tristísima realidad de TU DOLOR, acumulación de los
sufrimientos de toda tu Vida.
EL NIÑO JESÚS SUGIERE LA LUZ. Varias veces en la vida de
Jesús aparece la realidad de la LUZ. El se autodefinió a sí mismo
como la Luz del Mundo. Y a los Cristianos también, cuando dijo
valientemente aquella frase que exige tanto a los que queremos ser
verdaderos cristianos: “Vosotros sois la Luz del Mundo”.
Jesús
definió al Pecado como TINIEBLAS. Los que le siguen no pueden
pecar. Deben imitar a Jesús. Deben procurar irradiar bondad,
espiritualidad, fe.
Pero
toda esta hermosa realidad, fue ya aclamada por un anciano llamado
Simeón. Que era Justo y Piadoso, como dice Lucas, y que esperaba
la consolación de Israel. Y estaba en él el Espíritu
Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería
la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
Y
entonces sucedió algo milagroso, providencial: que Simeón, movido
por el Espíritu Santo, fue al Templo. Y cuando los Padres
introdujeron al Niño Jesús para cumplir lo que la Ley prescribía
sobre él, lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo y declamando
un Himno que los Sacerdotes rezan cada día, en las Completas del
Breviario Litúrgico.
Las
palabras del inspirado Simeón parecen una poesía o un cántico,
porque dice en pocas palabras muchas verdades:
“Ahora,
Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en
paz, porque han visto mis ojos tu Salvación, la que has preparado a
la vista de todos los pueblos, LUZ PARA ILUMINAR A LOS GENTILES Y
GLORIA DE TU PUEBLO ISRAEL” Su padre y su madre estaban admirados
de lo que se decía de Él.
PERO TAMBIÉN NOS SUGIERE LA ESPADA. Es curioso que, en
aquellos momentos, en los que celebrabais la alegría de una Fiesta
Familiar, aparezca la profecía de tus sufrimientos, María.
Mira
lo que afirmó Simeón dirigiéndose a Ti, María: “Éste está
puesto para caída y elevación de muchos en Israel. Y para ser señal
de contradicción a fin de que queden al descubierto las intenciones
de muchos corazones. Y A TI MISMA UNA ESPADA TE ATRAVESARÁ EL
ALMA”.
María,
estoy seguro de que en aquel momento algo conmovió tu corazón
amoroso de Madre. ¿Te pusiste a llorar? ¿Cayeron de tus ojos unas
gotas de lágrimas? No lo sé. Pero sí puedo afirmar con toda la
verdad que puedo que comenzó en largo sufrimiento que se extendió
sobre toda tu vida de Madre del Hijo de Dios.
Era
bello ser Madre de Jesús. Pero también fue duro para Ti seguir su
vida real, la Vida del que era la LUZ DEL MUNDO, pero también
Salvador del Mundo por las persecuciones, la Pasión y la Muerte en
una cruz entre dos bandidos.
En
tu Vida, María, se entrelazaron estas dos realidades: La Luz y la
Espada, las Alegrías y los Sufrimientos.
UNA POESÍA
FINAL
JESÚS,
EL HIJO DE MARÍA,
ES
EL HIJO ETERNO DE DIOS,
LA
LUZ QUE ALUMBA A LAS NACIONES
LOS
CAMINOS DE SALVACIÓN
LA
VIRGEN MADRE OFRECE AL NIÑO
COMO
UNA HOSTIA PARA DIOS.
LA ESPADA
DE LA PROFECÍA
ATRAVIESA SU CORAZÓN
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