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Te llamamos Corredentora
Padre Ramón Aguiló sj.
Cuando
recitamos el Rosario, podemos contemplar varias escenas de tu Vida,
que están siempre iluminadas maravillosamente por la presencia de
tu Hijo-Dios, Jesús.
El
Rosario se presenta como una Devoción MARIANA, pero también es una
forma resumida de toda la Vida de Jesús, y aún más ahora, cuando
rezamos los llamados MISTERIOS DE LA LUZ. Recordamos los años de Niño
y de Joven de Jesús. Recordamos después algunos sucesos relevantes
de la Vida Pública de Jesús. Seguimos con los sucesos trágicos de
la Pasión de tu Hijo y finalmente los más gloriosos de lo que vivió
y vive Jesús, después de su Resurrección y de su Ascensión al
Padre. Finalmente recordamos la VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE LOS
APÓSTOLES ESTANDO TÚ, MARÍA, PERESENTE, y TU CORONACIÓN GLORIOSA
COMO REINA Y SEÑORA DEL UNIVERSO.
Todos
podemos observar, sin casi caer en la cuenta de ello, que Tú, María,
eres una Figura Silenciosa, Maravillosa, Teológicamente muy
Importante, junto a la ruta por la que caminó y camina también
ahora Jesús, nuestro Redentor y Salvador.
TÚ,
MARÍA, ERES COMO UN REFLEJO DE LA GRAN PERSONALIDAD DE TU HIJO.
Por
ello, cuando pensamos en Jesús, al que recordamos constantemente,
tu Presencia se experimenta, como si fuera un reflejo de la figura
divina del mismo Jesús.
TU PRESENCIA JUNTO A JESÚS NIÑO. Comenzó muy ponto. Fue
algo totalmente inesperado, porque Jesús todavía no había nacido,
y sin embargo, hizo notar su presencia divina, cuando todavía se
encontraba, silencioso, misterioso, en tu seno maternal. Tú, María,
sabes a qué me refiero.
Lo
cuenta Lucas (ya en el Primer Capítulo). Dice así: “Se levantó
María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad
de Judá. Entró en casa de Zacarías. Y saludó a Isabel. Y sucedió
que, en cuanto oyó Isabel EL SALUDO DE MARÍA, saltó de gozo en Niño
(Juan) en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y,
exclamando con GRAN VOZ, dijo BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES Y
BENDITO EL FRUTO DE TU SENO, Y ¿DE DÓNDE A MÍ QUE LA MADRE DE MI
SEÑOR VENGA A MÍ? Porque,
apenas llegó a mis oídos LA VOZ DE TU SALUDO, saltó de gozo el niño
en mi seno. ¡FELIZ LA QUE HA CREÍDO QUE SE CUMPLIRÍAN LAS COSAS
QUE LE FUERON DICHAS DE PARTE DEL SEÑOR!”
Entonces
Tú, María, exultante, emocionada, cantaste y declamaste el hermoso
canto, la encantadora Poesía del MAGNÍFICAT.
Podríamos
recordar otras muchas presencias de tu personalidad junto al Niño
Jesús, que fue creciendo, gracias a tus cuidados maternales.
Cuando
nació en la cueva de Belén, Tú lo custodiabas. Los Pastores
fueron a ver al Mesías. Y Tú estabas, gozosa, silenciosa, con Él.
Tú lo llevaste al templo de Jerusalén, para ofrecerlo al Padre
Yahwé. Y escuchaste el emotivo canto de despedida alegre del
anciano Simeón. Y seguramente te impresionó lo que decía la
profetisa llamada ANA, hija de Fanuel de la Tribu de Aser. Y, más
tarde, has visto cómo Jesús crecía, sin llamar la atención de
nadie. Hasta que un día, sin decirte nada, se quedó en el templo
de Dios, y causó profundas señales de admiración a los doctores
de la Ley.
Pero
Jesús, como todos los seres humanos, fue creciendo y llegó el día
en que dejó tu casa y se fue. Primero al desierto. Después al Río
Jordán, para ser bautizado por el Precursor Juan. Comenzaba su vida
activa, apostólica, de Gran Mensaje de su Padre Dios.
ACOMPAÑASTE A JESÚS DURANTE SU APOSTOLADO. Estamos todos
seguros de que Tú, María, silenciosamente, seguías los pasos
apostólicos de Jesús para dar su mensaje de Salvación, para
comenzar a organizar a su Iglesia, para llegar al Calvario y allí
morir en la Cruz como un Delincuente más entre dos asesinos. Y Tú,
María, estuviste junto a la Cruz.
Pero
no hemos de olvidar varios hechos maravillosos. Por ejemplo, el
Milagro que, gracias a tu Intercesión, gracias a lo que podríamos
llamar como PARTÍCIPE DE LA OBRA REDENTORA DE JESÚS, realizó tu
Hijo en la Boda de Caná, cambiando milagrosamente el agua en UN
BUEN VINO.
ACOMPAÑAS A TU IGLESIA. Estamos convencidos de que la
IGLESIA, QUE SE DEFINE COMO EL CUERPO MÍSTICO DE JESÚS, nació el
Día de Pentecostés. Y Tú, María, estabas en el salón,
juntamente con los Apóstoles, cuando todos los del grupo Apostólico,
Tú también, experimentasteis una profunda transformación interior
y social.
El
Espíritu Santo, prometido por tu Hijo, tomaba posesión de todos
vosotros, y expresaba en formas visibles, el cambio que iba a hacer
posible la extensión en el UNIVERSO DE LA IGLESIA DE JESÚS.
Desde
entonces Tú, María, estás en todas la Naciones, Ciudades y
Pueblos, de todas las lenguas y razas, y realizas en todas partes tu
Misión DE INTERCESORA Y DE CORREDENTORA.
Por
todo esto, todos TE AMAMOS TANTO Y PROCURAMOS IMITARTE. Y, TE LO
ASEGURO, TODOS EXPERIMENTAMOS UNA FELICIDAD EXCEPCIONAL.
GRACIAS,
MADRE QUERIDA DE LOS SERES HUMANOS SIN EXCEPCIÓN, DE LOS QUE SIGUEN
A TU HIJO, DE LOS QUE SUFREN. GRACIAS. GRACIAS. En NOMBRE DE TUS
HIJOS.
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