Cuidado con las apariencias
Padre Ramón Aguiló sj.
Me
ha sucedido muchas veces que lo que me parecía algo rechazable,
poca cosa o una persona sin interés, fuera en realidad mucho más
de lo que me había parecido. Y lo contrario también me ha sucedido
en mi larga vida de hombre en este mundo. ¿No es verdad
lo que digo los que escucháis?
Esto
me ha enseñado una verdad que quisiera comentar contigo, Mi querida
Madre, María. Y la verdad es ésta: que nuestra actitud primera,
espontánea, fundamental, debería ser la de un profundo respeto
ante las personas, cosas o sucesos que nos encontramos en nuestro
devenir. Cada día descubrimos algo. Cada día llegamos a conocer
alguna persona. Nuestra reacción primera debería ser, la del gran
respeto a lo que conocemos.
Jesucristo,
tu Hijo, nos lo dijo en una frase que siempre recuerdo en muchos
momentos de mi vida diaria: NO JUZGUÉIS Y NO SERÉIS JUZGADOS. NO
CONDENÉIS Y NO SERÉIS CONDENADOS…
Nuestra
vida es agitada. Nuestra vida es como una caminata por calles
misteriosas, por las que desfilan unos seres que parecen imágenes
artísticas, más o menos hermosas, que se
mueven, se agitan, realizan, crean, destruyen. Se odian. Se
aman. Gritan unos contra otros. Se pegan. Se matan mutuamente. Se
alaban unos a otros. Todo es posible. Por ello, no nos hemos de
precipitar en la creación de una afirmación o de una negación,
como si fuéramos Jueces en última instancia de todos los demás,
de todas las cosas o sucesos que el mundo nos presenta.
Yo
creo que nuestra primera reacción como seguidores de tu Hijo, debería
ser la del Respeto y el Amor.
LA SABIDURÍA VERDADERA. Nosotros cada día recibimos
numerosas influencias. Nuestros familiares y amigos nos van
comentando lo que hacen otros y otras. Los Medios de Comunicación
Social, cada día, en cada instante de nuestro quehacer diario, nos
llenan las cabezas con noticias y juicios, que ellos llaman
opiniones, pero que en realidad son sentencias judiciales.
Esto
es bueno. Esto es malo. Este es un maravilloso dirigente. Este es un
torpe gobernante. Este es un animal. Todo esto llega hasta nuestra
mente, nuestros oídos, nuestros sentimientos. Y así nosotros, los
escuchantes, los televidentes, los lectores, vamos tomando
posiciones ante lo que nos rodea, sin caer en la cuenta de lo que
vale cada una de estas posiciones.
Deberíamos
ir todos con un gran cuidado. Escuchar, ver, leer, pero sobre todo,
amar, respetar, y jamás juzgar para condenar.
Nosotros
deberíamos todos tener una norma que jamás deberíamos olvidar en
la práctica de cada día. Y esta norma sería la de OBSERVARLO TODO
CON UNOS OJOS ABIERTOS, UNA ATENCIÓN DIALOGANTE, UNA ACTITUD VITAL
QUE VAYA MÁS ALLÁ DE LO QUE LLAMAMOS
APARIENCIAS.
Así
llegaríamos, como Jesús nos ha dicho, a conocer la Verdad y a
respetarla siempre. Y en muchos casos, A AMARLA CON UN CORAZÓN
SIEMPRE ABIERTO.
Así
podemos llegar a la VERDADERA SABIDURÍA CIEN POR CIEN HUMANA, DE
NUESTRA COEXISTENCIA CON TANTOS SERES, CON TANTAS PERSONAS, CON
TANTOS SUCESOS, que a veces nos parecen incomprensibles.
COMPLEJO PERO ESPIRITUAL. Sabemos muchas cosas que vamos
aprendiendo desde pequeñitos, durante nuestra vida de niños, jóvenes,
adultos y ancianos. Las aprendemos en casa. En la calles. En los
Colegios. En las Universidades. En las diferentes experiencias de
nuestro trabajo, de nuestra profesión.
Muchos
consiguen unos títulos oficiales, que quedan grabados en unos
diplomas, firmados por Rectores y Profesores, por autoridades o los
que más saben.
Colgamos
nuestros Diplomas en nuestros despachos o en la antesala, o salón
de espera del lugar donde trabajamos.
Sin
embargo, a pesar de tantas cosas que decimos conocer perfectamente,
a veces, María, somos peores que unos ignorantes que solamente
hablan, gesticulan, usan palabras que ellos mismos no entienden.
Es
que muchas veces no caemos en la cuenta de que lo importante es lo
que se refiere a la inteligencia, a la penetración espiritual, a lo
que podríamos llamar un conocimiento profundo y perfecto, que se
asemeje un poco al conocimiento de nuestro Padre Dios.
Dios
lo conoce todo. Y este conocimiento es total. No hay ninguna sombra
en su inteligencia divina. Nosotros no podemos llegar a estas
cumbres, a estas profundidades. Pero podemos analizar las cosas y lo
que nos sucede con una atención que provenga de nuestra actitud
profunda, espiritual, tranquila, solidaria, despojada de todas las
pasiones.
Así
vamos más allá de las apariencias. Estamos más cerca de la
VERDAD. Tal vez HEMOS CONQUISTADO ESA VERDAD QUE NOS CONVIENE Y NOS
AYUDA A TODOS.
MI PETICIÓN. Madre de todos, María. Tú sabes más que
todos nosotros. Tú, desde que fuiste llamada por Dios para que
fueras la que trajera al mundo la Salvación, has ido escalando la
cumbre de la Verdad, y has ido conociendo la realidad de UN DIOS
OMNIPOTENTE, has ido caminando por la vida junto a DIOS HECHO
HOMBRE, UNO DE NOSOTROS. Y así has podido y puedes proyectar sobre
el mundo la LUZ QUE NO DEJA NINGUNA SOMBRA, VENCEDORA DE LA
OSCURIDAD.
AYÚDANOS,
MADRE, PARA QUE NOSOTROS TE IMITEMOS UN POCO. Y PARA QUE CONOZCAMOS
MEJOR EL MUNDO QUE NOS RODEA. Y HAZ QUE NUESTROS CONOCIMIENTOS NO SE
FUNDEN EN LAS APARIENCIAS, SINO EN LA VERDAD.
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